Ethan e Isabella habían decidido compartir habitación, ya se habían aceptado como marido y mujer y hasta compartían la misma cama. Ethan y ella estaban acostados y él acariciaba suavemente su pelo. Ethan sabía que podía corresponderla como hombre. No estaba muerto, como suponía. Al igual que Isabella, él tampoco había estado con ninguna mujer, situación que también le preocupaba, ya que no tenía ni la más mínima idea de cómo responder como hombre en la práctica, y más siendo paralítico. En un gesto espontáneo, Ethan se dejó llevar y comenzó a besar a Isabella con pasión. Se acercó con arrojo y sus besos eran demandantes y apasionados, los cuales ella aceptó gustosa. Sin embargo, Ethan, emocionado, bajó hasta sus pechos y empezó a acariciarlos y a rozarlos con las manos y la boca. Isabell