Camino hacia la nevera, la abro y saco lo primero que veo, lo cual, por suerte se trata de una bolsa fría de guisantes. Cierro la nevera y le extiendo la bolsa a mi mamá, ella la mira un tanto desconcertada, quizás pensó que no habría escuchado y mucho menos presenciado lo que sucedió, pero en realidad si lo hice.
—Mientras viví aquí, jamás los vi pelear y si lo hicieron, agradezco enormemente que nunca hubiese ocurrido frente a nosotras—expreso un tanto avergonzada por tener que dirigirme de esa forma a mi mamá—sé que papa se ha sacrificado mucho y que si no fuera por él, yo ni siquiera habría podido entrar a la universidad, pero nada justifica que él te levante la mano.
Se queda en silencio mirando hacia la nada, quizás reflexionando lo que acabo de decir. Jamás en la vida creí que podría dirigirme algo así a mi madre, es decir, mostrarme más como una adulta sensata.
—Las cosas no están bien, hija—finalmente dice, sus ojos se muestran húmedos, casi al borde de las lágrimas, levanta la vista y me dirige una mirada afligida, camina hacia la barra de la cocina y coloca sus codos sobre ella para apoyarse y poder encorvarse para mostrar cuan decaída se encuentra.
—¿Qué sucede?—me atrevo a preguntar, me acerco a ella y coloco mi mano sobre la suya, quiero demostrarle mi apoyo, que sepa que no esta sola en lo que se a que esté sucediendo—es obvio que papá esta molesto, pero ¿Por qué?
Sin previo aviso ella comienza a llorar, sus sollozos son silenciosos, quiere ahogar su dolor en el silencio y eso en cierta forma me afecta, no recuerdo haberla visto sufrir de esa forma. Se lleva la mano izquierda hacia los labios para evitar emitir algún sonido, supongo que no quiere que los vecinos la escuchen llorar, aunque por la situación que estamos pasando, llorar es la mejor solución para aliviar la frustración y las tensiones, pero ese hecho, que quiera esconder su dolor, aumenta mi preocupación por ella.
—Tu padre quiere el divorcio—revela entre sollozos, sus palabras me caen como una bomba que va destruyendo todo a su paso. No entiendo por qué, lo que fue una familia unida y feliz, de pronto se desmorona.
—¿Por qué?—solo alcanzo a decir, mientras pienso que este no es el momento para que mi familia se destruya, sino que esté más unida, Emily está perdida allá afuera. ¿Y mi padre quiere irse y deslindarse de este dolor?
—Al parecer encontró a alguien más en Washington, alguien más joven—asevera, en su tono de voz se puede ver cuanto sufre la perdida de su antiguo amor, uno que nació veinte años atrás, con el que construyó toda una vida y de la nada, lo quiere destruir como si mi madre no valiera nada.
Trago saliva, lo que me narra parece ser la trama de una telenovela, pero lo que siento dentro de mi pacho me indica que la realidad es mucho peor que en las novelas, donde al final todos viven felices y donde las familias siempre, a pesar de la adversidad, permanecen unidas.
—¿Él te engaño, mamá?—pregunto, pero mis palabras suenan estúpidas, es claro que engaño a mi madre, pero esa parte de mí, la hija incondicional, no quiere aceptar la realidad.
—Ella esta embarazada—continúa, pero esta vez trata de contener el llanto, para mostrarse fuerte ante mí, quizás porque su orgullo de mujer no le permite seguir llorando ante una traición como esa—¿Tienes un cigarro?
—No fumo—explico, pero su comportamiento me parece un tanto inusual, jamás la he visto fumar, ella siempre ha sido la típica madre que intenta no ser mal ejemplo para sus hijas, siempre tuvo la casa limpia, siempre le presto atención a mi padre y se desvivía por él cuando llegaba a casa, sacrifico mucho por su familia y también sacrifico muchos de sus sueños para que el hombre que ella amaba cumpliera los suyos, pero todo ese amor y ese esfuerzo se había esfumado con el soplo de una nueva mujer.
Se limpia las lágrimas con la manga del suéter que lleva puesto y trata de calmarse, me sonríe y de un momento a otro se aleja de mí, quizás para ya no hablar del tema, pero aún tengo muchas preguntas que me gustaría hacer en ese momento, porque de otra forma no podría hacerlas después.
—¿Cuándo te lo dijo? ¿Cuándo regreso?—cuestiono tratando de no demostrar lo doloroso que es para mí, el tener que hablar de esta situación tan vergonzosa, pero no puedo imaginarme lo que mi madre debe estar soportando de tener que estar sufriendo por la perdida de dos integrantes de su familia.
Había aprendido en la universidad, viendo las experiencias de muchas de mis compañeras, que los hombres sin importar su nacionalidad, su edad o su condición física, que todos y cada uno de ellos eran unos completos desgraciados, pero parte de las estupideces que cometían era por su educación, sin embargo, siempre pensé que mi papá era el único hombre en el mundo que no estaba regido por esta norma, evidentemente me equivoque.
Mi idea, sobre el porqué los hombres se comportaban de esa forma, era que habían crecido creyendo que un hombre, podía hacer lo que quisiera por el simple hecho de haber nacido con un pedazo de carne entre las piernas, quizás era exagerado de mi parte, pero había visto que a mis compañeros le había costado mucho adaptarse a la vida universitaria porque no sabían ni siquiera como utilizar una maldita lavadora o incluso como separar la ropa, algo tan simple era tan difícil para ellos porque en sus familias habían aprendido que esas tareas eran exclusivas de las mujeres, aunque la realidad era que la misma sociedad e incluso algunas mujeres, habían decido que así debia ser por el simple hecho de que los hombres proveían el dinero para sustentar a la familia.
Mi padre era el típico macho que solo llegaba a ser mimado por sus mujeres, pero además del dinero nunca había hecho algo de valor, es decir, nunca había ido a nuestros festivales, no tenía ningún recuerdo de él llevándome a mis clases de ballet o incluso algo tan simple como arroparme a la hora de dormir era algo que no existía en mi memoria.
Lo amaba, porque sabia que él se había esforzado en darnos lo que podía, eso nos había enseñado mi madre, a siempre ser agradecidas con él, pero como podía agradecerle a un hombre que nos estaba fallando como padre, precisamente en este momento, además él que era mucho más alto, robusto y por supuesto un tanto corpulento gracias a su trabajo, como podía atreverse a golpear a mi madre. Yo, que era su hija, había sido testigo de lo que hizo mi madre por él y también había sido testigo del final de aquel matrimonio que aparentemente había sido perfecto para nosotras como hijas, pero después de analizarlo bien, de pensar que él como esposo nunca hizo algo como lavar un simple plato o tirar la maldita basura. ¿Realmente debíamos ser agradecidas con él?
Lo habíamos sido en su momento, pero con sus actos lo único que había logrado era mi desprecio, no solo como hija, sino como persona, porque no lograba comprender como es que en una situación tan dura como esta él únicamente pensaba en sí mismo.
—Hace algunas semanas—admite yendo hacia la alacena para buscar una caja de pañuelos, la cual parece haber sido usada con anterioridad. Supongo que tal vez la comenzó a usar cuando mi padre le informo lo de su engaño, no lo sé con certeza. Se limpia la nariz y las lágrimas para después volver a mi lado.
Lo único en lo que puedo pensar es en mi hermana, en sí ella se dio cuenta de lo que estaba pasando con mis padres, porque ahora que lo sé y soy testigo del cómo el amor que se tenían término en cenizas, no sé como es que ella no me informo de ello y como es que pudo soportar la actitud de nuestro padre a no ser que realmente él se hubiese comportado mejor de como se lo hizo ahora.
—¿Emily lo sabia?—cuestiono un tanto desconcertada. Siento que he estado en un sueño llamado universidad y que ese sueño lleno de mis propias preocupaciones se convirtió en una pesadilla que con cada minuto empeora más y más. Mi madre niega con la cabeza y trata de forzar una sonrisa.
—Aunque ella aún es joven tiene sus propias preocupaciones, así que nunca noto nada, no te preocupes por eso. Ahora, sin importar lo que pase con tu padre, debemos permanecer unidas y encontrar a Emily, volveremos a ser una familia ¿De acuerdo?
Intento tragarme mi propio orgullo y lo hago cuando ella se aproxima a mí, quizás para tratar de consolarme como si en realidad a mí me hubiesen dado una bofetada y de alguna manera así fue. No puedo llamarlo de otra forma a esta horrible experiencia.
—Tienes razón—expreso para poner a un lado este asunto, que en realidad no debería darle más importancia, lo que importa es encontrar a Emily
Mi madre me da un beso en la mejilla, sus ojos se notan aún más rojos que antes y su sonrisa mucho más falsa que al llegar, pero en esta situación, no puedo pedir mucho más. No puedo decirle a mi madre que no llore porque sé que duele, pero habrá un momento en que podre decirle todo lo que siento y pienso al respecto.
—Deberías ir a descansar—sugiere, miro el reloj que esta pegado a la pared, no es muy tarde, pero supongo que desea estar sola, pero no sabe como pedírmelo, así que asiento. Me voy de la cocina hacia el pasillo que lleva a las habitaciones, paso por la puerta que algún día fue la entrada de mi habitación, adentro ya no hay muchas cosas que considere como mías, así que paso de largo y me detengo una vez más en la habitación de Emily.
Entro y cierro la puerta, aún se puede percibir el aroma de su perfume favorito y es que una vez tiro la mitad de una botella sobre la alfombra, así que ese aroma nunca desapareció del todo ni porque mi mamá la obligo a lavarla, miro sus pertenencias y siento un vacío que nada podrá llenar excepto su presencia. Mi cuerpo se acuesta maquinalmente sobre la cama, tomo un peluche con forma de conejo, huele a algodón de azúcar, quizás lo gano en una feria y nunca lo lavo, pero aun así lo abrazo porque sé que ese peluche estuvo a su lado muchas noches, momentos en los que yo no pude estar con ella y cierro los ojos imaginando que esta a mi lado consolandome, pero incluso ese pensamiento me hace sentir culpable porque siempre es Emily quien tiene que estar consolandome y no al reves, se supone que soy la hermana mayor y aun asi ella esta perdida.
Me acurruco sobre su cama y hago desaparecer esos pensamientos dolorosos autoinflingidos, debo ser mas fuerte, no solo por mi, sino por Emily y por mi madre, quizas por ser la mayor me siento responsable de su bienestar y aunque no sé que nos pueda deparar el futuro, mi unica prioridad es encontrarla sin importar el precio que tenga que pagar para hallarla.
Sin previo aviso mis lagrimas comienzan a fluir, no sé cual pueda ser el motivo que ha aflorado esas gotas de dolor, supongo que es una mezcla de todo lo que esta pasando, cosas de las cuales no tengo el control, pero esas mismas lagrimas me ayudan a relajarme para poder conciliar el sueño.