SIETE Kyle recorrió emocionado las calles adoquinadas del puerto de South Street. Apuró el paso. Había imaginado ese momento durante años. Dio vuelta en la esquina, ya podía divisar el barco. Su barco. Lo hizo pasar por un buque de vela histórico proveniente de algún país de Europa, estaría atracado en el puerto durante una semana. Qué estúpidos eran estos humanos. Podían creer casi cualquier cosa. Demasiado confiados, como para pensar en revisar el casco de una pieza histórica y descubrir que podía ser el vehículo de su muerte. Su caballo de Troya. Para sumarle más estupidez a la ya consabida, los torpes turistas se arremolinaban alrededor del buque, para deleitarse con la joya que tenían frente a sus narices. Si supieran… Kyle tuvo que abrirse paso a codazos entre la multitud y lueg