CAPÍTULO 9

1723 Words
NICOLAU —Elías tráelos aquí—. Le dije. Trajo la bolsa de armas y las puso sobre la mesa. —Supongo que esto es tuyo—. Dije. —Me conoces muy bien—. Dijo cogiéndola. —¿Qué hora es?—Preguntó Kai entrando en la habitación. —Alrededor de las 10 de la noche—. Dijo. —Me voy a casa en un segundo—. Les dije. —Para ir con esa sexy niñera suya—. Kai sonrió haciendo que lo mirara. —Iré a ver cómo está Gio—. Bajó las escaleras y Marco entró. —Tenemos un ojo en el camión—. Dijo. —¿Está en él? —No, uno de sus hombres. Aldo ya se encargó, lo trajeron abajo—. Me dijo. —Vámonos—. Le dije. Llegamos abajo y me quité la chaqueta dándosela a Elías viendo al tipo atado a una silla. Me aseguré de que mis anillos estuvieran bien puestos y le quité la cinta de la boca. —Mierda—. Maldijo mirándome. —¿A dónde ibas con ese camión? —Que te jodan—. Escupió. Chasqueé los dedos y Elijah se puso detrás de él sujetándole la cabeza. Saqué la hoja del bolsillo trasero y me acerqué a él haciendo girar el extremo en la punta del dedo. Vi cómo el sudor le caía por un lado de la cara. La puse junto a su cuello y corté en línea recta, pero no demasiado profundo. No quería matarlo todavía. El grito y yo fui al otro lado haciendo lo mismo. Le di dos puñetazos en el estómago asegurándome de darle en una costilla. —¿Intentas robarme los putos camiones y crees que te voy a dejar libre? Debes de ser un puto estúpido—gruñí dándole un puñetazo en la cara. Escupió sangre con cara de mareado. Pero no quería matarlo todavía. —No sé nada—. Mintió. —Marco trae la silla—. Le dije. Marco deslizó la silla junto a la silla de al lado. Me senté al lado del hombre y lo miré sonriendo. Elijah me dio el paquete de cuchillos y lo abrí viendo al tipo mirar y empezar a llorar en silencio. —¿Cómo te fue ayer?— Pregunté deslizando mi mano por todos los cuchillos. —¿Qué? —No me gusta repetirme—. Dije cogiendo la punta de clip y apuñalándole en la mano, asegurándome de que atravesaba todo el camino por lo que también se clavaba en la silla bajo su mano. —Eso es strike uno—. Continué oyéndole gritar de dolor. —¿A dónde ibas con ese camión? ¿Ibas a Angelo? —Yo— Empezó a decir, pero le clavé otro cuchillo en la otra mano. —No me gustan los que hablan lento. —P-por favor para.—Gritó. —¡¿Qué coño está planeando?!— Grité tirando de su cabeza hacia atrás, poniendo la hoja hacia su cuello. —Iba a usar tus cosas para hacer las suyas. No necesita el inventario porque no lo tiene. Lo necesita para hacer algo propio, no sé lo que es, sólo él y otra persona lo saben, lo han estado planeando durante semanas. Entonces se va a vender en la subasta y obtener un gran precio por ello. Lo único que he oído es que te iba a dar una gran sorpresa en la gala que es dentro de dos meses—Me explicó. —¿Qué sorpresa?— le pregunté. —No lo sé, solo dijo que sabe que te llevará directamente a él—. Dijo. Mierda. —¿Qué está haciendo? —No lo sé, lo prometo—Dijo, pero vi que estaba mintiendo. Me reí y le apuñalé en el muslo sacando de nuevo el cuchillo e hice lo mismo en el otro muslo. —Estás mintiendo, j***r—. Dije oyéndole llorar de dolor más. —¡j***r, tío!— Gritó. —¿Qué está haciendo?— Le pregunté. —Está haciendo una bomba. Una grande, dijo que la iba a usar para algo. Quiere que su mafia sea la más grande del país y acabar con la tuya. Eres la única competencia que tiene y quiere ser el mejor—. Me dijo. Miré a Marco y tenía la misma cara que yo. —¿Crees que lo usará en la gala?—. Preguntó Marco. —N-no lo sé, no va a por nadie más que a por ti, los demás no tienen tanto poder. Si te derriba se ganará el respeto de las otras mafias que estarán allí—. Dijo. —¿Eso es todo?— Pregunté. —S-Sí, lo juro—. Dijo. Asentí con la cabeza y le corté el cuello rápidamente con un solo movimiento. Algo de sangre cayó sobre mí y Elijah soltó su cabeza. —Limpia esto—Dije limpiando la sangre del cuchillo. —Quiero toda la puta casa cerrada. Quiero más seguridad 4x por todas partes. Llama a mi padre y dile que traiga a algunos de sus viejos—. Le dije quitándome la camisa. * Finalmente, llegué a casa y entré viendo a Thelma y Luna dormidas en el sofá. Pero vi que Thelma estaba despierta y Luna estaba en sus brazos profundamente dormida mientras Thelma veía la tele. Ella miró y me vio entrar. —Oh... Se quedó dormida mientras veíamos una película, pero cada vez que intentaba levantarla o acostarla hacía un pequeño berrinche—. Me dijo haciéndome reír un poco. Lentamente, tomé a Luna de sus brazos mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos. —¿Qué tal tu noche?— Le pregunté mientras subíamos las escaleras mientras ella apagaba la tv. —Es-estuvo bien, puede que aún tenga pintura en la cara de pintar con Luna—. Me dijo. —No tu bien—. Le aseguré. —¿Cómo estuvo la tuya?— Preguntó. Fuerte y rojo. —Bien.— Le dije mientras dejaba a Luna en la cama. Encendí la luz de noche y salimos cerrando la puerta. —Qué bien... Debería ir a ducharme, buenas noches—. Ella sonrió nerviosa, pero la agarré del brazo tirando de ella hacia atrás. Levanté su barbilla y agarré su cintura moviéndola contra su puerta. Junté mis labios con los suyos haciendo que me rodeara con sus brazos. Sus labios eran siempre tan suaves y sabían a fresas. Su cuerpo era delicado y perfecto. La levanté mientras sus piernas me rodeaban y abrí la puerta para entrar. La llevé hasta la cama y la tumbé sin romper el beso. Ella gimió en mi boca mientras yo la saboreaba chupando sus labios. Bajé la cabeza hasta su cuello y ella gimió poniendo las manos en mis hombros. Chupé y besé cada centímetro de su cuello y volví a acercarme a ella con mi mano en su mejilla. Ella me miró a los ojos y puso su mano sobre la mía. Ella miró mi mano y miró hacia mí. —Que… Nada. No es nada—. Dije cortándola. —Es un moretón, Nicolau—. Dijo preocupada, —Está bien, bebé.— Le dije viendo su cara una vez que la llame así. El infierno salió de mi boca. —¿Estás seguro?— Me preguntó haciéndome asentir. Seguía con cara de preocupación como si estuviera a punto de hacerme un montón de preguntas. La besé hasta el cuello escuchando sus suaves gemidos por encima de mí. Le levanté la camiseta revelando su sujetador n***o de encaje. —Puedo parar—. Le dije. Ella negó con la cabeza. —Palabras, cariño. —No...— Se interrumpió. —¿No qué?—Me burlé con mis manos apoyadas entre sus muslos. —No quiero que pares—. Dijo. Le besé el estómago y vi lo fuerte que se le movía. Agarré la parte superior de sus leggings y se los bajé lentamente, viéndola respirar hondo. Llevaba un tanga n***o y sentí que se me ponía aún más dura. No sabía hasta dónde iba a llegar. Volví a abrirle las piernas y la besé entre los muslos viendo cómo subía la cabeza. Besé y chupé entre ellos mientras le bajaba la ropa interior. Estaba empapada. No podía esperar más, tenía que probarla. Lamí de arriba abajo sus húmedos pliegues sintiendo cómo se movían sus piernas. Le froté el clítoris con el pulgar y le metí la lengua hasta el fondo. Su espalda se levantó de la cama con un suave gemido. Me agarré entre sus piernas y las mantuve abiertas sintiendo lo mojada que estaba contra mi cara. Su coño latía y ella seguía intentando cerrar las piernas. —Ahhh—, gimió poniendo sus manos en mi pelo. Podía sentir la radiación de su cuerpo, me encantaba la forma en que entregaba su cuerpo a mí permitiéndome darle placer. Cuando añadí un dedo noté que gemía más fuerte. Su piel era suave, olía a vainilla y tenía un sabor increíble. —Justo ahí—. Gimió cuando añadí otro dedo sin dejar de mover mi lengua dentro de ella. Estaba apretada, así que no intenté ir rápido a menos que ella quisiera. Mis dedos entraron y salieron de ella lentamente viendo todos sus jugos y semen en ellos. —Nicolau.— Ella gimió suavemente tratando de cerrar sus piernas. —Por favor. —Déjala salir. Ven sobre mí—. Le dije. Sus piernas empezaron a temblar junto con su cuerpo levantándose de la cama. Gimió soltándose sobre mí cuando sentí que su cuerpo se relajaba. Besé sus pliegues húmedos y le di un beso en los labios al ver sus mejillas enrojecer. —¿Te ha gustado?— le pregunté. Asintió tímidamente. —Sí, me ha gustado. —Se nota—susurré. Ella se levantó y me dio otro pequeño beso con su mano en mi mejilla. La sensación que me daba cada vez que estaba cerca de ella era extraña. Era cariñosa y suave. Siempre parecía tan preocupada por mí y yo no había sentido nada parecido a menos que fuera por Luna. No sabía cómo sentirme al respecto. Y tampoco sabía qué pensar al respecto.
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