"No hay bebé"

1897 Words
[Tristán] La luz del sol me da directamente a los ojos y a pesar de que escucho ruido afuera, de la gente comenzando su rutina, mi cuerpo se siente tan pesado y cansado que no quiero levantarme del sofá que Ximena me ha hecho cama para pasar la noche.  Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas, o algo de fierro viejo que vendaaaaaaaan  Escucho en la calle «joder ¿qué es eso? » pienso mientras un poco más lejos de donde estoy se vuelve a repetir, y por lo que veo es una y otra vez. No sé que horas son, no sé en realidad en dónde estoy, sólo que el cuello me duele a morir, la cabeza me va a explotar y que esta "aventura" ha resultado más complicada de lo que parece.  ¡Sí!  Escucho en el baño del y de pronto sale Ximena con la prueba de embarazo. Me pongo de pie de inmediato y la veo  — ¿qué pasa? ¿sí?  — es lo primero que me viene a la mente y ella sonríe.    —¿Qué pasaría si te dijera que...?  — y se queda en silencio viéndome y yo muero de la angustia.    —¡Qué!  — comento desesperado.    —Que tú y yo querido Tristán, no seremos padres de nadie  — y una sonrisa se esboza en mi rostro porque al menos sé que hay algo bueno en todo este desastre que cometí.    —No hay bebé ¿entonces?  — confirmo y Ximena mueve la cabeza de lado a lado.    —No, no hay bebé y tú ya puedes estar tranquilo. —  Ella camina hacia el baño de nuevo y tira la prueba de embarazo en el bote de basura y luego de lavarse las manos, sale  —¿café?  — me pregunta y luego se va a la cocina. Asiento con la cabeza y luego me voy hacia una pequeña mesa que tiene en la colorida cocina, que debo admitir,  este día me molesta observar por lo brillante del cuarto.  Ximena comienza a poner café en el filtro de la cafetera mientras yo la observo. Por todo el lío, la angustia y el horrible dolor de estómago que me dio por el exceso de churros, no me había fijado en lo bonita que es, me gusta mucho como si cabello n***o largo cae hasta casi tocar su espalda baja, su cuerpo curvado que acaba en unas bonitas caderas un poco anchas para mi gusto, sus pechos un poco grandes que debo admitir se ven geniales en esa pijama que trae puesta y que a pesar de mi dolor de cabeza no han pasado desapercibidos. Ximena tiene los ojos de color café obscuro y son un poco rasgados en las orillas con unas pestañas largas que los enmarcan.   —Entonces, ya que no serás papá ¿te sientes mejor?  — pregunta.    —Mucho mejor gracias  — contesto sin negarlo —la verdad es que la idea de que yo fuera papá a esta edad era mucho.    —¿Pues qué edad tienes?  —   —Veintiocho  — contesto y ella se ríe  —¿qué? ¿qué pasa? —   —Cuando me dijiste a esta edad pensé que me dirías veintiuno o algo así, como mi prima Carmen que él y su esposo tuvieron su primer hijo a los diecinueve  — y yo arqueo la ceja.    —¿Tú? ¿Cuántos años tienes?  — le pregunto.    —Veintinueve  — dice sin mas y luego pone dos tazas sobre la mesa.  Acto seguido sirve el café, pone la azucarera en frente de mi y saca del refrigerador un litro de leche Alpura. Ximena se sienta y comienza a preparar el café  — entonces.. ¿abogado?  — me pregunta.    —¡Ah sí!  — recuerdo de inmediato  — necesitamos buscar a un abogado para que nos divorcie enseguida  — comento y ella sonríe.    —Bueno ¿tienes a uno en especial?  — me pregunta y luego toma un sorbo de café  — porque yo tengo uno pero no sé si te guste, mi tío Juan. —    —¿Tu tío Juan?  — pregunto y ella ríe.    —¿Por qué tienes esa maña?  —    —¿Qué maña?  — vuelto a preguntar.    —Esa de siempre hacer pregunta todo lo que digo o de repetir lo que digo en pregunta  — y sonríe.    —Claro que no — respondo.    —Claro que sí, todo lo que digo siempre repites la última frase en pregunta y como si te o preguntaras a ti mismo, como si no estuvieras seguro de lo que escuchas o lo que dices. —    —Claro que no  — vuelvo a decir  — es como si yo te dijera que tienes la maña de bromear mucho y de siempre sacar esa risita tipo "jijiji" cuando terminas.    —Claro que no — responde  — no me la voltees, sólo admítelo  — me contesta retándome.    —¿Admitirlo?  — le digo.    —¡Ja! Ahí está de nuevo, otra vez hiciste ese "admítelo" en pregunta.    —Claro que no —    —Claro que sí  — vuelve a decir.  De pronto, sin darnos cuenta empezamos en esta discusión como si en verdad fuéramos marido y mujer haciendo una tontería una discusión seria.   —Bueno, bueno ya  — digo de pronto parando la situación  — Esta bien, tengo esa maña  — y tomo un sorbo del café que se me hace increíblemente delicioso.    —¿Qué café es este?  — pregunto.    —¡Ah! Lo compré en centro, en una molienda que se encuentra en la calle López, donde más adelante, hay una panadería donde venden un pan de muerto ¡delicioso!  —    —¿Pan de muerto?  — pregunto y ella comienza a reírse a carcajadas.  Su risa es tan pegajosa que comienza a ganarme y de pronto los dos nos estamos riendo sin poder controlarnos  —¿de qué nos reímos?  — pregunto y ella sigue riendo hasta que ya no puede.    —De nada Tristán  — concluye  —mira, qué te parece si te vas a tu hotel, te bañas y te cambias de ropa y nos vemos en mi local de nuevo a la una ¿te parece? o si quieres puedo pasar por ti a tu hotel y vamos... da igual.— —Mejor pasa por mi al hotel — digo seguro — no quiero que tu jefa de seguridad me muela a golpes de nuevo.— —¡Qué exagerado! Ni te pegó fuerte — contesta y toma otro sorbo.  Veo los hermosos ojos de Ximena y vuelven a llamar mi atención, me gusta como sus pestañas los enmarcan de una forma tan simple y bonita que me hace sonreír. Ella deja el café a un lado y luego toma su móvil —dame tu número de celular — me pide y me quedo callado porque no quiero repetir la palabra "celular" porque sé que se reirá. Parece que mis ojos lo dicen todo porque mueve el móvil indicándome que "celular" es "móvil" aquí.  —¡Ah! Sí — respondo —lo siento, es que todavía el Jet Lag me trae un poco lento.  —Claro, el Jet Lag — contesta ella y finjo no escucharla. Marco mi número y ella lo guarda. Entonces, cuando llegues a tu hotel me mandas la dirección vía w******p y a la una de la tarde estaré ahí.— Ximena se pone de pie —Oye, pero ¿Cómo me regreso? — pregunto y ella alza la ceja en señal de que no entiende muy bien —es que yo...— y quiero explicarle que en mi vida he tomado un taxi o Uber porque siempre he tenido chofer o auto propio.  —¿Quieres que te llame un radio taxi? — me pregunta y yo asiento porque creo que es lo correcto — va — y busca una número en su móvil— ¿en dónde te hospedas? — pregunta.  —En el Gran Hotel de la Ciudad de México — le respondo mientras tomo el último sorbo de café y ella me ve.  —¿Qué? — pregunta asombrada.  —Sí, ahí tengo mi habitación ¿qué? ¿está mal? —  —Ooookkkey — dice mientras llama por teléfono y dice la dirección. Después de unos segundos cuelga — bueno, el taxi estará aquí en 2 minutos, baja, te abro el portón de abajo y nos vemos a la una.— —Bueno, pues, gracias por el café y la prueba de embarazo negativa— y al decir lo último me siento como idiota pero ella se ríe.  —De nada — responde mientras me abre la puerta —hasta luego Tristán—  —Hasta luego Ximena — contesto y salgo del piso.  [...]                      Lo primero que hice al llegar al hotel, fue quitarme la ropa, entrar a ese baño estilo colonial y darme una ducha larga que me quitara no sólo el jet lag, si no también a sudor y un poco de vómito de ayer por la noche. No sé como Ximena no me dijo nada, Bego ya me hubiera regañado por traer esta pinta horrible.  Salgo de la ducha y mientras peina mi cabello para atrás me reflejo en el espejo — claro que no convierto todo en pregunta — digo acordándome de la última conversación que tuvimos y luego me río cuando su risa ligera se viene a mi mente. Comienzo a reírme de nuevo cuando de pronto el ruido de mi móvil me interrumpe. Salgo del baño y al ver el nombre de "Madre" mi cuerpo se congela.  —¿Diga? — contesto como si nada pasara.  —¡Por fin respondes Tristán! — me dice en tono enojado. Odio que mi madre me trate siempre como si fuera un crio de catorce años o menos.  —Lo siento, me quedé sin batería en el móvil ayer.— —¿Dónde te encuentras? — pregunta ignorando mi última frase.  —En México.— —¿México? ¿Qué haces en México? — —Pues lo que me has mandado a hacer, a buscar a la chica y para tu información ya la encontré.—  Mi madre suspira — bueno, al menos haz hecho algo bien ¿cuándo te divorcias? — me pregunta  directa.  —Estoy en eso madre — comento mientras veo la hermosa vista del Centro Histórico de la ciudad y sonrío.  —Perfecto, entonces, en cuánto te divorcies te vienes a casa,  que debemos planear la fiesta de compromiso ¿vale? — —Sí madre — digo sin gana al acordarme que cuando termine esto me espera algo peor.  —Muy bien, me voy que tengo que ir a una fiesta con los Echeverría— y me cuelga. Suspiro y de pronto, a ver el hermoso paisaje frente a mí no me quiero regresar «¿qué pasaría si me quedara casado con Ximena? ¿sería como tomar unas vacaciones de mi familia?» —No pienses tonterías Tristán ¿cómo es que prefieres estar casado con una mujer que ni conoces a una que conoces de toda la vida? — digo en voz alta.  Pero aunque no lo quiera admitir, es así. Prefiero quedarme casado con una desconocida en México que regresar a mi aburrida, arreglada y tortuosa vida en España, si tan sólo pudiera hacer algo...si tan sólo pudiera quedarme. 
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