Solución Urgente

2220 Words
Sasha tocó el timbre en la casa de Emilia y Andrea, aguardó durante varios minutos y tuvo que presionar el timbre tres veces. Cuando la puerta por fin se abrió se encontró con la mismísima Emilia que la hizo pasar rápidamente. Sasha se quedó sorprendida al ver que Emilia estaba completamente desnuda, su cuerpo estaba cubierto de pequeñas gotas de sudor y parecía acalorada. ―Ay, perdón… ¿interrumpo algo? ―Preguntó Sasha. ―Sí, la verdad es que sí. Estaba cogiendo… con una chica, ya no tiene sentido ocultarlo. Soy lesbiana y estoy aprendiendo a vivir con eso. Espero que no se lo cuentes a nadie… aunque me odies por todo lo que pasó. ―Quedate tranquila, no pretendo arruinarte la vida ni nada por el estilo. Justamente por eso quería verte. Necesito pedirte perdón por todo lo que pasó. ―Perdón por haberte metido en mi cama solo para sacarme información o perdón por haberme obligado a poner fin a mis becas? ―Em… por todo… ―A ver, Sasha. Sé que para vos el sexo no significó nada, ya me queda totalmente claro que solo te acostaste conmigo para darle información a tus amiguitas del instituto. Quizás hasta te dio asco chuparme la concha. Pero cuando yo dije que vos me excitás, lo dije en serio. Sos una chica preciosa… y disfruté mucho de vos, y de tu cuerpo. Me apena que las cosas entre nosotras hayan terminado tan mal. También me apena por Andrea, ella también está en una etapa de descubrimiento en su vida, y no le vendría mal tener una buena amiga. Pero bueno, estoy segura de que ni Andrea ni yo cumplimos con tus parámetros éticos. ―Emm… se nota que estás enojada conmigo, Emilia, y no te culpo. No sé si algún día podré confiar en Andrea otra vez, pero… quería pedirle disculpas. ―Sí, ya lo dijiste… y esas palabras suenan vacías. Vos no querés disculparte, Sasha. Solo querés tener la conciencia tranquila. Querés que yo te perdone por la forma en que me usaste. Sasha se quedó en silencio. Las palabras de Emilia eran tan hirientes como certeras. ―¿Ves? Me lo imaginaba ―continuó la mujer―. Te importa una mierda cómo me siento yo o qué va a pasar con Andrea. Solo querés dormir tranquila, sin remordimientos. ―No me dio asco ―dijo Sasha, con los brazos cruzados sobre su pecho. ―¿Eh? ―Acostarme con vos… no me dio asco. Todo lo que pasó en la cama, con vos y con Andrea, me dejó sumamente confundida… pero en el momento lo disfruté. Le puse ganas de verdad. Me gustó… em… me gustó chuparte la concha. Se sintió… excitante. Y vos también sos una mujer hermosa. Cometiste algunos errores, sin embargo no creo que seas mala persona. ―Mm… ¿lo decís en serio? ―Sí, estoy siendo totalmente honesta. Más de lo que me gustaría. Para mí, en este momento de mi vida, es muy difícil reconocer que disfruté teniendo sexo con una mujer. Porque jamás dudé de mi sexualidad… y ahora no sé qué pensar. Hasta… em… hasta llegué a fantasear con la idea de acostarme con otras mujeres. ―¿Te quedaste con ganas de volver a chupar una concha? ―Puede ser… sí. ―Demostralo. ―Eh? ―Sasha la miró confundida, con los ojos muy abiertos. Emilia se sentó en el sofá del living y subió los pies, dejando su concha totalmente abierta y expuesta. ―Chupala. Me lo debés, por todo lo que me hiciste. Sasha tuvo una extraña sensación de deja vú, esto se parecía a la situación que presenció entre Issa Levitz y Brenda Ramallo. Una “compensación s****l” por el daño causado. ―¿No estabas con una amiga? ―Preguntó Sasha. ―Mi amiga puede esperar… o quién sabe, quizás hasta tengas ganas de sumarte a la fiestita. Pero… sin presiones. Con que la chupes un ratito, me alcanza. Me muero de ganas de volver a sentir esa lengua en mi concha. Sasha estaba más confundida que nunca. Podría dar media vuelta y marcharse, o podría arrodillarse y meter la cara entre esas piernas, como ya había hecho antes. Sintió un fuerte impulso en su interior que la empujaba a hacer lo indebido… en parte por culpa, porque sentía que había traicionado a Emilia, y también por puro deseo s****l. Su líbido le pedía a gritos que volviera a probar el sexo femenino. Necesitaba asegurarse de si esto era un gusto pasajero, o si las experiencias lésbicas pasarían a formar parte de su vida. No aguantó más esa encrucijada mental y, una vez más, se dejó llevar por la corriente. Se arrodilló frente a Emilia y pegó su boca a esos húmedos labios vaginales. Otra mujer había estado chupándola recientemente y eso, en lugar de incomodarle, le pareció morboso. Las primeras lamidas fueron tímidas, pero a la tercera o cuarta perdió la compostura. Se aferró a las piernas con ambas manos y comenzó a succionar con fuerza todos los jugos que salían de esa v****a. Escuchó los gemidos de Emilia y eso la reconfortó, era como estar diciéndole: “Con esto p**o mi deuda con vos”. Mientras más chupaba, más se excitaba, podía sentir como su propia v****a estaba mojándose dentro de la ropa interior y cuando Emilia le sacó la remera, ella no opuso resistencia. Debajo no tenía nada, había decidido salir a la calle sin corpiño, de todas maneras sus pechos no eran muy grandes, no necesitaban tanta sujeción. Aunque la falta de corpiño hacía que se le marcaran mucho los pezones, que siempre parecían estar duros como tapitas de dentífrico. Pasaron algunos minutos y Sasha encontró su ritmo. Su mente se puso en blanco y las lamidas sobre la concha de Emilia se volvieron automáticas. Incluso llegó a disfrutarlas, por un momento se olvidó de los problemas que había entre ellas y creyó haber vuelto a ese pequeño momento de felicidad en el que aún podía confiar en Emilia (o al menos creía que podía confiar en ella). Lamentablemente la sesión de sexo oral no duró demasiado. Sasha se detuvo en seco cuando su visión periférica detectó un movimiento a su derecha. Al girar la cabeza se encontró con una chica de unos veinticinco años de pechos firmes y redondos, cabello n***o cortado a la altura de los hombros y labios sensuales. Estaba completamente desnuda y si bien su pose era casual, apoyada contra el marco de la puerta, Sasha sintió que estaba viendo a una mujer sumamente sensual… que le resultaba extrañamente familiar. Sin embargo, era incapaz de decir dónde había visto esa cara antes. ―Ah, hola Mercedes ―dijo Emilia―, veo que te cansaste de esperar. No creas que me olvidé de vos… es que, Sasha y yo teníamos algunos asuntos pendientes. Vení, sentate acá, ya está por terminar. ―Em… puedo esperar en la pieza, solo quería saber por qué tardabas tanto. Hola Sasha, encantada de conocerte. Imagino que vamos a ser discretas, ¿no? ―¿Eh? ―Sasha se puso de pie, estaba confundida, ya no tenía ganas de seguir chupando la concha de Emilia―. ¿Discretas en qué sentido? ―Lo que Mercedes quiere decir es que no le cuentes a nadie que la viste acá. ―Y por qué habría de contarle a alguien? Además, ni siquiera la conozco. ―¿Segura? Mirala bien… Sasha se concentró en la cara de la joven y de a poco esos rasgos familiares comenzaron a tomar forma. Se quedó boquiabierta cuando su cerebro fue capaz de hacer la asociación. ―Vos sos… Mercedes Navarro. No lo puedo creer. Mercedes Navarro era una joven actriz que se hizo famosa interpretando a la protagonista de una serie para público adolescente, una serie algo melosa, para los gustos de Sasha; pero hasta ella conocía el famoso personaje que interpretaba: Minerva Santos. Y eso no era todo, Mercedes además había actuado en al menos cuatro películas de gran éxito, una interpretando a la propia Minerva Santos, y otras tres con personajes nuevos. La prensa aseguraba que Mercedes Navarro era la actriz más prometedora del país y que tenía un gran futuro artístico por delante. Sasha no podía entender por qué esa chica, con una fama en alza constante, ahora estaba desnuda frente a ella… y con Emilia. ―No entiendo nada ―dijo Sasha―. ¿Por qué está acá? ―No es obvio? A Mercedes le gusta comer concha ―dijo Emilia, con una gran sonrisa, la aludida se puso roja―. Pero eso tiene que quedar en un secreto. ¿Puedo confiar en vos o vas a traicionarme como la última vez? ―Te prometo que no voy a contarle a nadie; pero… sigo sin entender qué hace Mercedes acá. O sea, ¿de dónde se conocen? ―Eso también tiene explicación. No sé si lo sabrás, pero Mercedes cursó en el mismo instituto que vos. Al ser un instituto tan prestigioso, le ayudó a impulsar su carrera artística. Ahora Mercedes tiene un buen pasar económico, como te imaginarás… ―Pero imagino que no siempre fue así. Antes tenía una beca en el instituto ―dijo Sasha―. Tu beca. Ahora entiendo todo. Mercedes es una de tus… “amiguitas”. ―Algo así. Aunque es un poco más complejo que eso. Aunque con lo de la beca acertaste. Ah, se me acaba de ocurrir una idea muy loca ―No voy a participar en un trío ―dijo Sasha. ―Oh, qué lástima, ya me había ilusionado con que eso podía pasar ―dijo Emilia, cabizbaja―. De todas maneras la idea que tengo es otra. Vos y tus amiguitas del instituto tienen la manía de meterse donde nadie las llama. Si lo sabré yo. Les gusta jugar a las detectives. ¿Por qué no ayudan a Mercedes con un problema? Siempre y cuando prometan que lo van a manejar con muchísima discreción. Este es un asunto que no puede hacerse público. ―No hace falta que involucres a nadie ―dijo Mercedes, nerviosa. ―No te preocupes, nena. Sasha me debe una, y una bien grande. Estoy segura de que se muere de ganas de remediar el daño que hizo. Porque de lo contrario no va a poder dormir tranquila. Hagamos un trato, Sasha. Si ayudás a Mercedes con esto, yo me olvido de todo el asunto. Quedás perdonada… y además estarías ayudando a otra persona. ―Ayudándola con qué? ―Sentate, Mercedes. Explicale tu problema. ―No sé… no la conozco. ―Es cierto, no nos conocemos ―dijo Sasha―. Pero lo que dijo Emilia es totalmente cierto. Me siento como la mierda por… porque le hice algo malo. No soy así. No me gusta dañar a la gente. Si escucharte a vos me ayuda a estar en paz con Emilia, entonces lo voy a hacer. Podés contarme todo. Te juro que no se lo cuento a nadie… solo lo compartiría con las otras tres integrantes del club, si es que realmente podemos ayudarte. Si considero que no podemos hacer nada, entonces no les cuento nada. ―¿Ves? No perdés nada por contarle ―dijo Emilia―. Aprovechá esta oportunidad. Te va a venir bien ayuda externa, en especial si viene de personas que no están directamente vinculadas a vos. Y estas chicas están podridas en guita, ninguna te va a chantajear ni nada por el estilo. Sasha pensó que el término “podridas en guita” solo aplicaba para Valeria, Rachel y para ella. Oriana tiene una posición económica más humilde. Aún así no la imaginaba chantajeando a nadie para conseguir dinero. ―Está bien. Veo que confiás mucho en esta chica, Emilia. De lo contrario no hubieras permitido que me vea así ―señaló su propio cuerpo―. Y yo tampoco estoy dispuesta a hacer un trío con una chica que no conozco, así que sacate esa fantasía de la cabeza. ―Está bien, está bien ―Emilia puso los ojos en blanco―, nada de trío. Pero no pienso vestirme… y me gustaría que vos también te quedaras desnuda. ―Con eso no tengo problemas, ya sabés lo que pienso de la desnudez. ―Es un secreto ―dijo Emilia, mirando a Sasha―. A Mercedes le encanta andar en concha. No lo hace en todos lados por eso de ser famosa y que los paparazzi la persiguen por todas partes. ―¿El problema tiene que ver con esto? ―Preguntó Sasha. ―No exactamente ―dijo Mercedes, mientras tomaba asiento―. Aunque sí involucra a paparazzi y periodistas. Vení, sentate y te cuento todo. Estoy desesperada. Ya no sé qué hacer. Toda mi carrera… toda mi vida, se puede ir a la mierda si no encuentro una solución urgente. Sasha tomó asiento a su lado. Al principio se sintió incómoda al estar conversando con una mujer famosa… y desnuda; pero luego de unos minutos quedó absorta en el relato de Mercedes y ya no pudo pensar en otra cosa. Quería ayudarla, era un asunto complicado. Aún así estaba convencida de haber encontrado el nuevo caso para el club de detectives.
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