"¿Confías en mi? "

1521 Words
[Ximena] Él y yo llegamos a la cafetería y nos sentamos en la mesa del rincón. Se quita el saco y lo deja sobre el sofá mientras yo acomodo mi bolsa y pido dos capuchinos y él simplemente ve el menú —¿tienes hambre? — le pregunto y él me ve de inmediato.  —Sí, quisiera unos churros — le dice al chico.  —Rellenos o sin relleno — comenta.  —Rellenos ¿de qué? —pregunta.  —De chocolate o crema pastelera — y él me ve confundido.  —Sólo traéle los normales, gracias.—  El mesero se aleja y sólo puedo verlo observar el lugar —Ahora sí dime... —  —Tristán —me recuerda y luego clava sus hermosos ojos marón claro sobre los míos obscuros.  —Dime— insisto.  —Nos casamos en Las Vegas hace un mes atrás, no sé si estaba ebrio o muy ebrio y no recuerdo nada, pero ahora vengo a decirte...— —¿Vienes a decirme que me amas? — complemento a frase.  —¿Qué? — responde  —¡Qué romántico! — le contesto — así como los caballeros de la mesa redonda.—  Tristán me mira extrañado y no sabe qué contetarme — ¿como Arturo? — pregunta y yo me río.  —O como Lancelot, no sé, tú decide. El chiste es que conmemore este momento cuando su padre vino a buscar a su madre para vivir felices para siempre.—  Tristán se ve perdido, muy, muy perdido y no precisamente porque sé queno tiene idea de la conversación, si no es su rostro se refleja que no está aquí por la razón que él dice.  —Es broma — le comento y él me ve aún más extrañado — pero si quieres le podemos poner al bebé Arturo en honor a esta conversación — y él suspira.  —Mira Ximena Caballero, no estoy bromeando, en verdad vengo a pedirte que nos divorciemos de inmediato.—  —¿Y qué pasa si hay un bebé? — pregunto y él cambia su expresión a más preocupación.  —¿Crees que haya uno? — pregunta con su acento español que empieza a gustarme mucho.  —No sé, ¿qué tal si esperamos hasta mañana y lo comprobamos? Y de paso yo le quito la mancha a tu saco.. — y lo tomo para verlo —¡wow Armani! — digo y él sonríe.  —Sí, es edición limitada — contesta y yo sonrió.  —Vaya... — respondo.  —Mira, Ximena Caballero.—  —Mena — le digo y él guarda silencio —o Xime.—  Él corrige —mira Xime, no sé como terminamos en esto, no sé quién tuvo la brillante idea pero esto debe terminar entre los dos.—  —O.K — contesto mientras tomo un sorbo de mi café.  —¿O.K? y ¿Ya? — pregunta.  —¿Qué quieres que te diga? Claramente fue un error que nos hayamos casado ¿no? Así que, nos divorciaremos y ya, fin.— —Vale, fue más rápido de lo que pensé.—  —Sólo que será hasta que sepamos del embarazo y sobre todo cuando no sean las 7:00 pm porque en este momento te juro que no habrá ni un abogado disponible para divorciarnos.—  Y de nuevo aparece el rostro de sufirmiento —¿No? —  —No, todos ya se fueron a sus casas, ya sabes, antes de que el metro reviente de gente y todo eso, pero si nos vemos mañana, comprobamos que no esté embarazada y luego veremos a un abogado para que nos divorcie y ya ¿te parece?—  —Me parece — dice con una sonrisa que de pronto me recuerda a la vez que lo conocí en la barra de ese bar en Las Vegas.  —O.K, entonces ya quita esa cara de asustado que todo estará bien, lo prometo — le aseguro y él comienza a comer los churros.  —j***r, esto está delicioso — me dice.  —Lo sé, esta cafetería tiene los mejores churros, sólo te advierto que no comas muchos porque no sé si tu cuerpo lo tolere tanta grasa y no quiero que luego me eches la culpa de algún dolor estomacal — le advierto.  —He comido en peores lugares no me pasará nada — contesta un poco pedante.  —Va, como tu digas güero— le contesto y me dedico a tomar café.  [...]                      Dos horas después me encuentro en mi departamento con un español indigesto, volviendo el estómago sin poder parar. Yo me encuentro en la cocina calentando un poco de agua para el té de hierbabuena que le daré. Sólo lo escucho y no dejo de repetirme en bajito — ándale por atascado.—  Sirvo el té y lo veo salir del baño sumamante avergonzado por lo que acaba de pasar — lo siento — me dice con una cara de cansancio que no puede con ella.  —No pasa nada — contesto cuando en mi mente pienso.  « Se le advirtió ¿qué no? »  Tristán se sienta en el sillón y le doy la taza con él té — toma, te ayudará al estómago — le digo y él me da las gracias con un ademán. Le da el primer sorbo y luego sonríe.  —Esto sabe a María — me dice feliz y yo sonrío.  —No sé quién es María — y me siento a un lado.  —Era mi niñera — dice — murió en un accidente de auto hace mucho tiempo atrás, la atropeyaron en la calle.— —Wow — digo sorprendida y recuerdo que había mencionado una María en Las Vegas, pero pensé que era alguna ex novia. Él voltea a ver mi departarento y sonríe — ¿aquí vives? —  —Sí, ¿no te gusta? —  —No, no, está bien, sólo que es muy... colorida — me dice y yo sonrío.  —¿Y cómo debe ser? — —Bueno, es que mi casa es toda blanca — contesta — y no había visto tanto color.  —Me gusta el color — le contesto.  Nos quedamos en silencio y él me ve con esos ojos que ahora me están matando — Si sales embarazada ¿qué pasará? —pregunta y yo muevo los hombros hasta arriba.  —No sé, posiblemente, lo perdería, no puedo cuidar a un bebé sola — le digo honesta y ahora él abre los ojos en sorpresa.  —¿Quieres decir que lo abortarías? pregunta directo y yo asiento.   —No podría cuidar a un bebé sola, así que, si tú decides irte esa sería mi decisión.—  —No, pero, él no tiene la culpa — y me pone la mano sobre el vientre y yo sonrío.  —Relájate güero, no creo estar embarazada, pero me preguntaste y me gusta ser honesta, es todo.—  Tristán esboza una sonrisa y yo comienzo a sentirme incómoda por lo que despierta en mí — ¿Tú a qué fuiste a Las Vegas? — me pregunta.  —Bueno, fui a la despedida de soltera de mi mejor amiga, se casará en diciembre, yo le hice su vestido de novia — y él sonríe. —¿Diseñas? —  Asiento con la cabeza — Soy diseñadora de modas y me dedico a los vestidos de novia, el local donde me encontraste es mío, está justo en la calle de las novias — le comento.  —¿La calle de las novias? — pregunta interesado.  —Sí, así se le llama a esa calle, la República de Chile, ya que toda está llena de tiendas para bodas y eventos.— —¡Ah!— responde — Y la señora esa que me pegó ¿es tu jefe de seguridad?— y al volverme a acordar de los palazos que Martita le dió vuelvo a reírme.  —¡No! — digo divertida — Martita es mi empleada, ella es mi asistente, no le gusta que me hablen así de golpeado como tú lo hiciste así que me defendió, pero, es buena gente — y él sonríe.  « No me acordaba de los pinches guapo que estaba este español » pienso mientras lo veo sonreír y comienzo a recordar la noche que pasamos juntos.  —¿Cómo me encontraste? — le pregunto.  —Escribí tu nombre en f******k y salió la dirección de tu local, así que fui, rogando que fueras tú — y me sonríe mientras clava su mirada en la mía.  De repente el ambiente se pone tenso y las miradas comienza a hablar por si solas, no sé que es lo que me pasa pero me dan unas infinitas ganas de besarlo, como la vez que nos conocimos en Las Vegas en la barra del bar. Él se acerca a mi con la intención de hacerlo, pero recuerdo que básicamente es un completo desconocido.  —¿Mejor? — le pregunto.  —¿Qué? —  —El estómago ¿lo sientes mejor? — y asiente — Bueno, entonces creo que es hora de que vayamos a dormir — y él vuelve a sorprenderse.  —¿Cómo aquí? Mira, yo tengo un hotel a donde debo ir — me dice asustado.  Sonrío — No te haré nada ¿sabes? Si quisiera ya te lo hubiera hecho — y él vuelve a poner esa cara de tonto que me da mucha ternura — Mira, son casi las 11:00 pm y eres un extranjero en la Ciudad de México, mejor te vas mañana con luz ¿te parece? No quiero que otra cosa te pase por mi culpa.— —Pero..— me responde.  —Oye, te dije lo de los churros y no me hiciste caso, hazme caso en ésta, además, corro más peligro yo contigo en mi departamento ¿eh? — le advierto.  —No, te juro que no te pasará nada — dice muy propio.  —Entonces ¿confías en mi? —le pregunto.  —Sí y ¿tú en mí? — y yo sonrío.  —Pues mira, ya pasamos una noche solos en Las Vegas, así que... no me queda de otra. Puedes dormir en ese sillón, es cómodo— me acerco al mueble de los blancos y saco una cobija y una almohada, se las doy.  —Gracias — me responde.  —Ese es el baño, esa esa la cocina como lo ves y si quieres agua sólo tómala ¿O.K? — —Gracias Xime — se despide.  —De nada güero, en la mañana sabremos si nuestra aventura en Las Vegas se queda en Las Vegas o trae consecuencias — y después entro a mi habitación. 
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