Camila había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido que salir de viaje debido a su trabajo como aeromoza.
La vida nómada se había convertido en su rutina, pero siempre se sentía tranquila al saber que su hija Ximena estaba en buenas manos junto a su esposo Alejandro.
Con el tiempo, Camila notó que Alejandro y Ximena estaban cada vez más cercanos. Era evidente que su hija estaba aceptando a Alejandro como su figura paterna y eso le causaba una gran felicidad. Sin embargo, lo que Camila no sabía era lo que sucedía en la soledad de su hogar cuando ella se encontraba ausente.
Cada vez que Camila partía en uno de sus viajes, Alejandro y Ximena se dejaban llevar por la pasión y la atracción que había crecido entre ellos.
A pesar de los momentos románticos que Alejandro tenía con Camila de vez en cuando, no podía negar que su trato hacia ella había cambiado. Ya no la trataba con la misma atención y cariño que solía tener al principio de su relación, antes de que Ximena regresara de sus estudios en el extranjero.
Camila tenía esperanzas de que al alquilar una cabaña en un entorno tranquilo les permitiera a ella y a Alejandro reavivar la chispa que parecía haberse apagado. Habían estado pasando por una etapa difícil en su relación y decidieron tomar un respiro para reconectar.
Un par de días antes del viaje, Camila conversó con Alejandro sobre sus expectativas mientras empacaban sus maletas.
—Espero que este tiempo juntos nos dé la oportunidad de hablar abiertamente y encontrar soluciones a nuestros problemas —dijo Camila con optimismo.
Alejandro asintió y le tomó la mano.
—Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para mejorar nuestra relación.
Con esperanzas renovadas, Camila y Alejandro se dirigieron a la agencia de alquiler de cabañas. Mientras esperaban, comenzaron a hacer planes para su escapada romántica.
—Me encantaría sentarnos junto a la chimenea y disfrutar de una copa de vino —sugirió Camila con una sonrisa.
—Y podríamos hacer largas caminatas por el campo, explorando la naturaleza y recordando por qué nos enamoramos en primer lugar —agregó Alejandro, mirando a Camila
Sin embargo, el mismo día en que tenían programado alquilar la cabaña, Camila recibió una llamada inesperada de su jefe.
Camila se sintió abrumada por la noticia y miró a Alejandro con decepción.
—Lo siento mucho, cariño. Parece que mi viaje de trabajo coincide exactamente con nuestra escapada. No puedo creer que esto esté pasando.
Mientras Camila enfrentaba la realidad de su viaje inminente, Ximena apareció en la sala de estar con una sonrisa traviesa en su rostro. Había escuchado la conversación y vio una oportunidad para pasar tiempo con su «novio».
—¡Qué casualidad! —exclamó Ximena, apareciendo repentinamente. —Mamá, como te vas de viaje, ¿qué te parece si me permites quedarme en la cabaña con Lucas durante unos días? Podríamos disfrutar del campo y tener un tiempo a solas.
Camila, todavía consternada por el giro de los acontecimientos, examinó a Ximena con precaución.
—¿Estás segura de que podemos confiar en ustedes dos solos en la cabaña?
Ximena puso los ojos en blanco y cruzó los brazos.
—Mamá, ya soy mayor de edad y puedo cuidar de mí misma. Además, Lucas y yo somos responsables. Te prometemos que no causaremos ningún problema.
Camila se sentía indecisa, pero finalmente cedió ante los argumentos de su hija.
—Está bien, Ximena, confío en ti. Solo asegúrate de cuidar la cabaña y comportarte de manera responsable.
Con un gesto de agradecimiento, Ximena abrazó a su madre y aseguró:
—No te preocupes, mamá, nos comportaremos como adultos responsables. Disfruta tu viaje y cuídate.
Camila, con un nudo en la garganta, se despidió de Alejandro y de Ximena antes de partir hacia su viaje de trabajo. Mientras se alejaba, no podía evitar sentir una mezcla de emoción y preocupación por lo que les depararía la cabaña a Lucas y a Ximena en su ausencia.
Lo que Camila no imaginaba era que, en su ausencia, Alejandro y Ximena tendrían la oportunidad de explorar su deseo mutuo en la clandestinidad.
Se entregaban a la pasión y compartían momentos íntimos que despertaban sus cuerpos y sus emociones. Mientras tanto, Camila, ajena a esta nueva dinámica que se había establecido en su hogar, se encontraba lejos, cumpliendo sus responsabilidades laborales.
Con el tiempo, la ausencia constante de Camila y la proximidad cada vez mayor entre Alejandro y Ximena comenzaron a generar tensiones en el hogar. A pesar de los intentos de todos por mantener la armonía y la normalidad, las grietas en la relación de Camila y Alejandro se hicieron evidentes.
Camila regresaba de sus viajes con la esperanza de encontrar a su esposo con los brazos abiertos y el amor que solían compartir. Sin embargo, la realidad era diferente. Las miradas evasivas y los gestos fríos indicaban claramente que algo había cambiado.
Aún así Camila mantenía la esperanza de que las cosas mejorarán en su hogar, así que se embarcó de nuevo a su viaje, dejando a Ximena y a Alejandro solos como siempre.
Ximena y Alejandro se encontraban en una encrucijada emocional. El peso de vivir su amor en secreto comenzaba a pasar factura en ambos, pero la atracción y el deseo que sentían el uno por el otro era incontrolable. Sabían que debían resistir, pero cada día se volvía más difícil.
Una tarde soleada, mientras estaban solos en la casa, Ximena propuso una idea atrevida que había estado rondando en su mente.
Ella sugirió una escapada romántica al campo, lejos de la mirada curiosa de todos, donde pudieran explorar la profundidad de su conexión prohibida sin tener que esconderse. Una escapada que había sido pagada anterior mente por su madre.
Alejandro, cautivado por la idea de estar a solas con Ximena y desesperado por alimentar su pasión, aceptó de inmediato. Ambos sintieron una mezcla de emoción y ansiedad mientras comenzaban los preparativos para el viaje.
Unos días después, salieron de la ciudad y se adentraron en un hermoso paisaje campestre, dejando atrás el bullicio y el estrés de su vida cotidiana. El sol brillaba sobre ellos mientras caminaban tomados de la mano, con sus corazones latiendo con anticipación.
El aire fresco y el aroma de la naturaleza dieron la bienvenida a los amantes clandestinos mientras exploraban el campo. Los campos verdes y los árboles majestuosos les brindaban una sensación de libertad y privacidad que no habían experimentado antes.
Esa noche, se alojaron en una cabaña acogedora, alejada de todo y de todos. Mientras se sentaban juntos frente a la chimenea, la tensión entre ellos se volvía palpable. Ximena se acercó lentamente a Alejandro, con su mirada llena de deseo.
—¿Podemos seguir resistiendo, Alejandro? — susurró Ximena, dejando escapar una mezcla de súplica y anhelo.
Alejandro tomó su rostro entre sus manos, mirándola intensamente.
—No sé cuánto tiempo más podemos aguantar, Ximena.
Sin poder resistirse más, se entregaron a un abrazo apasionado. Sus labios se encontraron en un beso profundo y ardiente, explorándose con urgencia. El fuego de su deseo se encendió una vez más, consumiéndolos por completo.
Las horas pasaron y el encuentro en la cabaña se convirtió en una danza de cuerpos entrelazados, sus susurros de amor llenando el aire. Exploraban los límites del placer y la pasión, dejando a un lado todas las preocupaciones del mundo exterior.
Durante esos días en el campo, Ximena y Alejandro se permitieron ser ellos mismos, sin miedo al juicio o las miradas curiosas. Se perdieron en la profundidad de su conexión prohibida, explorando cada rincón de su ser.
Pero a medida que se acercaba el final de su escapada, comenzaron a enfrentarse a la realidad una vez más. El regreso a la vida cotidiana significaba tener que volver a esconder su amor, a luchar contra la tentación y el anhelo constante.
—¿Podemos seguir viviendo así, Ximena? — preguntó Alejandro con angustia en su voz mientras se preparaban para partir. —¿Podremos aguantar la carga emocional de ocultar nuestro amor?
Ximena tomó su mano y lo miró con tristeza.
—No lo sé, Alejandro. Pero lo que sé es que nuestro amor es real y profundo. No importa lo que el mundo nos imponga, no puedo negar lo que siento por ti.
Con corazones pesados, regresaron a la realidad, obligados a guardar su amor en secreto una vez más. Sin embargo, la escapada al campo les había recordado la intensidad de su conexión y les había dado la fuerza para enfrentar los desafíos que se avecinaba.