El Rico Decano

2343 Words
Después de lo que ocurrió con Brenda Ramallo, los ánimos en el club de detectives decayeron un poco. A ninguna de las integrantes le agradaba saber que, por sus acciones, una profesora fue despedida. Ya habían pasado tres días desde esa incómoda reunión con la “junta directiva” y desde entonces no habían vuelto a estar las cuatro juntas en el mismo lugar. Esta vez el punto de reunión fue el dormitorio de Valeria que era la antítesis del cuarto de Rachel. Aquí todo estaba muy pulcro y ordenado, los muebles parecían antiguos y costosos, en perfecto estado de conservación. Oriana pensó que era como estar dentro de una casa de muñecas y se preguntó cómo sería vivir entre tanto dinero y lujo… y fama, porque además Verónica LeClerc, la madre de Valeria, era una famosa diseñadora de modas. Oriana se sintió incómoda, este era un mundo al que ella no pertenecía. Aún así en ningún momento notó que Valeria intentara hacer alarde de sus ostentosas posesiones. ―Para estar más cómodas, vamos a la otra sala ―dijo Valeria. Entraron por una puerta que estaba dentro del mismo dormitorio. Oriana se quedó boquiabierta. Esta sala estaba dedicada pura y exclusivamente a consolas de videojuego. Había un montón, desde clásicas como la Super Nintendo o la Sega Génesis, hasta las más modernas, como la PlayStation 5 o la Xbox Series X. ―¡Wow! ―Exclamó Oriana―, no sabía que te gustaran tanto los videojuegos. ―¿Viste? ―Comentó Rachel―. No tiene el perfil de una chica adicta a los videojuegos, cualquiera que la vea con ese corte de pelo tan prolijo y sin gracia y esos anteojos gigantes piensa que es una chica que se pasa el día estudiando. ―Admito que yo pensé lo mismo ―dijo Sasha―. También me sorprende ver tantos videojuegos. ―A Valeria le encantan ―aseguró Rachel―, y a mí también… aunque mi fanatismo por los videojuegos no llega tan lejos como el de Valeria. Ella juega de todo. ¿Y ustedes juegan a algo? ―Yo nunca juego a nada ―aseguró Sasha―. Lo mío son los deportes. Me pongo nerviosa si tengo que pasar muchas horas sentada frente a una pantalla. Necesito moverme. ―Entonces podés probar con la Nintendo Wii ―le dijo Valeria―, tiene muchos juegos que implican moverse, a mí me molesta un poco tener que jugar así, sinceramente prefiero estar tirada en el sofá. A Valeria le incomodó un poco que descubrieran su gran afición a los videojuegos, aún no estaba acostumbrada a compartir eso con otra persona que no fuera Rachel, sin embargo las chicas parecieron tomárselo de buena manera. ―¿Y vos, Oriana? ―Preguntó Valeria, ya más animada―. ¿Jugás a algo? ―No mucho, algún jueguito del celu, y alguna cosita en la compu. Juegos sencillos, que no pidan mucha potencia, como Stardew Valley. Me gustan los videojuegos, hay varios que quisiera probar; pero mi computadora es bastante vieja. ―¿Y cuál te gustaría probar? ―Quiso saber Valeria. ―Em… me hablaron muy bien de Zelda: Breath of the Wild, pero… los únicos Zelda que jugué son los viejos… usando emuladores. ―No digas malas palabras frente a Valeria ―dijo Rachel―, ella odia los emuladores. ―Ay, perdón ―Oriana se tapó la boca. ―Los odio porque yo me puedo permitir comprar los juegos y las consolas originales; pero entiendo que no todo el mundo puede hacerlo. ―Valeria se acercó a una caja llena de stickers de personajes de Super Mario, Zelda, Kirby, y muchos otros. Le tendió esta caja a Oriana―. Tomá, acá tenés la Nintendo Switch, para que puedas jugar al Zelda. Te la presto. ―¿Qué? No… no… no puedo aceptar que me prestes algo así. ¿Qué pasa si se me rompe? Yo no puedo comprarte una de repuesto. ―No te preocupes por eso ―dijo Valeria―, Rachel ya me rompió más controles y consolas de las que puedo contar ―Rachel sonrió y asintió con la cabeza―. Si se rompe, compro una nueva y ya está. ―No sé… no puedo… ―Aceptalo, Oriana ―dijo Sasha―, no seas boluda. Lo hace con buena intención y vas a poder probar el juego que tanto querés. ―Y podés tenerla todo el tiempo que quieras ―dijo Valeria―, porque esta es la Switch estándar, ya no la uso, tengo el modelo nuevo. Y antes de que la rompa Rachel, prefiero que la rompas vos. ―Emm… bueno, si lo ponés de esa manera, lo acepto. A pesar de sus miedos, Oriana se moría de ganas de tener esa consola en sus manos. Al llegar a su casa debía pasar muchas horas encerrada en su habitación, para evitar las estrictas normas de convivencia de sus padres. Kaito, su hermano mayor, prefiere pasarse el día en la calle, con sus amigos, como si fuera un m*****o de la Yakuza. Ahora Oriana puede hacer algo parecido, porque por fin tiene amigas; pero no puede estar todo el día con ellas, y tener algo con qué divertirse en su casa le viene como anillo al dedo. Valeria y Oriana prepararon todo para la presentación. Luego las cuatro chicas se sentaron en el sofá frente al televisor y Valeria dijo: ―A ver qué pudiste conseguir, Ori. ―Ay, sí… al fin. Llevo tres días aguantándome las ganas de mostrarles esto. No sí si Rachel y Sasha lo saben, pero justo antes de que finalizara la reunión con Brenda Ramallo, Valeria me pidió que entrara a la oficina de Mario Dalessi para esconder mi celular. Por suerte la oficina estaba vacía y justo al lado de la silla hay un archivero. Arriba está lleno de adornos, como fotos en portarretratos y plantas. Escondí mi celu detrás de una de las macetas, con la cámara encendida apuntando justo a la silla… edité un poquito la grabación, para eliminar los minutos previos en los que no pasó nada, y esto es lo que conseguimos. En la pantalla del televisor apareció el mismísimo Mario Dalessi, estaba sentado en la silla, detrás de su escritorio, con una erección más que evidente. Su pantalón parecía una carpa. Escucharon cómo la puerta de la oficina se abría y luego se cerraba. Brenda Ramallo apareció en escena. ―Te estaba esperando ―dijo Mario. ―Se nota ―Brenda señaló el bulto en el pantalón―. Se ve que ya estuviste pensando en cómo vamos a negociar mi despido. Bueno, arranquemos con eso de una vez. Brenda comenzó a desnudarse de la cintura para abajo. ―Pensé que opondrías más resistencia al despido ―dijo Mario. ―No tiene sentido. Mis días como profesora en este instituto ya se terminaron. Ahora lo único que me preocupa es mi indemnización… y sé que vos te vas a esforzar para que yo la consiga. Brenda colocó su culo a la altura de la cara de Mario Dalessi y apoyó los codos en el escritorio. Mario no perdió tiempo, se mandó de una a chupar esos gajos vaginales y también se encargó de darle una buena lubricación al culo de Brenda. Luego de unos minutos de lamidas, decidió pasar a la acción usando su herramienta. Sacó del pantalón la v***a completamente erecta y comenzó frotarla contra la concha de Brenda. ―Andá directamente por el culo ―dijo la profesora―. Sé que te gusta, y no tenemos mucho tiempo. La metiche de Noemí García podría aparecer en cualquier momento. ―A esa sí que le hace falta una buena cogida ―dijo Mario. ―¿Y por qué no se la das? Estoy segura de que cuando vea el pedazo de pija que tenés, se va a dejar garchar toda. ―Si a esa frígida le llego hacer la menor insinuación s****l, me denuncia. ―Es posible, sí. La v***a de Mario comenzó a entrar por el culo de Brenda, las chicas recordaron cómo la profesora le pidió a Issa Levitz que se lo dilatara, justamente para esta ocasión. Por el ángulo de la cámara, pudieron ver perfectamente como el agujero del culo se abría para dar paso a la potente v***a de Mario. ―Uf… mamita querida. Extrañaba esta pija. ―Y yo extrañaba este culo. Es hermoso. ―Gracias… y gracias a él conseguí varios aumentos ―Brenda sonrió mientras disfrutaba de la penetración anal―, y bueno, tu v***a también tuvo un poco que ver con eso. Si me dejé garchar tantas veces es porque la paso bien. ―Si querés, después del p**o de la indemnización, nos podríamos encontrar en algún lado… hasta me gustaría conocer a tu amiga Lola. ―Eso te va a costar caro. Lola no es de las que cobren barato… y yo tampoco. Es más, de ahora en adelante voy a aumentar mis precios, ya que va a ser mi único trabajo. Oriana pausó la grabación. ―Esta parte me pone un poco mal. Me siento responsable de que ahora Brenda Ramallo deba dedicarse a la prostitución. ―Brenda ya era prostituta ―dijo Valeria―. Le cobraba a los alumnos para coger con ella. Solo que ahora se va a dedicar a eso a tiempo completo. No me siento culpable porque ella misma se metió en esta situación. Perdió la sutileza. ―Sí, quiso llamar demasiado la atención, y lo consiguió ―dijo Rachel. ―Bueno, sí… es posible. ―Las chicas tienen razón, Ori ―dijo Sasha―. Nosotras solo juntamos las evidencias y las expusimos; pero a Brenda la hubieran echado tarde o temprano. ―Es posible, sí… bueno, de ahora en adelante no hay más conversación. Es puro sexo. ¿Lo quieren ver? ―Lo quiero ver… pero me voy a poner más cómoda ―dijo Rachel, al mismo tiempo que se ponía de pie. Comenzó a quitarse el pantalón y también se despojó de la tanga―. No me miren así, chicas. Creo que ya tenemos la confianza suficiente. A Sasha la vi comiendo v***a como si fuera una actriz porno; y a vos, Ori… te vi con la concha abierta mientras la hija de Mario Dalessi te la chupaba toda. Eso sin contar la sesión de fotos que hiciste con Mariela. A mí me da cierto… morbo ver como una profesora se deja coger por el decano del instituto. ―Siempre tuviste una vena voyeurista ―dijo Valeria. Ella también se puso de pie y se desnudó de la cintura para abajo. Le avergonzaba un poco desnudarse de esa manera frente a Sasha y Oriana, pero no quería dejar sola a Rachel, además, ella también tenía ganas de tocarse. Las imágenes en pantalla eran demasiado eróticas. ―Gracias, chicas ―dijo Oriana, con una amplia sonrisa. Las otras dos no entendieron nada y con la mirada le expresaron su confusión―. Es que… yo también quiero hacer lo mismo. Y con esto me hacen sentir menos culpable, porque durante los últimos tres días me la pasé pajeándome mientras miraba estos videos. Desde que me anoté en el club de detectives ando más pajera que nunca. Les juro que yo no era así. ―Lo mismo digo ―dijo Sasha―. Y no voy a ser la única que se quede con la ropa puesta. Si bien mi relación con Andrea no es la mejor en este momento, aprendí algo importante con ella: La “paja entre amigas” tiene un gustito especial. Sasha no añadió que, además de amigas, podía compartir ese momento tan íntimo con su madre. Tampoco quiso pensar en eso. Al fin y al cabo llegó al acuerdo con su mamá de no volver a caer en esas prácticas, porque podían llegar muy lejos en poco tiempo. Sasha miró las conchas de sus amigas, todas las tenían completamente depilada, ella era la única que mantenía una delgada franja de vello púbico. De pronto esas conchas empezaron a bombardear su cerebro con imágenes “inapropiadas” que incluían sexo lésbico. También quería evitar pensar en eso. El video se reanudó. Ahora las cuatro chicas estaban sentadas, con las piernas abiertas, lo que las obligaba a apoyarlas sobre el muslo de la que tuvieran al lado, o dejar que la pierna de una de sus amigas se posara sobre la de ellas. En el centro estaban Oriana y Rachel, a la izquierda de Oriana se encontraba Sasha, y en el otro extremo, a la derecha de Rachel, estaba Valeria. Se podían ver cómo los dedos de las cuatro ya estaban acariciando su zona genital. Estaban nerviosas y algo incómodas; pero al mismo tiempo las cuatro creían que esto ayudaría a fortalecer mucho la amistad y la confianza. Mientras admiraban las rítmicas penetraciones que recibía el culo de Brenda, Sasha pensó que era bastante morboso estar viendo a una profesora, con la que había tenido tantas clases, en una actitud s****l que parecía sacada de una película porno. Esto le permitió excitarse con la masturbación. No lo sabía, pero fue la única de las cuatro en llegar a ese estado de excitación. Las otras tres se mantuvieron con toqueteos nerviosos y no llegaron a experimentar la calentura del momento. Hasta la misma Rachel pensó que quizás no fue tan buena idea esto de la “paja entre amigas”, quizás era demasiado pronto. La que más incómoda se sintió fue la dueña de casa. Valeria se limitó a dejar su mano frente a su v****a, ya no mostraba la seguridad de minutos antes, cuando salió a respaldar a su mejor amiga. No era la primera vez que terminaba en una situación incómoda por culpa de Rachel y sabía que no sería la última. Además le resultaba demasiado grotesco ver a la profesora Ramallo gimiendo de placer mientras la gruesa v***a del decano le taladraba el culo.
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