Mario Dalessi y Brenda Ramallo debieron interrumpir todo repentinamente cuando alguien golpeó la puerta de la oficina. Brenda estaba con los ojos en blanco, como si estuviera sumergida en un nirvana s****l mientras disfrutaba de las potentes penetraciones anales del decano, y su reacción fue como si alguien le hubiera tirado un baldazo de agua fría para devolverla a la realidad.
Rápidamente se puso el pantalón y tomó asiento del lado opuesto del escritorio. Mario Dalessi ocultó su v***a, aún erecta, dentro del pantalón, y dijo: “Adelante”.
La que entró fue la mismísima Issa Levitz, con su impecable ropa de oficinista y sus anteojos que la hacían ver sexy y a la vez profesional.
―Ah, sos vos… ―dijo Brenda como si estuviera diciendo: “De haberlo sabido, no hubiera detenido la cogida”.
―Perdón, ¿estoy interrumpiendo algo? ―Preguntó la rubia.
―Ejem… ―Mario carraspeó―, la profesora Ramallo y yo estábamos hablando sobre los términos de su despido. Necesitás algo? ―El decano recorrió el cuerpo delgado, de marcadas curvas, de Issa como si fuera un lobo feroz.
―Solo… hablar sobre un temita. Puede esperar.
―No hace falta ―dijo Brenda―, yo ya me iba. Mario, si querés podemos terminar nuestras negociaciones en un ambiente más cómodo, donde haya menos interrupciones ―le guiñó un ojo―. Este sábado te espero en mi casa.
―Muy bien, hasta luego, Brenda ―dijo mientras esta se retiraba―, y lamento mucho que tu trabajo en este instituto haya terminado de esta manera.
―Hubiera terminado mejor si una que yo conozco no hubiera metido la nariz donde no le conviene. Creo que Issa necesita una lección sobre hipocresía. Parece ignorar por completo el significado de esa palabra.
―Eso lo charlaré con ella ―prometió Mario―. ¿De qué querías hablar, chiquita?
Brenda se retiró y Issa Levitz se quedó a solas con Mario Dalessi, que no dejaba de desnudarla con la mirada.
―Em… no sé cómo decir esto… yo… em… creo que…
―Vamos, Issa. No tengo mucho tiempo.
―Perdón. Lo que quiero decir es que… usted tuvo ciertas actitudes conmigo que las puedo considerar… inapropiadas, y yo…
―Y vos sos una hipócrita. Brenda tenía razón. Creo que cometí un gran error al seleccionarte como presidente del centro de estudiantes. Sos demasiado joven, todavía estás muy verde para desempeñar un cargo tan importante mientras, al mismo tiempo, sos alumna del instituto.
―Eso me parece injusto, hice mi trabajo lo mejor posible. Además mis calificaciones son excelentes y…
―Y también me contaron los métodos que usaste para mantener esas “excelentes calificaciones”. ―Issa se puso tensa―. ¿Acaso creés que los profesores no hablan conmigo? ¿Sabés las veces que escuché la frase: “Qué bien la chupa esa putita de Issa Levitz”? ―La aludida se puso pálida como una hoja de papel―. Vení… te quiero mostrar algo. ―Con timidez Issa dio la vuelta al escritorio y se encontró con la gran v***a erecta de Mario Dalessi, venosa e implacable―. Es increíble que me hables de “actitudes inapropiadas” cuando le comiste la pija a varios profesores para que te pusieran buenas notas en los exámenes. Incluso Brenda me contó cómo le chupaste la concha, así que no solo va de pijas tu menú, no le hacés asco a las argollas. Intercambiar sexo oral por buenas calificaciones. No te imaginaba tan putita.
―Yo… em… no lo hice por eso…
―Podés engañarte todo lo que quieras, Sófía; pero los profesores y yo tenemos muy claro que a vos te encanta trepar. Te encanta ser “la chica perfecta”, y cuando te das cuenta que no podés cumplir con tus altos objetivos, empleás métodos “poco éticos”. Bien que te dejaste manosear en cada reunión que tuvimos.
―De eso quería hablar, yo…
―Y cómo me agarraste la pija en la reunión con las pendejas del club de detectives, que por cierto… están todas para comérselas crudas. En especial la tetona japonesa. Dios, qué ganas tengo de amasar esas tetas y llenárselas de leche.
―Esa parte me da mucho asco. Viejo degenerado ―protestó Oriana―. Si me llega a tocar un pelo, le pongo una denuncia.
Aún así, siguió masturbándose mientras miraba la escena en pantalla. Estaba absorta por lo que había logrado filmar y aunque lo hubiera visto varias aún le producía escalofríos el comentario del decano hacia su persona, para colmo lo decía mientras se acariciaba la v***a, como si estuviera diciendo: “Estoy pensando en las tetas de la japonesa”.
―Vení, acercate más ―dijo Mario Dalessi desde la pantalla. Issa Levitz dio dos pasos hacia él, dubitativa―. Mirá esto como una oportunidad para mantener tu puesto en el centro de estudiantes… y para progresar aún más. Sé que lo que más querés es llegar lejos en la vida, y que estás dispuesta a hacer lo que sea para lograrlo. Vení… ya sabés qué hacer ―señaló su propia v***a.
Issa Levitz se mordió el labio inferior, por un minuto las chicas del club (excepto Oriana que ya sabía lo que iba a ocurrir), pensaron que la rubia daría media vuelta y se marcharía de la oficina. Realmente parecía decidida a irse.
Sin embargo, dio un paso hacia adelante y no hacia atrás. Lentamente se arrodilló frente al decano, admiró ese falo erecto ante sus ojos y lo agarró con una mano.
―Ya sabía que ibas a ser una chica obediente y servicial. Demostrame que querés llegar lejos, y yo te voy a ayudar a conseguirlo.
Issa abrió la boca y se tragó buena parte de esa v***a. Sus mejillas se pusieron rojas al instante y las chicas del club fueron testigo de cómo se esforzaba para meter la mayor porción de ese falo dentro de su boca. Le costó trabajo, porque era demasiado ancha para su boca; pero Issa demostró que en esto del sexo oral tiene experiencia.
―¡Qué puta! ―Comentó Rachel―. Se nota que no es la primera vez que lo hace.
―Ya sabíamos que lo hizo con un profesor ―dijo Valeria.
―Sí, ya sé… pero es distinto verlo. Además Issa aseguraba que no lo hizo para obtener alguna ventaja. Ahora no me quedan dudas…
―Exacto ―dijo Oriana―. Ya sabemos que Issa está dispuesta a comerle la pija… o la concha, a cualquiera, si eso le da alguna ventaja. Además… a mí me parece que le gusta, le da cierto morbo. O sea, miren cómo la chupa. La primera vez que vi esto sentí un poco de pena por ella, porque prácticamente la están obligando a chuparla; pero después de verlo varias veces me di cuenta de que lo está disfrutando. Le brillan los ojos y se la traga toda con muchas ganas, incluso… miren… ahí… ―señaló la pantalla―. Está sonriendo… y ahora se manda a lamerle los huevos. Es como si se estuviera esforzando mucho para que Mario Dalessi lo disfrute.
Ahora la incomodidad invadió a Sasha, ella se estaba pajeando a buen ritmo y también lo estaba disfrutando. Las palabras de Oriana le recordaron lo que ocurrió con Alexis y como ella… ¿lo disfrutó? ¿realmente llegó a disfrutarlo?
Se sintió culpable. Sintió que ella y Issa Levitz en realidad no eran tan distintas.
―Uf… cómo te gusta comer pija ―dijo el decano, desde la pantalla―. Si lo hubiera sabido antes, te hubiera tenido todo el año arrodillada detrás del escritorio. Este es el mejor lugar para vos en este instituto. Es una pena que Brenda se haya ido. Me hubiera encantado que vos también participaras en la… negociación. Estoy seguro de que te hubieras portado muy bien con ella.
― Fíjense como, a pesar de las palabras humillantes ―comentó Oriana―, Issa la chupa cada vez más rápido. Es como si le calentara que la humillen.
Una vez más esas palabras resonaron en la psiquis de Sasha. Alexis también la había humillado, y ella le siguió el juego. Lo dejó hacerlo. ¿Por qué? ¿Por qué cayó tan bajo? ¿Por qué Issa permite que el decano la trate como una puta barata? ¿Por qué la chupa cada vez con más ganas?
Sasha pensó que quizás Issa no estaba disfrutando, solo quería terminar lo antes posible. Sin embargo, cuando llegó el momento del gran final y la leche de Mario empezó a saltar para todos lados, Sasha vio como los ojos de Issa Levitz se iluminaron, la rubia recibió toda la descarga con la boca abierta y permitió que el semen le cayera por toda la cara. Eso lo podría haber evitado, ya había cumplido su objetivo. La única explicación que Sasha encontró es que, efectivamente, Issa Levitz lo estaba disfrutando.
El video llegó a su fin.
Las chicas dejaron de tocarse y una vez más las volvió a invadir la vergüenza, a todas menos a Rachel, ella sí estaba contenta con lo ocurrido. Sufrió un poco en algunos momentos, pero sobre el final del video realmente llegó a disfrutar de unos minutos de masturbación. Las otras pensaban que quizás se les había ido un poco la mano, incluso Sasha, que ya había vivido algo parecido con Andrea. Ahora su mente estaba poblada por las dudas y pensó que quizás esto era forzar demasiadola confianza entre ellas.
―Esto es fantástico ―dijo Valeria, con ganas de dirigir el tema de conversación hacia un punto en el que no fuera necesario hablar de la incómoda sesión de masturbación―. Con este material podemos protegernos del Mario Dalessi si, en algún momento, quiere echarnos del instituto o algo así.
―¿Y por qué habría de echarnos? ―Preguntó Oriana.
―Y… ya viste que no le gustó nada que nos metiéramos en el asunto de Brenda, y en el instituto pasan muchas cosas raras. Si nosotras llegamos a esclarecer alguno de esos asuntos, seguramente vamos a tener problemas con el decano.
―Creen que él pueda estar involucrado con la web porno, Uvisex? ―Preguntó Sasha.
―Es muy posible ―dijo Rachel―. Por el miedo que mostró Emilia al hablar de las personas involucradas da para pensar que Mario Dalessi podría estar involucrado.
―Además ―continuó Valeria―, es una web porno que contrata alumnas del instituto. Es muy difícil que el decano no sepa nada de eso, aunque la página se mantenga súper exclusiva.
―También hay que tener en cuenta ―dijo Oriana―, que su hija es una de esas actrices porno. Me pregunto si Mario Dalessi lo sabrá.
―Hay que averiguarlo ―dijo Rachel―. Tenemos que hacer una lista de todo lo que tenemos que investigar con temas relacionados a Uvisex. Yo no me voy a quedar tranquila hasta saber quién está detrás de todo eso.
―¿Te molesta que usen a las alumnas del instituto de esa forma? ―Preguntó Oriana.
―Sinceramente, no ―respondió Rachel―. Porque, al fin y al cabo, todas entran por voluntad propia. Te tientan un poco con el asunto de la beca, es cierto; eso sí que está mal; pero más allá de eso, no creo que estén obligando a nadie. Quiero averiguarlo solo porque me da mucha curiosidad. Me gustan los misterios.
―Y yo lo veo como un desafío ―aseguró Valeria, mientras se ponía el pantalón. Las demás chicas también comenzaron a vestirse―. Me encantan los desafíos. Quien esté detrás de Uvisex se empeñó mucho para que esta web funcionara de forma casi clandestina dentro de un instituto de alto prestigio. Hacer eso no es nada fácil.
―Sí, yo también quiero llegar al fondo del asunto ―dijo Sasha―, en especial porque la mamá de mi mejor amiga estuvo involucrada.
―Bueno, de momento así estamos ―dijo Valeria―. Tenemos algunas aristas sobre las cuáles trabajar; pero también necesitamos un nuevo caso. Si alguna encuentra algo, no dude en compartirlo.
Rachel se puso tensa, ella tenía un caso en mente: La misteriosa desaparición del bolso de Kamilexia. Sin embargo no se animó a compartir nada del asunto. La estaban pasando muy bien y considero que no era el momento más apropiado para decirle a sus amigas que su hermana las había acusado de ladronas. Ese asunto puede esperar.
La reunión sumamente informal se dio por finalizada cuando todas salieron del cuarto de juegos de Valeria. Rachel y Oriana se fueron a sus casa, pero Sasha tenía otros planes. Había algo ocupando su cabeza desde hacía varios días y ya no aguantaba más. Tenía que hablar con la madre de su ex-mejor amiga.