La molesta alarma comenzó a sonar justo a las seis en punto de la mañana, siempre era el mismo tono infernal desde que llegó a su casa aquel robot rectangular con voz de caricatura de los dos mil, pantalla con ojos y boca que podían cambiar según su supuesto estado de ánimo, era fastidioso a más no poder, pero sin duda alguna, funcional pues cumplía las labores que su dueña le había impuesto a pesar de ser solo un prototipo. Lila se sentó en la cama frotando sus ojos suavemente con mucha pereza porque la noche anterior se desveló realizando un trabajo de investigación para la materia de inmunología, al final se había decantado por la licenciatura de laboratorio clínico, una carrera demandante y exigente que dejaba muchas investigaciones; mientras seguía sentada en la cama observando su escritorio, la laptop con la pantalla alzada aun continuaba en su lugar, la puerta de su habitación se abrió, el pequeño robot rectangular se asomó como si fuese un niño pequeño y con su sonrisa pixelada se dio la vuelta para seguir su camino, había ido a revisar si ya estaba despierta.
Lila se levantó de la cama con mucha más pereza pues ese día era otro más de su monótona vida, se asomó por la ventana de su habitación y contempló el paisaje que se extendía ante sus ojos. La ciudad de Byteburg era una maravilla de la tecnología, una obra maestra de la ingeniería, una utopía de la modernidad; sus edificios lejanos eran altos y elegantes, sus calles eran anchas y limpias, sus luces eran brillantes y coloridas, todo en Byteburg funcionaba a la perfección gracias a los avances que las diversas empresas tecnológicas que habían aportado para convertir aquella ciudad en lo que era ahora, robótica, energía limpia, comunicación y transporte autosostenible, todo perfectamente funcional, quien deseara vivir en esa ciudad debía tramitar un permiso especial pues las leyes eran tan estrictas que nadie podía escapar de ellas.
Byteburg era el sueño de cualquier ciudadano del siglo XXI, el orgullo de cualquier gobernante, el modelo de cualquier nación, pero Lila sabía que Byteburg no siempre había sido así porque cuando ella nació la ciudad apenas iba en sus primeros años de construcción y continuaba en construcción; sabía que la ciudad había nacido de las cenizas de otra que fue destruida por un terrible terremoto hace veinte años, ella todavía no nacía cuando todo eso ocurrió, pero cuando fue concebida sus padres ya era parte de un equipo de visionarios que se estaban esforzando por conseguir una nueva ciudad.
Fue un terremoto que arrasó con todo lo que había en su camino, causó miles de muertos y dejó muchos miles heridos, también había dejado a millones de personas sin hogar, trabajo y sin esperanzas de que algún día podrían salir de todo ese caos, aquel fue un terremoto que cambió la historia del país y de muchas personas, marcó un antes y un después en muchos sentidos, pero también generó una oportunidad de crecimiento que sus padres, como otras personas supieron aprovechar bien.
Una oportunidad que había sido aprovechada por el gobierno y una empresa tecnológica que buscaba la realización de un sueño ambicioso, se decidió reconstruir la ciudad desde cero, con la ayuda de las mejores mentes y las mejores máquinas que una fortuna billonaria podía pagar, entre las empresas que decidieron brindar su ayuda para reconstruir la ciudad estaba NexBio Tech Solution y todo a cambio de tener su sede matriz en el centro de la nueva ciudad. Lila vivía junto a su madre en los suburbios al norte del edificio central de NexBio, una hermosa residencial de casas lujosas y aquello fue una herencia por parte de su padre, era el mismo lugar desde donde ella observaba por la ventana en una mañana monótona de martes.
Era una casa de dos plantas, con un amplio jardín trasero y un jardín delantero con cochera rodeada por una barda blanca, adentro tenía una sala de estar, cocina, cada habitación poseía su propio baño y contaba con un estudio lleno de libros, era una casa que Olivia, su madre, había heredado después de la muerte de su esposo y había cambiado muchas cosas en búsqueda de dejar de extrañarlo tanto, porque a las dos les dolía aquella pérdida a pesar de los años que habían pasado, la casa no se parecía en nada a la que ella recordaba en su niñez, pero aun así seguía siendo un lugar acogedor y especial para ella. Lila se alejó de la ventana al ver como las cortinas de su vecino de enfrente se comenzaban a mover, era un chico bastante entrometido y le desagradaba mucho, paso la mano por el calendario donde una fecha estaba encerrada en un círculo con plumón azul y es que era el aniversario de la muerte de su padre, un ebrio se salió del carril e impactó el auto en que ellos regresaban de una fiesta en la universidad donde su padre trabajaba y donde ella estaba estudiando en esos momentos.
Su padre era un hombre sumamente apreciado en el campus universitario y no solo por sus alumnos, los demás decanos y equipo administrativo lo apreciaban mucho, el director le dio una beca completa para poder estudiar cualquier carrera que ella deseara y Lila tenía mucha presión sobre sus hombros intentando no decepcionar a todas las personas de aquel lugar que esperaban que ella fuera tan inteligente como lo fue su padre o que fuera tan sobresaliente como lo era su madre en aquellos momentos, una científica con tantos premios que ya no cabían en los estantes de la casa, los reportajes sobre ella llenaban las primeras planas de periódicos y Lila conservaba todas las revistas donde su madre era la portada.
— Lila... — el robot rectangular había regresado a su cuarto — Llevas diez minutos de retraso, si no vas a darte una ducha en estos momentos llegarás veinte minutos tarde a tu primera clase de fisiopatología general. — entró y comenzó a recoger algunas prendas salidas del cesto de la ropa sucia.
— Esa clase por hoy está suspendida, la profesora está de baja por enfermedad. — Lila largo un suspiro pesado.
— Metete al baño ahora mismo, llegarás tarde al campus. — el robot se dio la vuelta, sus llantas de oruga eran bastante flexibles.
— ¡Si mamá! — dio un gruñido de fastidio.
— De nuevo estas con esas actitudes. — la pantalla mostró una imagen molesta antes de que Lila cerrara la puerta del baño.
Entendía perfectamente que aquel robot solo podía interpretar los tonos de voz que se usaban al interactuar con él, no sabía de sentimientos ni emociones, además de eso era bastante defectuoso pues fue el primer modelo asistencial que su madre diseño con una inteligencia artificial bastante defectuosa, pero para su familia de dos era bastante funcional. Se quitó la ropa y se metió a la ducha, regulo la temperatura del agua antes de abrir la llave de la regadera y es que no le gustaba el agua muy caliente ni muy fría, el punto medio era tibia, agradable al cuerpo que muy rara vez generaba vapor que empañara los cristales en el lugar; bajo la regadera pasó las manos sobre su cabello peinándolo hacia atrás y dejó su cabeza levantado hacia la misma regadera donde el agua caía sobre su rostro, abrió los ojos al tiempo que iba bajando la cabeza mientras pensaba en que necesitaba ir al cementerio a dejar flores a su padre como cada aniversario.
Salió de la ducha después de haber realizado su ritual de baño diario, se secó el cuerpo antes de comenzar a arreglarse el cabello, secadora y un poco de plancha para su flequillo que fue peinado hacia un lado como siempre, no solía utilizar mucho maquillaje por falta de practicidad y es que era una mujer muy activa en la universidad, base y rubor en sus mejillas se volverían un solo parche derretido con todo lo que sudaba, así que solo se quedó con delineador, máscara de pestañas y algún labial de tono suave, pero ese último era un producto que cargaba en su mochila. Lila era una mujer a la que le gustaba mucho arreglarse para salir, se tomaba el tiempo para escoger las prendas que usaría cada día, una blusa blanca de botones desmangada porque estaban en verano, un pantalón fucsia de tiro alto y corte recto, los zapatos para esa combinación fueron mocasines de charol blanco.
Tomo su mochila rectangular de cuero marrón y abrió el cierre para comenzar a guardar sus cuadernos de apuntes, el par de libros que ocuparía ese día y el enorme cartapacio lleno de sus trabajos, impresiones entregadas por los decanos y hasta algunos dibujos que hacía cuando estaba aburrida, el estuche con todos los lapiceros que necesitaba, sus demás materiales se quedaban en casa pues era donde mejor trabajaban con ellos, guardo la bolsa de maquillaje antes de meter su tableta con teclado incorporado a la funda de protección, el estuche de los lentes, los pequeños audífonos inalámbricos y tomó su botella porque la llenaría cuando llegara a la cocina.
— Buenos días, mamá. — dijo Lila al ver a su madre en la cocina.
— Hola hija, buenos días... — Olivia sonrió amorosamente — Espero que tengas hambre porque he preparado mucha comida para hoy. — acomodó los platos en la barra de desayuno.
— ¿Que estamos celebrando? — Lila no se extrañó de ver todo aquello.
— Nada cielo, solo me levanté temprano hoy y decidí preparar un desayuno abundante para nosotras. — la mujer sonrió ampliamente.
— Llegaste a las tres de la madrugada, cuando llegas tan tarde nunca te levantas tan temprano y menos para cocinar... — Lila se puso a llenar su botella con agua — Dime que estas celebrando. — enroscó la tapa y guardó la botella en su mochila.
— Digamos que no es nada... — Olivia sonrió de forma culposa — Es que todavía no puedo contarte sobre lo que estamos haciendo, es un proyecto sumamente nuevo, pero podríamos almorzar juntas hoy, sé que tus clases terminan a las once. — la vio fijamente esperando que comprendiera como siempre.
— Salgo a las once y media. — Lila tomó asiento sin ganas de ir a la empresa.
— Te queda a media hora de camino, puedo darte más dinero para que pidas un Uber si no quieres caminar. — terminó de servir el desayuno.
Olivia había comenzado a notar que Lila ya no estaba tan conforme con sus secretos y de cierto modo la comprendía pues había sacrificado muchos momentos especiales para su hija por el trabajo, Lila fingía que todo estaba bien y que lo más importante en sus vidas era NexBio, pero muy en el fondo tenía resentimiento por no poder tener exclusividad con su madre ni prioridad pues la empresa se la había robado por completo y siempre había sido la segunda opción para Olivia; llegó a su adultez extrañando a su madre, Olivia no era mala madre ni nunca fue negligente en sus cuidados, siempre le dio todo y hasta más, pero el dinero no compensaba la falta de atención y aun así, Lila continuaba siendo lo más comprensiva que podía.
— No necesito dinero, hace poco el banco me dio el depósito mensual de la herencia de papá. — acercó el plato con las tostadas preparadas.
— Yo sé, pero por si no querías gastar en eso. — se subió al taburete frente a su hija después de haberle servido el café.
— Estaré ahí a las once y media. — tomó la primera tostada para darle una mordida.
— Gracias, vamos a tener tiempo para hablar sobre el nuevo proyecto en que estoy trabajando, espero también poder mostrártelo. — la vio hacer una mueca con sus labios.
— Me tengo que ir. — se comió a grandes mordidas aquella tostada y bajó del taburete.
— ¡Todavía no terminas el desayuno! — Olivia se sobresaltó un poco.
— Lo sé, pero acabo de recibir un mensaje de Sophie y dice que va a pasar por mi dentro de diez minutos, no alcanzó a terminar. — se bebió la mitad del vaso con jugo.
— Te puedo llevar yo y te terminas el desayuno. — la vio negar con la cabeza.
— Gracias, pero no quiero que llegues tarde al trabajo por llevarme a la universidad, me voy con Sophie y gracias por el desayuno. — agarró su mochila y salió corriendo de la cocina.
— ¡Lila! — Olivia corrió tras su hija, pero no la pudo detener.
La puerta de salida se cerró con bastante fuerza cuando ella apenas iba atravesando la entrada a la cocina, dejó escapar un suspiro pesado al tiempo que caminaba hacia la puerta para abrirla y ver a su hija subir a un deportivo azul que conducía su mejor amiga, movió la mano en despedida, pero la única que le respondió fue la amiga de su hija que muy sonriente puso en marcha el auto después de que Lila se subiera. Olivia dejó escapar un suspiro pesado antes de cerrar la puerta detrás de sí lamentando mucho que la relación con Lila se hubiese fragmentado tanto en tan poco tiempo, ya no era una niña, ahora era una mujer con una opinión más clara, fuerte y decidida, ya no estaba para jugar a las casitas con mamá y quizás eso fue lo que más le estrujo el corazón porque ahora que finalmente había conseguido la cumbre del éxito muy posiblemente no tendría a su niñita para acompañarla porque se aburrió de ser la segunda opción en su vida, Olivia estaba consciente de que la puso en segundo plano muchas veces.
Olivia recogió lo que quedó del desayuno y lo guardó en varios recipientes antes de llevarlos a la nevera, quizás Lila tenía antojo de algo cuando regresara a casa por la tarde, llego tarde a casa porque finalmente había terminado su amado proyecto, no era una conclusión definitiva, todavía tenía que formar parte de las pruebas, las interacciones humanas y si todo eso salía bien podría dar por concluido su trabajo sacando al mundo un asistente virtual con una inteligencia avanzada que le permitiría aprender de las personas con las que iba a interactuar. Era una inteligencia artificial que fue creada hace dos años, fue bastante complejo para Olivia diseñar algo cibernético con la capacidad de aprender como un niño, pero tenía la fuerte convicción de que alguien como él sería de una gran ayuda en el mundo en que vivían, un amigo con el que se pudiera conversar, con el que se pudiera contar en los momentos de necesidad pues a veces el contacto humano era escaso gracias al constante ritmo del trabajo.
Artificial Intelligence and Emotion Nexus (AIDEN) ese fue el nombre que el jefe del proyecto escogió para él, términos largos, pero sus iniciales acortaron la forma de llamarlo y ahora que todas las valoraciones tecnológicas estaban cubiertas podía comenzar el siguiente paso, interacción humana para el aprendizaje, Olivia estaba emocionada por eso y quería proponerle a Lila que fuera uno de los sujetos de prueba para interactuar directamente con Aiden, la inteligencia artificial era como su segundo hijo y deseaba que ambos se conocieran finalmente. Olivia tomó su cartera y las llaves del auto para salir de casa, necesitaba volver a la corporación a terminar el último informe sobre Aiden antes de que los sellos fuesen puestos en las autorizaciones para las pruebas, aunque iba apurada tuvo que esperar a que el autobús terminara de recoger a sus vecinos de enfrente porque las multas eran bastante cariñosas y podrían perjudicar su trabajo.
Al llegar a la corporación dejó su auto en el estacionamiento reservado exclusivamente para ella, a su lado había uno para Lila pues el jefe pensaba que la hija de su mejor científica iba a trabajar con ellos en algún piso dedicado a la medicina, que cabía destacar, eran muchos.
— Buenos días, doctora Stirling. — una mujer guapa de bata blanca la saludo.
— Buenos días, Eva ¿Como van las cosas? — Olivia sonrió abriendo la puerta de cristal de su oficina.
— Van muy bien, la computadora lo ha terminado de subir a la red central y se ha acoplado perfectamente, en una hora será una inteligencia artificial como MediCare o MathGenius. — la mujer se veía emocionada.
— Aiden no es como las inteligencias artificiales en línea, él será más tangible, más parecido a un humano. — Olivia era muy celosa con la forma en que trataban a Aiden.
— ¡Sí ya sé, él es una ser sumamente avanzado que podrá llegar a tener conciencia! — rodó los ojos mientras se reía con aquellas palabras.
Eva Thornton era una ingeniera de software y fue la mujer con la que Olivia trabajó codo a codo para crear a Aiden, su astucia y facilidad para desenvolverse en el mundo cibernético hicieron que la experiencia fuese mucho más alentadora en los momentos donde Olivia no veía un panorama positivo; la mujer estaba en sus treinta y seis años, soltera a pesar de ser muy atractiva, de cabello color rubio rojizo, largo y bastante lacio, unos brillantes iris verdes que eran cubiertos por cristales cuadrados con marcos rosados, un lunar en la mejilla izquierda decoraba el hoyuelo que aparecía con cada sonrisa. Otro m*****o del grupo era Vera Kessler, era una psicóloga que fue asignada al grupo para ayudarlos con los momentos donde sintieran necesitarla pues lo que hacían no era algo fácil ya que consumía tiempo de sus vidas, también iba a ser la encargada de evaluar las capacidades emocionales de Aiden; una mujer bastante común a los ojos de Olivia, cabello azabache, iris marrones y una piel bastante cuidada, lo único que destacaba en ella era el metro ochenta de altura.
Aquel grupo era liderado por Alan Strickland que era el encargado de llevar el proyecto, estaba motivado por un deseo implacable de avance tecnológico y reconocimiento, era un hombre bastante serio y de aparecían muy poco accesible, pero eso solo era una impresión para quienes no lo conocieran bien. El último en la lista era el agente Morgan Reed, un hombre que estaba cerca de sus cincuenta años que era el encargado de supervisar las acciones de Aiden dentro de la red y que no fuera a pasar los límites establecidos, estaba ahí para asegurarse de que la inteligencia artificial fuese sumisa y voluntariosa a todo lo que se le pidiera; Olivia sentía cierto desdén por aquel hombre que cojeaba de su pierna derecha, no le gustaba la visión destructiva que tenía hacia Aiden ni soportaba sus insinuaciones de convertirlo en un arma justiciera a voluntad de un gobierno que se estaba descarrilando muy por fuera de la ciudad en la que vivían.
— Doctora Stirling... — Pamela, su secretaria y asistente personal entro a la oficina — El señor Alexander Kepler ha pedido una reunión con todo el equipo. — dijo la mujer mientras revisaba su agenda.
— ¿Ha pasado algo serio para que el gran jefe baje de su piso? — preguntó mientras apenas iba encendiendo su computadora.
— No lo sé, solo me dijeron que avisara a todo el equipo para que se presenten en la sala de juntas en quince minutos. — vio su reloj de muñeca.
— Bueno, debe ser muy importante, espero que no sea una reunión para cancelar el proyecto. — la sola idea le produjo escalofríos.
— Quizás sea para celebrar que Aiden finalmente está en línea y venga a felicitarlos por el excelente trabajo que hicieron. — Pamela era una mujer que siempre estaba pensando de forma positiva.
Olivia descolgó la bata blanca del perchero y se la puso antes de salir de la oficina rumbo a la sala de juntas donde ya todos estaban sentados en sus respectivos lugares, ella fue la última en llegar junto a su secretaria que se encargaba de hacer los apuntes más relevantes, Alexander Kepler era el dueño de la corporación NexBio, apenas tenía veintisiete años cuando la heredó oficialmente la corporación después de que su padre muriera por el avance de una cuarta pandemia que casi paraliza al mundo entero como la que ocurrió en el dos mil veinte, por suerte los avances en medicina hicieron que el tiempo de creación para una cura fuese más corto, sin embargo, hubieron víctimas por el avance tan rápido que tuvo aquel virus respiratorio y el padre de Alexander fue uno de los desafortunados.