Una confesión Cuando nos quedamos los dos solos, empecé a quitarle la ropa para que estuviera más cómoda. Pero ver ese cuerpo expuesto ahí encima de la cama me provocaba fuertes sensaciones. La arropé porque no debía aprovecharme de ella en ese estado. Me fui hasta el baño para cepillar mis dientes, una ducha con agua fría y sacarme el cansancio de la piel. Mientras restregaba mi cabello y tenía los ojos cerrados recordaba lo que habíamos hecho en la mañana. Pero luego pensaba en Samantha y me sentía estúpido, su actitud me dolía en el alma. Después de que me había mantenido tantos años virgen ya había estado con cuatro mujeres en menos de dos meses. Bueno con las dos abuelas tenía cargo de conciencia, de eso no me enorgullecía. De pronto escuché un golpe, me lave la cara para poder