Chantajes

2684 Words
Mientras las chicas se preparaban para el inicio de una nueva reunión del club de detectives, Sasha se dio cuenta de que se alegraba de haber vuelto. Hubiera sido un error alejarse de sus nuevas amigas y de la emoción de sumergirse en un caso hasta llegar a una resolución final. Con el caso de Andrea no la pasó bien, la afectó de forma directa y personal; con el de Brenda Ramallo lo disfrutó un poco más, a pesar de que no tuvo que hacer prácticamente nada y todo se resolvió rápido. Sin embargo ahora estaba sintiendo la “euforia del detective”. Ese término se lo escuchó a Valeria cuando le preguntó por qué había decidido crear este club. “Por la euforia del Detective”, le respondió sin más. Al principio no lo entendió, le iba a pedir que se lo desarrolle un poco; pero ahora, sin necesidad de que nadie se lo explicara, comprendió de qué se trataba. Se pasó todo el día acelerada, con la ansiedad por las nubes, esperando por esta reunión porque sabía que sus amigas se entusiasmarían con este nuevo caso. Sabía que no sería nada fácil de resolver y que, probablemente, tendrían que hacer muchas “investigaciones de campo”. Ese término también lo aprendió de Valeria. Quizás las “investigaciones de campo” eran su especialidad, así como a Oriana se le daba muy bien la investigación en internet. Sasha sentía que el trabajo mental no era su fuerte, eso se lo dejaba a Valeria y a Rachel, ellas eran realmente buenas conectando información y elaborando métodos de investigación. Sasha, en cambio, era más visceral. Más de actuar que de pensar. Cuando Valeria la felicitó por haber pensado en una trampa para hacer caer a Emilia en sus propias mentiras, Sasha se lo agradeció y guardó silencio; pero en su fuero interno dijo: “Yo no planifiqué nada. Las cosas simplemente se dieron así”. Fue ella la que cayó en las garras seductoras de Emilia y Andrea, y si logró salir de allí fue porque se dio cuenta de que Emilia estaba chantajeando a alumnas becadas para que se convirtieran en actrices porno. Eso no le gustó nada. Ahora quería hacer las paces con Emilia y sabía que la mejor forma era ayudando a Mercedes. ―Me siento mal ―fue lo primero que dijo Rachel en la reunión. ―Te dije que comerte todo el paquete de Doritos te iba a caer mal ―le contestó Valeria. ―No me refiero a eso. Soy inmune a los Doritos. Llevo años comiéndolos. Me siento mal porque Sasha ya consiguió dos casos para el club, y yo ninguno. ―Bueno, pero en realidad el primer caso fue una petición personal ―dijo Sasha―. Este sí es un caso oficial que no está vinculado conmigo, al menos de forma directa. Eso sí, antes de contarles de qué se trata, necesito que me prometan que van a tener la más absoluta discreción. Nadie se puede enterar quién es la persona que “nos contrató”, si es que se lo puede llamar un contrato. ―Si bien esto del club de detectives es un pasatiempo ―comenzó diciendo Valeria―, yo me lo tomo muy en serio. Algún día me gustaría ser detective privado, de verdad. Y no podría serlo si me la paso contando chismes sobre quién me contrató. ―Yo también prometo que no voy a contarle a nadie ―dijo Oriana―, y ahora tengo mucha más curiosidad sobre este caso. ¿Nos contrató alguien que trabaja en el instituto? ―O quizás una persona famosa ―sugirió Rachel―. Podés hablar con total libertad, Sasha, yo opino igual que Valeria. ―Muy bien, me alegra saberlo. Además nuestro trabajo consiste en evitar que cierta información salga a la luz. Ahora les explico de qué se trata. ¿Alguna vez vieron la serie de Minerva Santos? ―No es mi estilo, pero la conozco ―dijo Valeria. ―Yo sí la miro, aunque no estoy tan al día ―aseguró Oriana―. Me cae muy simpática la actriz: Mercedes Navarro ―Sasha sonrió de una forma muy particular y Oriana abrió mucho los ojos―. ¡Jodeme! ¿Me estás queriendo decir que nos contrató la mismísima Mercedes Navarro? ―Así es. Quizás no lo sepan, pero ella fue estudiante de este mismo instituto. ―Las tres chicas parecieron sorprendidas―. Y esperen… porque esto les va a parecer todavía más loco: Mercedes es una de las amantes de Emilia. ―¿Qué? ―Oriana se puso de pie de un salto―. ¿Me estás cargando? Pero… pero… si ni siquiera parece lesbiana. Hasta se rumorea que anda de novia con uno de los chicos de la serie. ―Esos rumores, según me contó la misma Mercedes, los empezó a difundir ella misma, para enmascarar su verdadera orientación s****l ―Oriana volvió a sentarse lentamente, como si no quisiera creer en las palabras de Sasha―. Y ahí es donde radica el problema: resulta que hay una revista local, de esas de moda y chimentos, que está amenazando a Mercedes con “sacarla del clóset”. ―¿A la fuerza? ―Preguntó Rachel―. Eso no está bien. Mercedes no está obligada a contarle a todo el mundo cuál es su orientación s****l. ―Eso mismo le dije yo ―continuó Sasha―. A Mercedes le preocupa mucho que se sepa que ella es lesbiana, no solo por la opinión que tendrá su familia, sino porque además podrían echarla de la serie. ―No creo que la echen por ser lesbiana ―dijo Valeria―. Hoy en día eso sería un escándalo para la productora. ―Por supuesto; pero… ¿qué pasaría si la orientación s****l de Mercedes se explica a través de fotos muy explícitas? Fotos y videos… ―Uf, ahí sí que la echan ―dijo Oriana―. La productora de esa serie es famosa por echar a cualquier actriz que haya tenido un mínimo escándalo s****l. Ellos quieren aparentar que todas las actrices de sus series son vírgenes, puras y castas, como monjas. Me acuerdo que hace como un año echaron a una actriz secundaria de esa misma serie porque la chica subió fotos en topless a internet. ―Claro, eso también me lo contó Mercedes. Piensen que si echaron a una chica solo por mostrar las tetas… ―A Mercedes la fulminan si las fotos son muy explícitas ―comentó Valeria―. ¿Y cómo consiguió la revista ese material? ¿Qué le dijeron a Mercedes? ¿Hay una fecha límite? ―Por lo que tengo entendido sí hay una fecha límite. Pero Mercedes no me dio más detalles, antes quiere estar segura de que estamos dispuestas a ayudarle y que no vamos a contarle a nadie. Me imaginé que ustedes iban a decir que sí, por eso le pedí a Mercedes que esta tarde fuera a mi casa. Mis padres no van a estar, así que nadie nos va a molestar. ―Muy bien, vamos a hablar con ella. Este caso me interesa mucho ―aseguró Valeria. * * * Un par de horas más tarde las cuatro chicas se juntaron en la casa de Sasha. Esperaron unos largos veinte minutos en el living hasta que alguien tocó el timbre. Al abrir la puerta se encontraron con una mujer con un pañuelo floreado sobre la cabeza y anteojos negros. ―Me parece que alguien no quiere que la reconozcan en la calle ―dijo Sasha. ―Perdón, sé que parece exagerado; pero… nunca se sabe cuándo habrá paparazzis cerca. ―Está bien, es bueno que seas precavida. Pasá, te presento a Valeria, la hija de Verónica LeClerc. ―Ay, encantada… amo los diseños de tu mamá. Es una diosa. ―Muchas gracias ―dijo Valeria, con una sonrisa cordial muy mal fingida. ―Ella es Rachel, la hermana de Kamilexia. ―La Kamilexia que hace streams? Wow! Siempre quise hacer algo con ella. Me parece una chica muy copada. ―Yo no opino igual ―dijo Rachel―. Así que no me pidas que te contacte con ella. ―Uy, perdón… em… no era mi intención meterme en una disputa familiar ―cuando la puerta se cerró, Mercedes se quitó los anteojos y el pañuelo, deslumbrando a las presentes con su belleza. Oriana reprimió un pequeño grito de alegría que salió de lo más hondo de su ser. ―Y ella es Oriana ―dijo Sasha―. Siempre se pone nerviosa cuando está cerca de gente famosa. ―Ay, es que no estoy mentalmente preparada para estas cosas. Chicas, entiendan que ustedes viven en un mundo muy diferente al mío. Yo no conozco a nadie que sea famoso. ―Yo tampoco ―dijo Sasha―, hasta ahora. Pero conocer gente famosa no es algo que me impresione tanto. Me puse un poco nerviosa la primera vez que vi a Mercedes porque ella estaba des… em… es que me sorprendió verla aparecer en la casa de Emilia. Ay, perdón, Mercedes, me vas a odiar por esto; pero… ya le conté a las chicas qué tipo de relación tenés vos con Emilia. Aunque… te prometo que ellas no le van a contar a nadie. ―Está bien ―Mercedes se dejó caer en un sillón, estaba abatida―. Me aterra que haya gente que sepa de esto, siempre hice un gran esfuerzo por enterrarlo. Pero, si ustedes me van a ayudar, tienen que saber estos detalles. No tiene sentido negarlo. Al menos ya rompiste el hielo por mí, de lo contrario no me hubiera animado a hablar del tema. ―Quedate tranquila, Mercedes ―dijo Valeria―. Con la madre que tengo aprendí a ser muy discreta. Nada de lo que nos cuentes acá se va a saber. Tomalo como un “secreto profesional”. Nosotras trabajamos para vos, aunque no nos pagues. ―De eso quería hablarles. Yo estoy dispuesta a pagar, el dinero no es un problema. ―Muy bien, te aceptamos el pago ―se apresuró a decir Oriana―. Ay, no me miren así. ¿A ustedes les gusta estar mendigando el dinero de sus madres? A mí no. Si me van a pagar por esto, lo acepto encantada. No es ninguna deshonra cobrar por un servicio prestado. ―Mmm… bueno, Oriana tiene un buen punto ―dijo Valeria―. Ese dinero nos podría servir para financiar nuestros… em… proyectos. ―Sí, por favor, acepten el pago ―insistió Mercedes―. Me quedaría mucho más tranquila si sé que hay una especie de contrato verbal entre nosotras. ―Por si querés demandarnos ―dijo Rachel. Mercedes se puso pálida―. Está bien, no te culpo por cubrirte las espaldas. Hacés bien. En tu situación yo haría lo mismo. Te aceptamos el pago y podemos decir que tenemos un contrato verbal de confidencialidad. No vamos a contarle a nadie sobre tu caso, y vamos a esforzarnos al máximo por encontrar una solución a tu problema. ―Muy bien. Gracias por entender. ―Después te pasamos el detalle de nuestros honorarios ―dijo Oriana―. Y a eso le vamos a sumar los gastos que vayan surgiendo durante el trabajo. Hasta podríamos hacerte un documento firmado por las cuatro jurando que no le vamos a contar nada a nadie. ―Ok, eso me gusta más. Me deja más tranquila. Perdón por ser tan paranoica… ―No te disculpes, Mercedes ―dijo Sasha sentándose a su lado. La tomó de la mano y la miró fijamente a los ojos―. Después de lo que te dijeron de esa revista, es lógico que estés paranoica. Te estás jugando la carrera… y tu privacidad. ―Muchas gracias ―dijo Mercedes, sonrojándose. De forma instintiva, con su mano libre, acarició la pierna de Sasha. Sasha no le prestó demasiada atención a este gesto, pero a las otras tres les pareció algo extraño. ―No tengas miedo ―dijo Sasha―. Contale a mis amigas lo que te está pasando. Nosotras estamos para ayudarte. ―Muy bien, voy a intentar darles la versión corta, para saber si les interesa el caso. Como ustedes ya saben, yo… em… soy lesbiana. Me gustan las mujeres. Lo sé desde hace tiempo. Esto siempre fue un problema para mí, vengo de una familia conservadora que no está a favor de la homosexualidad, y además… mi trabajo. Soy actriz, y no cualquier clase de actriz. Trabajo en Caleri, una productora que cuida mucho su imágen y la de sus actrices. Ellos no quieren que se sexualice a las chicas que trabajan para ellos. Por un lado está bien, nunca te van a obligar a hacer una escena picante; pero a veces se pasan un poco con las medidas que toman. ―Como cuando echaron a tu compañera por subir una foto en topless a internet ―comentó Oriana. ―Sí, pobrecita. Ella sabía que estaba corriendo un riesgo, y cometió el error de creer que el apoyo de la gente le sería suficiente. Pero en Caleri comenzaron a correr el rumor de que era una chica conflictiva, que se drogaba, que maltrataba a sus compañeros, y otras aberraciones. Hasta nos hicieron firmar un contrato de confidencialidad donde nos comprometíamos a no opinar sobre ese tema. ―Qué hijos de puta ―dijo Rachel. ―Ahora imaginen lo que me puede pasar a mí si sale a la luz que soy lesbiana. Hace unas semanas la revista Caleidoscopio me contactó para avisarme que tenían “material sensible” sobre mi vida privada. Al principio no les di mucha importancia, no es una revista muy grande, de hecho escuché rumores de que están al borde de la quiebra. Tampoco les creí eso de “el material sensible”, porque yo soy muy cuidadosa con mis relaciones. No me gusta sacarme fotos ni filmar nada durante el acto s****l. Hace cuatro días recibí el email que me alteró la vida por completo. El editor de la revista Caleidoscopio me decía: “Tendrías que concedernos una entrevista, este material saldrá a la luz dentro de quince días”. Y adjuntó fotos y videos muy explícitos en los que yo estoy teniendo sexo con una chica. ―Te pidieron dinero? ―Preguntó Valeria. ―Sí ―respondió Mercedes, con pesar―. Me dijeron que ellos pueden ganar mucho publicando esto y que si yo quiero prohibirles sacar esta nota, tendré que compensarlos de la forma apropiada. ―Esto es chantaje… podrías ir a la policía ―dijo Oriana. ―Lo sé. Lo que están haciendo es ilegal, pero si voy a la policía va a ser peor. El editor filtraría todo el material y yo quedaría expuesta… y sin trabajo. Por eso recurro a ustedes. No sé qué más hacer, y solo quedan once días para la fecha límite. ―Pero… ¿Qué podríamos hacer nosotras? ―Preguntó Oriana―. Me da mucha bronca que estés pasando por esta situación; pero éste no parece un caso de investigación. Vos ya sabés quién intenta arruinarte la carrera. Creo que te saldría más rentable contratar a alguien que amenace a ese tipo, o algo así. ―Lo pensé. Sé que es algo horrible, pero llegué a pensar en esa alternativa. Y después, con la mente fría, me dije a mí misma que no soy esa clase de persona. Quisiera encontrar otra solución, una más… pacífica. ―Oriana tiene un buen punto ―comentó Valeria―. Más que un trabajo de investigación éste sería uno de “resolución de problemas”. No es nuestra área; sin embargo, podríamos usar nuestras dotes detectivescas para averiguar más sobre la revista Caleidoscopio y sobre su editor, quizás encontremos información que nos permita, em… disuadirlo. ―Es decir, ¿chantajearlo para que no chantejee a Mercedes? ―Preguntó Sasha.
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