Camila se encontraba sumida en un estado constante de desasosiego.
Los encuentros cada vez más frecuentes y cercanos entre Alejandro y Ximena habían despertado en ella un sentimiento de celos que no podía ignorar.
Cada vez que los veía sonriendo o compartiendo miradas, la sospecha se apoderaba de su mente y el desasosiego se convertía en una carga insoportable.
Aquella tarde soleada, mientras Camila paseaba por el parque, se detuvo bruscamente al avistar a Alejandro y Ximena caminando juntos. Los dos parecían completamente absortos el uno en el otro, con una cercanía que iba más allá de una simple amistad. El corazón de Camila latía desbocado y decidió acercarse para confrontarlos.
—¿Alejandro? ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Camila con voz temblorosa, tratando de controlar las emociones que la invadían.
Alejandro soltó rápidamente la mano de Ximena y respondió apresuradamente:
—Oh, Camila, solo le estaba quitando una astilla del dedo a Ximena, no te preocupes.
Sus palabras sonaron vacías y Camila notó un brillo de complicidad en los ojos de Ximena, lo cual agudizó sus sospechas.
Camila continuó su caminata, pero su mente estaba sumida en un mar de pensamientos tormentosos.
No podía ignorar lo que acababa de presenciar, y eso la llevó a adentrarse en un juego peligroso de vigilancia.
Comenzó a revisar las pertenencias de Alejandro en busca de algún indicio de que él tenía a otra mujer o algún secreto oculto. Registró sus correos electrónicos, revisó sus mensajes de texto y hasta intentó entrar a su cuenta de r************* . Pero para su decepción, no encontró nada que respaldara sus sospechas.
Sin embargo, a pesar de la falta de pruebas concretas, los comportamientos de Alejandro y Ximena seguían volviéndose cada vez más evidentes.
Las miradas evasivas, los gestos fríos y la tensión en el aire no hacían más que avivar las dudas de Camila. Se sentía atrapada en un torbellino, debatiéndose entre confrontar a su esposo y su hija o guardar silencio y seguir observando.
La relación entre Camila y Alejandro continuaba deteriorándose. Cada vez que ella regresaba de sus viajes de trabajo, encontraba a su esposo distante y frío.
Las muestras de ternura y preocupación habían desaparecido por completo, sustituidas por miradas huidizas y palabras vacías. El silencio se había convertido en el único compañero constante.
En cuanto a Ximena, ella seguía disfrutando de la cercanía con Alejandro y de su juego peligroso.
La falta de remordimientos o culpabilidad en sus acciones hacía que todo se volviera aún más peligroso. Sus actos alimentaban su deseo y pasión por él, sin importarle las consecuencias que pudieran surgir.
Sabía que su madre sospechaba, pero esa sospecha ya no le importaba. Solo se preocupaba por saciar su ego y seguir alimentando su conexión con Alejandro.
Camila se encontraba atrapada en un triángulo amoroso lleno de secretos y mentiras.
Su mundo se había vuelto oscuro y tormentoso, sin un refugio donde hallar paz. Cada día que pasaba, su agonía se intensificaba, agotando sus fuerzas y dejando un rastro de tristeza en su interior.
¿Qué debía hacer? ¿Confrontar a su esposo y su hija, exponer sus sospechas y enfrentar las consecuencias? ¿O seguir guardando silencio, esperando que la verdad se revele por sí sola, mientras su corazón se consume en agonía?
El futuro parecía incierto y la angustia se hacía insoportable.
Camila se debatía entre confrontar a ambos o esperar a tener pruebas concretas. El miedo y la incertidumbre la paralizaban, pero su corazón le pedía respuestas. Decidió hablar con Alejandro en busca de la verdad, sin importar lo que pudiera descubrir.
Una noche, mientras Alejandro y Camila cenaban juntos en su acogedor comedor, ella decidió abordar el tema que la tenía atormentada. La luz cálida de las velas iluminaba el ambiente, creando una atmósfera tensa pero íntima. Con voz temblorosa, Camila rompió el silencio.
—Alejandro, necesito hablar contigo sobre algo que me ha estado preocupando mucho últimamente —dijo ella, sin poder ocultar el temblor en su voz.
Alejandro levantó la mirada sorprendido, deteniendo la cuchara en el aire, sintiendo una especie de dejá vu.
—Claro, Camila. ¿Qué sucede? —respondió él, notando el nerviosismo en su esposa.
Camila tomó un respiro y se armó de valor. —Quiero saber la verdad sobre tu relación con Ximena. Siento que hay algo más entre ustedes, y necesito saberlo.
Alejandro frunció el ceño, aparentemente sorprendido por la directa pregunta de Camila. Sus ojos oscuros mostraron un destello de incomodidad antes de responder.
—Camila, te aseguro que mi relación con Ximena es estrictamente de padrastro e hijastra. No hay nada inapropiado entre nosotros, te lo prometo.
A pesar de las palabras reconfortantes de Alejandro, Camila no podía evitar sentirse intranquila. Sus ojos escudriñaron los gestos de su esposo, buscando alguna señal de falsedad. Decidió presionar un poco más.
—Alejandro, te creo, pero hay indicios que me hacen dudar. ¿Puedes entender por qué necesito tener claridad en este asunto? —preguntó, mirándolo fijamente a los ojos.
Alejandro suspiró, comprendiendo la angustia de su esposa.
—Camila, entiendo tus preocupaciones y te prometo que haré todo lo posible por demostrarte que no hay razón para desconfiar. Permíteme ganarme de nuevo tu confianza.
Aunque Alejandro había negado cualquier relación inapropiada, Camila no se sentía completamente convencida. Decidió darle el beneficio de la duda, pero sus sospechas seguían latentes.
En los días siguientes, Camila continuó observando y analizando cada uno de los movimientos de Alejandro y Ximena.
Los celos se habían convertido en una constante en su vida, convirtiéndola en una persona desconfiada y llena de miedos.
Sabía que su relación con Alejandro estaba en peligro y que la verdad, tarde o temprano, saldría a la luz.
Lo que Camila no podía imaginar era que la verdad estaba más cerca de lo que creía.
Los secretos y las mentiras pronto comenzarían a desenmascararse, dejando al descubierto la traición y el dolor que le esperaban. La confrontación inevitable estaba a punto de llegar, y Camila se preparaba para enfrentar las consecuencias de las revelaciones.