¿Quieres que la grabe cogiendo?

3058 Words
―No te preocupes ―Brenda mostró una sonrisa maliciosa―, pelear es lo último que quiero hacer. Ahora mismo solo pienso en pasarla bien un rato. Disfrutar un poco de mi último día como profesora en este instituto… y Issa, por ser la responsable de mi despido, me va a ayudar. No es cierto? ―La aludida miró fijamente al piso y no dijo nada―. También podríamos aplicar un método alternativo para celebrar mi despedida. Podría ir a contarle todo lo que sé al decano. Sabés que con él me entiendo muy bien, siempre y cuando esa hija de puta de Noemí García no esté presente. ―No… por favor… no le cuentes nada. Yo no quería que te echen, de verdad. Lo siento mucho. Si supiera que te pueden contratar otra vez, haría cualquier cosa para arreglar la situación. ―La situación ya no tiene arreglo, pero sí puede mejorar… al menos para mí. Ya te imaginarás lo que tenés que hacer. ―Mmm… y cuándo tendría que hacerlo? ―Preguntó Issa, toda la seguridad que la caracterizaba parecía haberse difuminado por completo. ―Ahora mismo. ―¿Qué? ¿Ahora? ¿Acá? ―Sí, acá… estas pendejas también me complicaron la vida, por ser tan metidas. Ellas podrían prestarnos el salón por un rato… y si quieren, se pueden quedar. No me molesta tener público. Antes de que cualquiera de las integrantes del club pudiera preguntar de qué se trataba todo este asunto, Brenda desprendió el pantalón de su traje gris y mostró su tonificado culo a todas las presentes. ―Hey, ¿qué pensás hacer? ―Preguntó Rachel. ―Yo no voy a hacer nada, solo me voy a quedar sentada… la que va a hacer todo es nuestra querida Issa. No es cierto, Issa? ―Brenda, por favor ―dijo la rubia―. Razoná un poquito. Está bien, hago lo que quieras; pero en otro lugar… en otro momento. ―No. Tiene que ser acá y ahora. De lo contrario voy derecho a la oficina de Mario Dalessi y le cuento todo. Hasta tengo evidencias fotográficas… y lo sabés. En cuestión de horas, vos tendrías que buscarte otro lugar donde estudiar. Nos iríamos juntitas a la calle. ¿Qué te parece? ―Está bien… está bien… entiendo tu punto. Querés joderme. Querés humillarme frente a estas chicas. Quizás me lo merezco, no lo sé… pero si es la única forma en que te apiades de mí y no le cuentes nada al decano, lo voy a hacer. ―Es la única forma ―dijo Brenda, al mismo momento en que bajaba su blanca y diminuta tanga. Su concha perfectamente depilada y bronceada quedó a la vista de todas. Se sentó en la silla y separó las piernas, con dos dedos se abrió la v****a y le hizo señas a Issa. Todas pensaron que la rubia no seguiría adelante. Y la sorpresa las invadió cuando vieron que la jovencita se acercaba a su profesora y se ponía de rodillas ante ellas. ―Dale, ¿qué estás esperando? Ya sabés lo que tenés que hacer ―espetó Brenda―. Ni que fuera la primera vez que me comés la argolla. ―¿Esto ya había pasado antes? ―Preguntó Oriana, con suma curiosidad. ―Así es ―Brenda agarró la cabeza de Issa y la fue acercando lentamente hacia su sexo. ―¿Fue durante lo que pasó con el profesor? ―Sí, a eso me refería con que esta putita no les había contado toda la historia. Si lo único que le dijo es que entre las dos le chupamos la pija al tipo, se queda corta. ¿Por qué no les mostrás lo que hiciste conmigo mientras yo comía v***a? Lo más lindo es que ni siquiera se lo tuve que pedir. Ella solita se ofreció. Valeria, Rachel, Sasha y Oriana miraron con asombro cómo Issa pasaba la lengua por toda la v****a de Brenda. De abajo hacia arriba, deteniéndose en la zona del clítoris. Allí comenzó a jugar con el botoncito, al mismo tiempo que lubricaba toda el área con su saliva. ―Uf… sí, qué rico… así… al menos me voy a llevar una rica chupada de concha. Seguramente esta putita tampoco les contó el motivo por el cual le chupó la pija al profesor. ―Nos dijo que fue porque vos la llevaste a hacerlo ―comentó Rachel. Brenda soltó una risotada. ―¿De verdad? ¿Me echó la culpa a mí? Bueno, yo estaba un poquito entonada, tenía ganas de garchar. Y cuando le comenté que ya tenía pija para comer esa misma noche, ella me siguió y se prendió a chuparla. ¿Saben por qué? Porque es la forma en la que ella consigue lo que quiere. ¿No es así, putita? Issa no respondió. Acercó más su boca a la concha, como si tenerla pegada a esos labios vaginales le ahorrara la vergüenza de tener que dar explicaciones. ―¿Conseguir cosas como cuáles? ―Preguntó Valeria. ―¿Cómo creen que llegó a ser presidente del centro de estudiantes siendo tan joven? Seguramente le habrá comido la pija al decano. ¿No es cierto? ―No, eso nunca lo hice ―respondió Issa, antes de volver a su tarea lésbica. Su lengua se movía con gran presteza por cada rincón de la concha de Brenda. ―Quizás no, pero sí que me di cuenta de cómo le manoseabas la pija mientras estas chicas mostraban las fotos… y él también te metió mano. Seguramente conseguiste ese puesto dejándote manosear por él ―esta vez Issa Levitz no respondió―. Y al profe le chupó la pija para que la aprobara en un examen. Y conmigo hizo lo mismo. ―No es verdad ―protestó Issa―. No lo hice para que me aprobaras. Yo soy capaz de aprobar por mi cuenta. ―Ahí es donde te engañás, chiquita. No sos tan buena alumna como creés ―la obligó a pegar la boca a su concha―. Dale, chupá con ganas… eso… así… meteme la lengua ―la rubia obedeció las órdenes de su profesora. Su lengua comenzó a explorar el interior de ese húmedo agujero―. Se nota que te gusta, putita… se nota mucho. Pero también se nota que lo hacés para conseguir favores. Sé de buena fuente que no hubieras aprobado el examen si no le comías la v***a al profesor. Él mismo te dio las preguntas antes de la evaluación. Y yo… bueno, digamos que fui muy generosa con la nota que te puse. Demasiado generosa. En mi materia no tendrás un diez, pero sí lo tenés en chupar conchas. ¡Qué buena sos! Y al parecer vos misma te encargaste de correr la voz, porque una de tus amiguitas vino a darme tremenda chupada de concha, porque “Ay, profe, estoy muy nerviosa con el examen”. Me la llevé al baño del cuarto piso y la tuve con la cabecita entre las piernas durante un largo rato. Lo hizo muy bien, aunque me juró que era su primera experiencia lésbica. ―¿Y qué hay de cierto en que le cobrabas a los alumnos para tener sexo con vos? ―Preguntó Valeria. ―Ese rumor tiene buenos fundamentos, no lo voy a negar. Hace un par de años había un pibe, alumno de primer año, que no paraba de hacerme comentarios de doble sentido, y cada vez que podía me arrimaba. Yo le dije, indignada, que si seguía mostrando ese comportamiento lo iba a denunciar con la junta directiva. Y ahí fue cuando él me dijo, así, sin vueltas: “Te p**o todo esto si me chupás la pija, puta”. Me quedé dura. Shockeada. En la mesa había un buen fajo de billete. Dólares. Y yo… pensé en las ganas que tenía de viajar a Cancún, y que, a pesar de que mi sueldo no es malo, estaba lejos de tener el capital necesario para hacer el viaje que yo quería. De esa forma descubrí que mi integridad tiene un precio. Ahí nomás, con el aula vacía, me arrodillé frente al pibe y no pasaron ni dos minutos que yo ya tenía la boca llena de pija. El pibe no paraba de decirme cosas como “Yo sabía que eras una puta petera”, “Cómo te encanta la pija”, “Te vas a tragar toda la leche”. Yo le dije que la leche no me la tragaba y él puso más billetes en la mesa, estos pendejos de familia rica parecen tener una impresora de dinero dentro del bolsillo. “Te la vas a tragar toda, como buena puta obediente”, me dijo. Y así fue… fui una puta obediente. Me tomé toda la lechita. Y saben qué fue lo más lindo? Se me mojó toda la concha. Fue una de las experiencias más calientes de mi vida. ―Así que tu amiga la prostituta no tuvo nada que ver con que vos empezaras a cobrar por sexo ―comentó Rachel. ―No exactamente, aunque sí tuvo su aporte. Mi amiga ya era prosti desde hacía años, todo bien con eso, yo nunca la juzgué. Y bueno, después de hacer esto, por supuesto que fui a contárselo a ella. Lola me dijo “Ahora entendés el morbo de cobrar por dejarte coger”. Y sí, sí que lo entendí. También me dijo: “Con unos cuantos petes a estos pendejos forrados en guita, nos vamos a hacer alta fiesta en Cancún”. Y bueno, ya saben lo que pasó. Fui a Cancún a que me rompan el orto a pijazos entre varios, y en la playa. Esa sí que se convirtió en la experiencia más morbosa de mi vida. Y Lola estuvo conmigo todo el tiempo. ―¿Así que subías fotos sugerentes a tus r************* para llamar la atención de futuros clientes? ―Preguntó Oriana. ―En parte sí; pero esa no era la única razón. Cuando empecé a hacer trabajitos de puta con Lola, empecé a sentirme más segura de mi propio cuerpo, de mi belleza, de lo que puedo generar en la gente. Hombres y mujeres. Por eso empecé a subir fotos sugerentes, y de a poquito empecé a sentir la necesidad de mostrar más. Era obvio que me iba a pasar esto. Es como una adicción. Una vez que empezás, después no podés parar. Sasha sintió un escalofrío recorriendo toda su columna vertebral. ―¿Y vos creés que a cualquier mujer le puede pasar eso? ―Preguntó Sasha. Brenda la miró sorprendida, como si recién se hubiera percatado de que esa chica de cuerpo atlético estaba ahí. ―Ah… vos sos la flaquita de las fotos fitness. Ahora me acuerdo. Ya me llegaron rumores sobre vos. Por cierto, vi tus fotos. Qué cuerpazo tenés. Te felicito. Sos preciosa… y se nota que te gusta jugar al límite. A mí no me extrañaría que dentro de un tiempo estés mostrando toda la concha y el orto. Quién sabe, hasta quizás te animes a mostrar algo más porno. La primera vez que subí a Twitter una foto chupando una pija, me maté a pajas de solo pensar en que habría mucha gente, conocida o no, viéndome con ese pedazo de falo en la boca. Fue muy morboso. ―Yo no pretendo llegar a tanto ―aseguró Sasha. ―Date tiempo, chiquita. Date tiempo. Brenda se tomó unos segundos para disfrutar de las habilidades lésbicas de Issa, quien no le daba respiro a su concha. ―Lo bueno es que voy a poder negociar una buena indemnización ―comentó la profesora Ramallo―. Al decano le encanta enterrarme el chorizo. ―¿También te lo cogiste a él? ―Preguntó Rachel. ―Sí, varias veces. ¿Cómo creen que aguanté tanto tiempo sin que me echaran? ¿Sabés las veces que alguien del personal de limpieza me sorprendió comiéndole la pija a un alumno? El decano se encargaba de negociar esas sanciones conmigo, personalmente. Y hoy me tocará entregarle el orto, no será la primera vez… a ver, Issa… ¿Por qué no me metés los dedos por el culo? Así me lo vas dilatando. La pija del decano es bien ancha, y si no voy preparada, me va a partir al medio. Eso, así… por cierto, tampoco es la primera vez que esta putita me mete los dedos en el orto. ―Para, no entiendo nada ―dijo Rachel―. Si te llevás tan bien con el decano. ¿Por qué te echó? ―Porque la situación ya era insostenible. Además, el decano no es quien manda en este instituto. ―¿Ah no? Yo creí que sí ―dijo Oriana. ―No, es solo una marioneta. Las que realmente mandan son las ilustres integrantes de la junta directiva. Un montón de arpías santurronas. Noemí García es una de ellas. Al decano solo lo dejan participar de las reuniones porque es el títere que necesitan. Porque las que en verdad se encargan de todo son ellas. ―Esto es muy turbio ―dijo Valeria―. Sabía que pasaban cosas raras en el instituto; pero no tenía idea de que también hubiera un grupo de señoras santurronas controlando todo desde las sombras. ¿Tendrán algún tipo de relación con Emilia? ―Habrá que preguntar ―dijo Sasha―, aunque de momento prefiero evitar a Emilia. ―Oriana, ¿puedo comentarte una cosita fuera del salón? ―Preguntó Valeria. ―¿Sobre Emilia? ―Sí. ―¿Quién es Emilia? ―Preguntó Brenda―. ¿No será la mami de Andrea Leone? Que flaquita puta, por cierto. Tan mosquita muerta que parecía, y resulta que ya le habían metido tres morcillas por el orto. A esa también la hicieron echar las arpías de la junta directiva. Valeria y Oriana no le prestaron mucha atención. Salieron del salón y hablaron en voz baja. ―Lo que te voy a pedir ―comenzó diciendo Valeria―, no tiene nada que ver con Emilia. ―¿Ah, no? ―No. Solamente lo dije para distraer a Brenda. Quiero que vayas hasta la oficina del decano y te las ingenies para dejar escondido el celular en algún lado donde no se vea, pero que pueda grabar todo. ―Querés que grabe a Brenda cogiendo con el decano? ―Sí. ―¿Para qué? ―No lo sé exactamente. Pero si algo tan impactante como esto va a ocurrir en el instituto, lo mejor va a ser grabarlo. Por las dudas. En caso de que algún día necesitemos zafar de la presión del decano, o algo así. ―Ah, ya veo. Podría ser un buen recurso para el club. Un seguro. Bueno, no te prometo nada. Los celulares son muy grandes y me las voy a tener que ingeniar mucho para esconderlo sin que me vean. Tenemos que invertir en cámaras más chicas. Como una GoPro o algo así. ―Sí, es cierto. Cámaras y micrófonos. Materiales básicos para todo espía… o detective. Hacé una lista, Oriana. Anotá todo lo que creas necesario, y lo vamos a comprar cuanto antes. Tenemos que estar bien preparada para estas situaciones. ―Muy bien. Espiar al decano y hacer una lista de insumos de espionaje ―Oriana mostró una radiante sonrisa―. Cada día me gusta más ser parte de este club. Oriana se alejó a paso ligero. Cuando Valeria volvió a entrar vio que Brenda ya se estaba poniendo el pantalón. Al parecer el acto de humillar a Issa ya había terminado. La rubia tenía la cara muy roja y respiraba agitadamente. ―Cada vez lo hacés mejor ―dijo Brenda―. Casi me hacés acabar. Espero que el decano se encargue de eso. Sé que mañana me va a doler el orto. Ella estuvo a punto de agarrar el picaporte de la puerta, pero Valeria la detuvo. Quería comprar algunos segundos para que Oriana pudiera esconder su celular. ―Esperá, antes de que te vayas, quiero decirte que nosotras no teníamos intenciones de hacerte echar. Espero que no estés enojada con nosotras. ―Estás bien, chicas, ustedes hicieron su parte; pero reconozco que yo fui muy descuidada. Jugué al límite durante mucho tiempo. Y vos, flaquita ―miró a Sasha―. Te recomiendo que tengas cuidado con lo que subís a internet, porque ahora Noemí García las va a estar vigilando desde muy cerca. Estoy segura de que no le gusta nada que un grupo de gente esté jugando al detective dentro del instituto y mucho menos si se meten en casos que pueden perjudicar la imagen del establecimiento. ―Muy bien, estaremos atentas ―dijo Valeria―. Gracias por avisarnos. Brenda se retiró, con aire altanero. Esta vez Valeria detuvo a Issa. ―Ah, Issa… ―le dijo, mientras la tomaba del brazo―. Vos podrías ayudarnos a que Noemí y la junta directiva no nos molesten tanto. ―Y por qué haría eso? ―Preguntó la rubia, desafiante. ―Y no sé, flaca ―Rachel puso los ojos en blanco―. Será porque tenemos evidencias de que le estuviste comiendo la concha a Brenda Ramallo ―le mostró su celular. ―¿Me grabaste? Valeria sonrió. No se dio cuenta en qué momento Rachel comenzó a grabar toda la escena, pero agradeció que lo haya hecho. ―Es solo un pequeño seguro ―respondió Valeria―. Estoy segura de que, alguna vez, pasarán cosas “inapropiadas” dentro de este salón. Y agradecería que vos miraras para otro lado cuando veas alguna de esas cosas. No te pedimos más. ¿Trato hecho? ―Está bien… está bien. Solo intenten ser discretas. Mantengan las cortinas cerradas todo el tiempo. Si alguien pregunta por qué las cierran, yo me encargo de responder. Pero no me pidan más. No quiero verme involucrada en un caso como este nunca más. ―Muy bien, eso va a depender más de vos que de nosotras ―dijo Sasha―. Quizás no deberías andar chupando tantas pijas a profesores, o conchas a profesoras. Issa Levitz salió del salón, dejando un gélido silencio detrás de ella.
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