[Ximena]
— Te ves ¡divina! — grita la madre de mi clienta mientras ve como su hija se mide el vestido de novia — ¿no se ve divina? — me pregunta.
— Se ve preciosa — le contesto mientras le arreglo un poco el largo del vestido.
— Además cubre increíblemente ese embarazo — menciona y el rostro de la chica de 23 años es bastante tenso — sí que haces milagros — me comenta y yo sonrío.
— ¿Te gusta? — le pregunto a la chica que me ve a través del espejo.
— Bueno... — contesta com si no tuviera otra opción y yo sólo sonrío.
— Nada de que bueno— le murmura la mamá entre dientes — después de que tu padre aceptara la boda a pesar de que te comiste la torta antes del recreo, deberías estar agradecida 'mijita' — y la chica me ve de nuevo.
— Me gusta mucho, gracias — y se pone las manos sobre el abultado vientre.
«¡Qué chinga ha de ser que tu madre te case a fuerza » pienso mientras vuelvo a darle los últimos detalles al vestido.
—Este sería el último arreglo para el largo del vestido, el ancho se modifica, así que no debes tener problema con el vientre — le explico y ella sonríe.
—¡Muchas gracias Ximena! Eres la mejor. Tenía razón mi amiga Soco, eres increíblemente cuidadosa y detallista en todos tus deiseños — y yo sonrío.
—Muchas gracias — me pongo de pie y ayudo a la chica a que baje del pequeño tapanco que tengo —¿ya sabes que es? — le pregunto.
—Sí, es niño, le llamaré Francisco — comenta.
—Justo como mi hermano, también se llama igual — y ella sonríe.
—'Mijita' apúrale que tenemos que ir a ver lo de los zapatos — le indica la madre y ella me ve.
—Gracias señorita — vuelve a decir y se mente al vestidor.
Después de unos momentos madre e hija salen del lugar y yo me quedo con Martita, mi asistente, una señora de cuarenta y cinco años bastate coquetona y simpática que es básicamente el alma de la fiesta.
—Y tú pa' cuando Ximena — me dice mientras apunto en mi libreta los últimos arreglos de ese vestido.
—¿Para cuándo qué? — pregunto.
—Te vas a casar, ya estás lista para el amor — y me río al ver la expresión en su rostro.
—¿Lista para el amor? No lo sé Martita, yo de plano creo que estoy más salada que el mar para encontrar eso del amor, ya viste lo que pasó con.... —
—¿Y ese güero? — me interrumpe ella de pronto al ver a un chico alto y de cabello castaño que ve dentro de la tienda —¿querrá asaltarnos? — pregunta y yo la volteo a ver y me río.
—¿Ese? ¿Asaltarnos? No creo Martita, excepto que quiera que le demos las propiedades de la tienda porque finta de ratero no tiene — y camino hacia él, de pronto lo veo y lo recuerdo todo — me lleva la chingada — murmuro y él al hacer contacto con mi mirada entra.
—¡Eres tú! — me dice un poco molesto.
—¿Yo? — comento mientras me hago para atrás.
—Eres tú, Ximena Caballero ¿cierto? — y me da un poco de risa como pronuncia su nombre con su acento español —¿Sabes cuántas Ximenas hay en el mundo? —
—¿No sé? ¿muchas? — respondo y él se enoja más.
—¡Muchas! - grita y Martita se interpone entre los dos con un palo de escoba y comineza a pegarle en sílabas.
—De-ja- a Xi-me-ni-ta en paz — y él pone las manos.
—¡Espera! ¡Espera! — le grito mientras trato de pararla ya que el pobre chico se escondió detrás de un maniquí de la tienda.
—¿Cómo que espera? Este cabrón que se cree, venir a gritarte y luego a arrinconarte, pues no hay derecho — expresa Martita enojada.
—Yo lo arreglo Martita, mira, no tenemos a ningún cliente después así que hoy cerraremos la tienda antes ¿va? — me dirijo al chico que está detrás del maniquí —¿Me acompañas por un café? — le pregunto y él me ve extrañado —O ¿quieres esperar a que Martita te vuelva a agarrar a palazos? — le pregunto y él sale de su escondite y se va de la tienda.
Voy por mi bolsa que está detrás del mostrador — ¿quieres que le llame a mi sobrino Ale? Es bien bueno para eso de la defensar personal , hace karate — me dice tierna.
—No Martita, yo lo arreglo, tú cierra la tienda y nos vemos mañana.—
—Bueno, al menos no me tocará el metro tan lleno porque aún no es hora pico. Cuídate mucho ¿sí? —
—Lo prometo.—
Salgo de la tienda y el chico me espera recargado en la pared del local y yo me río —¿qué? —pregunta aún molesto.
—Espero que ese saco que traes no sea tan caro porque no creo que la pintura blanca salga muy fácil.—
—¡Mierda! — grita enojado y se quita el saco para que ambos podamos ver la pintura —tendré que comprarme otro y tirar éste a la basura.—
—¡Qué! No, claro que no — le digo de inmediato — yo te puedo enseñar a sacar la mancha, si quieres — me ofrezco.
—¡A qué persona se le ocurre pintar la pared de blanco y no avisar! —
Me acerco a él y quito el letrero de la pared que dice CUIDADO PINTURA FRESCA en una cartulina amarillo brillante y él me ve —estoy casando, sabes, muy cansado, he viajado desde Madrid, a Miami pasando por Arizona y ahora acá a México buscándote — me confiesa y yo arqueo la ceja.
—¿A mí? ¿buscándome? — y él asiente.
— Sí, esposa mía — dice y yo cominezo a reírme.
—No, no, no, mira, sí, tú y yo nos conocimos en Las Vegas hace un mes, y estuvo todo padre y así pero... ¿esposo? Ya es mucho ¿no crees? — y él se ríe.
—¿Padre? — y yo me quedo callada.
—Como sea, no somos esposos, no jamás, no,no,no, no — y él me entrega un papel que al leerlo mi cuerpo congela por completo —¡No! — digo más alto y él me ve con una cara de "tengo razón" que no puedo —Pero ¡Cómo pasó! — le grito.
—No sé, eso vengo a que me expliques, amor — y yo me siento en una de los escalones de mi local —
—Pero si sólo fue sexo — le digo y él levanta la ceja.
—¿Qué hemos tenido sexo? — comenta —Así, sexo, sexo, normal — y yo volteo a verlo.
—¿Cómo que normal? ¿qué hay una forma anormal? — y él me mira confundido.
—No lo sé, bueno, el caso es que si tuvimos sexo tenemos que ver si... ¿use preservativo? — me pregunta y yo abro los ojos aún más.
—¡Madres! — grito mientras lo tomo de la mano y lo jalo.
—¡Pero qué tienen que ver los padres en esto! — me grita pero yo no le hago caso —¿Dónde vamos? — pregunta.
— A comprobar que no me haya comido la torta — le digo y él sin entender simplemente me sigue.
Caminamos por unas cuadras y luego me meto a una farmacia junto con él, tomo una prueba de embarazo y él sólo me observa fijamente mientras esperamos a que sea mi turno para pagar —¿qué? — le pregunto.
—Entonces eres tú ¿eh? no pense que te encontraría — me dice con un acento español muy marcado, pensé que tendría que ir a Las Vegas a revisar los registros de cada boda que hay ahí, pero me alegra encontrarte, porque al esposo de la Ximena de Arizona no — y yo trato de no reíme.
Pago la prueba y salimos de la farmacia —Esta prueba se hace por las mañanas para tener más precisión así que no sabremos nada hasta mañana así que ¿aún quieres ir a tomar el café? — le pregunto.
—Sí, me gustaría, porque tú y yo tenemos muchas cosas de qué hablar— me responde.
—Va, la cafetería queda a unas cuadras de aquí— le indico y ambos caminamos hacia allá.