Sol estaba delante del club mirando las luces que había en la entrada pensando en cuantas vece había llorado antes de entrar en aquel lugar y que lo único que la impulsaba a hacerlo cada noche era pensar en su hija. –¿De verdad ha pagado toda la deuda? –Preguntó Claudia que estaba parada a su lado mirándola con curiosidad. –Hasta el último céntimo Clau, Sasha pagó mi deuda y a partir de ahora ya no soy una stripper. –Respondió mirando el club sin expresar ninguna emoción y su amiga la miró preocupada. –No te veo muy feliz nena, ¿estás bien con todo esto? –Estoy agradecida con Sasha y mucho, pero no puedo evitar sentirme mal Clau. –Contestó girándose para verla. –¿Hasta cuando necesitaré la ayuda de un hombre para poder proteger a mi hija? Porque al parecer no soy capaz de hacerlo sola.