Unos días después Sasha se bajó de su camioneta en la entrada de la casa de Sol. Se dio la vuelta al coche para coger algo que tenía en el asiento del copiloto y después se giró para ver aquella pequeña casita baja. Sasha respiró profundamente, se armó de valor y comenzó a caminar en dirección a la puerta pidiendo a Dios que la fiera estuviese tranquila. –¡¡Mamá mi sopa está dulce!! – Se quejó Estrella haciendo una mueca de asco mientras que soltaba la cuchara dentro del cuenco de la sopa. –¡Lo siento cariño, lo siento mucho es que mamá está que se vuelve loca con la mano así! – Se disculpó Sol sintiéndose una madre horrible, porque le costaba hacer cumplir con sus obligaciones teniendo la mano enyesada y esto le tenía frustrada. Sol recogió el cuenco de la sopa y lo tiró al fregadero,