Maxwell se sentía como en un sueño. Si unos días atrás le hubieran dicho que estaría tan cerca de su chico como para sentarse a esperar a que terminara con su trabajo de medio tiempo en la cafetería, luego de haber pasado todo un día de perezosos en su casa, simplemente viendo películas y acurrucándose juntos, Max no lo habría creído. No considerando el comienzo que tuvo con Rhory. Pero, eso fue realmente lo que había ocurrido. Lo que estaba ocurriendo. Poder observar libremente a su elegido era tan maravilloso y satisfactorio, como cuando Rhory se acercaba lo suficiente como para dejarle un pequeño regalo, ya fuera una taza de café, o algún dulce. En dichos momentos de descanso, Max lo invitaba a sentarse junto a él y el hombre lobo le alimentaba con las cosas que este mismo había cons