Auca.
—Acá es. —miro el lugar asintiendo con nervios—. Hijo, ¿Estás nervioso?.
—¿Y si no aceptan? ¿Qué vamos a hacer sin libreta? El pastor no nos casa y Blanca ya está viendo los arreglos.
—Lo van a tener que hacer. —entramos al registro y todos nos miran, un blanco y un Indio, deben imaginar cualquier cosa—. Hola buenos días... Venimos a averiguar cómo es el trámite para una boda.
—¿Usted se casa?.
—No... El muchacho. —me miran y Leonardo golpea mi espalda riendo—. Él no tiene ningún registro de nada, ¿Cómo tenemos que hacer?.
—¿Nació usted en un hospital?.
—No. —la chica me mira nerviosa y desvía la mirada a cada rato, es como si fuera un animal de circo que nunca en su vida vió y me está analizando—. En mi casa.
—Ya vengo. —me giro y todos nos miran.
—Espero que no tarde mucho.
—Esperemos. —viene la mujer y me tiende unos papeles.
—Esto lo vamos a hacer acá, pero primero debes llevar esto al hospital y luego a la capital al juzgado de allá. —¡mierda! Hay que hacer un montón de cosas para que me den el permiso—. Acá está la dirección a la que deben ir.
—¿Tarda mucho el trámite?. —dice Leonardo, porque no sé que decir, Blanca tiene razón en que debo empezar a hablar o la gente me va a pasar por encima.
—Yyyy va a tardar bastante... Pero van a tener todo listo y en orden para poder hacer todos los papeles como corresponden.
—¿Qué más debemos hacer?.
—¿La chica es nativa también?.
—No, es mi hija. —abre grande los ojos y luego sonríe asintiendo.
—Bueno, voy a hacer un comentario inapropiado. —me mira con una sonrisa que me pone incómodo—. Eres un hombre realmente apuesto, yo también haría contra la sociedad por estar con un hombre así. —Leonardo comienza a reír a carcajadas y yo sonrío porque no me esperaba eso y no fue atrevida, sino más bien fue un cumplido—. Bien... Una vez que tengan esto vienen y acá te hacemos el documento y ya pueden sacar turno para la licencia.
—Gracias muy amable. —salimos y voy mirando los papeles—. Vamos de inmediato al hospital así ya se van a la capital a hacer esos papeles.
—Bien.
Agradezco que él venga conmigo a todos lados, ya que aprendo a como debo hablar y que todos hacen las cosas sin decir nada aún cuando son para mí, porque si iría solo ni siquiera me atenderían y si lo hicieran no me dirían nada, en cambio él habla con esa autoridad innata que hace que todos hagan lo que él quiere. En el hospital dijeron que va a tardar un poco, ya que tienen que mandar a pedir como si fueran papeles para un recién nacido, pero como ya soy adulto va a tardar, me tienen que hacer una ficha de nacimiento y después debo hacer el documento como un blanco y si quiero casarme y estar legalmente con Blanca lo voy a hacer sin problema, aunque mis raíces no van a cambiar jamás, aunque en mis papeles salga que soy blanco siempre voy a ser un indio.
Una vez todo voy al almacén a comprar algunas cosas y así esperar a que Blanca salga del colegio, estoy en la caja cuando entra el dueño de la ferretería, lo miro de reojo porque me tiembla todo por las ganas que le tengo a este hijo de puta.
—Señora Luisa, ¿me cobra esto?. —se para a mi lado empujándome con el hombro, pero no me mueve donde soy más grande que él.
—Disculpe, pero estoy atendiendo a Auca.
—Creo que este indio tendría que ser respetuoso y dejar que las personas cristianas paguen primero. —se pone de costado hablándome bien cerca de la cara, pero si me muevo me llevan preso a mí no a él.
—Y usted debería buscar otra tienda para comprar si vuelve hacer un comentario así. —aprieto los dientes y las manos, suspiro cuando al fin se aleja—. Haga la fila como todo el mundo. —lo miro que me sonríe y yo sigo sacando las cosas del bolso para que Luisa me cobre—. ¿Cómo está Blanca?.
—Bien... El embarazo esta cada vez más avanzado.
—Luisa... Cóbreme esto ya. —ella lo ignora y cuando estira la mano para golpearla se la agarro apretándola con fuerza.
—No creo que quiera ponerle una mano encima. —aprieto su mano hasta que hace caras y se pone rojo agachándose del dolor—. A las mujeres no se las toca ¿Su padre cristiano no se lo enseñó?. —me inclino y más le aprieto y se la tuerzo la mano—. Porque mi padre indio si me lo enseñó. —lo suelto y furioso sale de la tienda.
—Gracias... Pensé que me iba a golpear.
—¿Ya la ha golpeado?.
—No... No gracias a Dios, pero todos saben que es un hombre muy violento. —asiento y sigue cobrándome.
—Pues mientras este yo ninguna mujer va a ser maltratada.
—Necesitamos más hombres así. —me giro hacia las mujeres que están en la fila, todas me sonríen, frunzo las cejas medio incómodo—. Tendrías que dar clases a varios por acá. —asiento sin decir nada.
—¿Algo más?.
—Sí... Deme ese chocolate. —apunto atrás de ella donde los exhibe para ver que es lo que tiene—. Ese, el n***o grande... A Blanca se le antoja todo el tiempo. —miro hacia abajo cuando todas suspiran por lo del chocolate—. Gracias Luisa... Que tenga lindo día.
—Gracias y cuidate.
Voy hacia la escuela comiendo una manzana, si el viejo maldito ese esta otra vez en el pueblo el hijo de puta del hijo también esta, voy a hacerle una visita en estos días al mal nacido porque no se me olvidó lo que le hizo a Blanca y él jamás se va a olvidar que tocó a la mujer equivocada, porque todo este tiempo pensé muy bien lo que le voy a hacer.
Me quedo apoyado en el auto para esperarla y como dice ella, que todos me vean que no les tengo miedo y que vengo por mi mujer sin problema, salen todos los chicos primero y la mayoría me saludan sonriendo, ¿a esto se refería Blanca? ¿A qué tengo que salir más y sociabilizar aunque me den vuelta la cara?.
—Hola. —me da un beso colgándose de mi cuello—. Viniste.
—Por supuesto. —le abro la puerta del auto así sube primera—. ¿Cómo estuviste?.
—Bien. —subo las bolsas en los asientos traseros, ya que no tenía llave por eso no subía—. ¿Manejas?.
—Sí. —se ríe por eso, ya que al principio no quería saber nada de esto y ahora me gusta manejar, me siento atrás del volante mirándola.
—¿Qué pasa?.
—Mira la bolsa negra. —se inclina para agarrarla y ponerla en sus piernas—. Hay un regalo.
—¿De verdad?. —saca el chocolate y pega un gritito mientras se mueve feliz—. Gracias, Auca... El que me gusta. —me da un beso en la mejilla y enseguida lo abre dándome una porción—. ¿Y cómo fue en el juzgado?.
—Hasta ahora bien... Va a tardar porque mandaron a hacer los papeles del hospital ya que no tengo acta de nacimiento ni ningún tipo de documentación.
—Bien. —se pone media de costado subiendo las rodillas al asiento—. ¿Pero algún día nos vamos a poder casar?.
—Sí, solo que va a tardar un poco. —me va charlando del trabajo y los chicos, cuando llegamos a mi casa veo algo raro, es como que algo no encaja—. Quédate acá... No te bajes.
—Bien. —entro a la casa medio con miedo porque no sé con qué me voy a encontrar y está todo revuelto, miro la cocina que esta rota.
—Mierda. —acomodo un poco para que ella no vea esto, salgo y está arriba del auto.
—¿Qué pasó?.
—Te voy a llevar donde tu papá un rato.
—¿Por?. —por nada del mundo le voy a decir que mi papá nos rompió todo porque juro que fue él, nadie más haría tal cosa.
—Anduvieron en nuestra casa.
La dejo donde Leonardo pidiéndole que no permita que me siga o que vaya a la casa, agarro su caballo y me voy hacia las tierras de mi papá, voy furioso ya que la ropa que ella ha estado preparando para mi hijo no estaba, se lo llevó todo el infeliz.
Llego y todos me miran, dejo que el caballo pare esperando a que salga de su choza, cuando lo hace me mira enfurecido pero yo estoy peor.
—¿Tan cobarde eres?. —respira con fuerza—. Te metiste en mi casa... Tocaste mis cosas... Te llevaste la ropa de mi hijo. —camina hacia mí y me bajo de un salto del caballo, para la marcha y me mira—. ¿Esto es lo que enseñas? ¿Cobardía?.
—No voy a permitir que me sigas insultando. —me apunta con su dedo, pero lo miro fijo a los ojos—. No tienes permitido entrar acá y lo sabes.
—¿Y mi casa?. —me acerco más y mi mamá se acerca nerviosa—. Tocaste mis cosas... Menos que nadie tienes permitido entrar a mis tierras... La próxima no me voy a medir.
—Me estás amenazando y eso es la guerra Auca. —me habla en la cara y yo lo miro a los ojos olvidándome que es mi papá.
—Cuido a mi familia... Quieres que esto este así, bien. —le sonrío asintiendo y eso lo confunde claramente—. Va a seguir así y nos vamos a olvidar que una vez fuimos padre e hijo. —traga duro y no se va para atrás porque todo el pueblo mira y no debe demostrar flaqueza en ningún momento—. Pero no vuelvas a meterte con mis cosas y las de mi mujer e hijo... Porque ahí no voy a responder. —miro a mi mamá fijo dándome cuenta que está temblando—. ¿Dónde están las cosas de mi hijo?.
—No sé de qué hablas Auca. —miro por todos lados y entro a la que una vez fue mi casa, voy a la hoguera y caigo de rodillas al ver todas las cosas de mi hijo arder, las miro fijo porque nada sirve, todo está ardiendo—. Pero qué... ¿No me digas que hiciste esto Mawunko? ¡No puedo creerlo!. —mis lágrimas caen al ver todo quemado, ¿Cómo se lo digo ahora? ¿Cómo le digo a Blanca que toda la ropita que estuvo haciendo con mucho esfuerzo porque no podemos comprar ya no esta más?—. Auca… Auca... Yo no sabía nada.
—¿Mamá?. —la miro a los ojos y ella llora a mi lado apretando las manos—. De ahora en más... Usted mamá y mis hermanos van a ser mi familia... Nadie más.
—No hijo. —seco mis lágrimas con furia y me paro apuntándolo.
—Y usted... De ahora en más es mi enemigo. —me mira en silencio—. Hasta la muerte va a ser mi enemigo.
*****
Blanca.
—¿Qué pasa que no viene?. —miro por la ventana abrazándome sola porque siento que pasó algo grave.
—¿A dónde iba?.
—No tengo idea. —me muerdo los labios negando—. Llegamos a la casa y no permitió que entre y después me trajo.
—Ahí viene. —corro hacia el establo porque va a dejar el caballo ahí así toma agua y baja de un salto.
—¿Qué pasó?. —abre los brazos negando.
—Nos entraron a robar Blanca. —abro gigante los ojos—. No se llevaron muchas cosas solo... Solo.
—¿Qué? ¿Qué se llevaron?, no tenemos nada de valor.
—Nada más las cosas del bebé se llevaron.
—¿Eh?. —lo miro medio que no le creo porque no es normal—. ¿Quién se llevaría solamente eso?.
—No lo sé... Revolvieron todo y solo eso falta. —viene hacia mi agarrándome de la cintura—. Tal vez fue alguien que anda dando vuelta y le hacían falta esas cosas.
—¿Y ahora?. —comienzo a llorar y él me abraza apretándome—. Vamos... Quiero ver como quedó la casa.
—Está bien.
Cuando llegamos no lo puedo creer, está todo revuelto y muchas cosas rotas, ¿Qué pretendía el que vino? Hacer daño solamente porque esto es hacer maldad nada más, acomodo todo llorando a mares, nos revolvieron todo lo que pudieron y Auca tenía razón, nada de mi hijo dejaron, eso es lo que más me duele, pasé horas haciendo ropa y muñecos para ahora no tener nada de nada, voy a tener que empezar de cero otra vez y no es ese el problema sino ¿con qué intención se llevaron sus cosas? Eso es lo que más me duele, si el que se lo llevó le va a dar un buen uso bienvenido sea, ¿pero por qué de esta forma tan fea?.
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Mi embarazo ya está muy avanzado, tengo siete meses ya y se mueve con fuerza, a veces me da la sensación de que ya quiere salir y que está muy apretadito por eso se mueve tanto y patea tanto que a veces se marca su piecito en mi piel, me da unos escalofríos cuando pasa eso y Auca la goza porque puede tocarlo y cuando le habla a la panza mi hijo o hija se vuelve loco sacudiéndose con fuerza, los controles están en orden aún cuando Auca no tiene ni un papel, los del hospital nos dijeron que los están apurando para que estén antes de que mi hijo nazca y así poder registrarlo como hijo suyo o mi papá lo va a tener que registrar y obviamente que nadie quiere que eso pase.
Termino de hacer la limpieza y junto la ropa sucia así voy haciendo el lavado porque no me gusta que se me junte tanto o después parece que no termino más y me mata la espalda cepillar, más que nada la ropa de Auca que todos los días se la lavo porque le tengo dos mudas de ropa para el trabajo, cuando nos juntamos, toda su ropa la usaba para todo, pero eso sí que no, le tiré la mayoría de la ropa que no daba más y le compré ropa nueva junto con zapatillas que solo las usa para salir y otra muda para la casa, al principio costó que se acostumbre porque quería ponerse las remeras o camisas nuevas, pero creo que mis gritos lo hicieron entender que no lo quiero ver con esa ropa en el trabajo; cierro la puerta riendo por los recuerdos y voy al río a lavar, Auca está trabajando en nuestra casa haciendo reparaciones para que en la época de nieve no la pasemos tan mal, trajo más pieles para reforzar la casa para el invierno crudo que se viene, con mi papá hicieron piso, pero aún así puso pieles en el suelo y la casa es fresca en el calor y caliente en el frío.
—Dame tus manos… Toma la mía Dios amado... Cuando estoy débil... Se hace más fuerte tu poder... Tu compa... —quedo en silencio cuando siento ruidos a lo lejos, miro para todos lados sin ver a nadie, ni siquiera un pájaro anda como para oír eso, puede ser algún roedor también y espero que no sea una rata gigante—. Bueno... Debe ser algún animalito. —me meto más adentro del río para seguir fregando como loca el pantalón de Auca que no tengo idea de que hizo porque está sucio de punta a punta, voy a terminar con músculos de tanto cepillar su ropa.
—Maldita Blanca. —alzo la mirada lentamente al oír esa voz—. Tú... Maldita.
—Señor. —me voy para atrás apretando la ropa con fuerza a mi vientre.
—Tú. —comienza hablar en su idioma, pero no entiendo nada, Auca me ha enseñado, pero no entiendo nada de lo que dice por qué habla muy rápido y super enojado, lo sé por su cara, cuando salta del caballo y se abalanza al agua grito como loca.
—AAAAAA... AUCAAAAAAAA. —caigo de rodillas donde me patino con las piedras y me arrastro a la orilla desesperada, pero me alcanza y me hunde, hago fuerza para salir poniendo mis manos en el suelo y con todas mis fuerzas empujo hacia arriba para poder respirar, me saca y trago aire con fuerza—. NOOOO... NOOOO.
—Maldita. —me vuelve a hundir y mi cabeza duele mucho, trago agua y ya me siento muy mal, me arde hasta el alma donde ya no tengo nada de aire, de golpe me suelta y me sacan.
—Aaaggg... Nooo NOOOO.
—Tranquila. —miro para todos lados tosiendo y lo veo subirse a su caballo, dice algo y se va al galope—. Tranquila.
—No... No. —comienzo a llorar y él me abraza para que me calme porque estoy loca.
—Perdón. —lo quiero alejar porque necesito aire, necesito que me dé espacio, pero no lo hace—. Perdón Blanca, no tendrías que haber venido sola, es error mío perdón.
—Me iba a matar. —lloro con fuerza en sus brazos mirando el agua y donde está el pantalón en la orilla todo embarrado—. Me estaba ahogando Auca.
—Tranquila.
—NO ME PIDAS ESO. —como puedo me acerco a la orilla y me siento tapándome la cara—. Me estaba ahogando. —llevo mis manos a mi vientre asustada donde se mueve con fuerza—. Tengo... Tengo... —me paro y él atrás ayudándome—. Tengo que ir al médico... Tragué mucha agua y no respiré bien.
—Vamos... Vamos rápido entonces.
En el hospital me dicen que estoy bien, pero debo quedarme para controlar y que no pase algo inesperado que ruego a Dios no pase, me duermo un poco mirando a Auca sentado al lado mío con cara de culpa, pero no la tiene, no tiene la culpa de lo que el enfermo psicópata del padre hace.
Siento una mano en mi vientre y oigo sonidos, cuando me agarran de los hombros me siento desesperada, empiezo a revolverme cuando no logro respirar, me sacuden y abro los ojos viendo a mi papá.
—Hija... Tranquila hija.
—Yo... —miro hacia todos lados diciéndome que en cualquier momento sale de algún lado a terminar lo que empezó—. Creí que era él.
—No... Tranquila ya pasó. —mis lágrimas caen y él suspira—. No va a volver más lo juro. —asiento e intento sentarme y ellos me ayudan.
—Auca, ¿Él va a volver?. —niega con su mirada dura—. ¿Qué quiere decir eso?.
—Ya arreglé las cosas. —limpia mis lágrimas y después me besa.
—Tengo miedo Auca.
—Lo sé nena... Pero no va a volver a molestar, con tu papá nos encargamos. —asiento y él suspira—. Confía en mi Ayün, él no va a volver.
—Está bien.
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