Cuentas

1214 Words
Brenda le contó todo a Clara quien reconoció llorando que Cinthia no había dejado las cosas en mentirle en la cara, ella llamó a la agencia y dijo que Clara había invitado a una amiga y juntas les habían robado unas joyas, no presentaba cargos, pero sí esperaba que la despidieran. —No ha dado tu nombre, solo ha pedido mi despido. Yo tengo unas tres clientas fijas, por debajo y con eso me la juego, pero, ya no puedo recomendarte Brenda, lo siento. —Yo igual, de verdad que no me robé nada. —Lo sé. —responde Clara. —Las cosas van a estar mejor, qué tal si mañana le rezamos una novena a la virgen, y hacemos ayuno, a ver si Dios nos responde más rápido. —Gracias. —Con todo el gusto, vas a ver cómo funciona. —Seguro —respondió y vio hacia el cielo y le pidió a Dios que por favor la dejara llegar a fin de mes sin perder lo poco que le quedaba. Brenda entró en casa y vio a su padre sentado en el sofá, el hombre se limpió las lágrimas y su hija tomó asiento junto a él. —¿Qué te pasa, papito? —Fui al médico, por los dolores. —Qué dicha, ¿qué dijo? —Tengo Artritis, es común en mujeres que hombres y el único tratamiento son analgésicos, me estoy muriendo del dolor, pero no puedo tomar nada si quiero estar sobrio. —responde con tristeza mientras se frota los dedos por el dolor. —¿Sabes, papá? Pronto no tendrás que preocuparte, podrás dormir mejor y el dolor disminuirá con remedios tal vez, y podremos comprar esteroides para el dolor, porque tengo un trabajo nuevo, en la Uni, me dijeron que podría trabajar como laboratorista no es un salario completo, pero es bueno y dan referencias —mintió y puso su mejor sonrisa. Rodrigo se puso en pie emocionado, la felicitó y él recordó lo valiente y preciosa que era. —Mi mayor tesoro bebé, eres mi mayor tesoro, la copa de copas es mía —Celebró mientras la llenaba de besos. A Brenda se le escaparon las lágrimas y su padre asumió que era la felicidad mezclada con el miedo de los últimos meses. El hombre se fue a la cocina en busca de algo rico para prepararle a su hija para celebrar. —Papá, hoy no me pagaron, pero hay huevos y si me haces un huevito con arroz yo soy la más feliz. —Te lo voy a hacer con tu pancito de queso, ve bañarte. Brenda asintió y fue a tomar una ducha corta, primero porque el agua estaba helada y no quería subir el recibo de la luz. Cuando salió buscó el computador y se sentó fuera de la casa para buscar trabajos por internet y nada pagaba lo suficiente, nadie quería a alguien sin experiencia y sentía que iba a volverse loca. Su padre le avisó que la comida está lista y cenaron juntos. Rodrigo estaba mucho más relajado ahora que su hija podría estudiar con tranquilidad nuevamente. Cada vez que la escuchaba sufrir por una materia, por el préstamo, por dinero en general pensaba que él había pagado por completo una carrera de leyes y empresariales para su exmujer, quien ni siquiera se dejaba contactar para ayudar a la hija que ya le había hecho demasiado daño. —Papi—le llamó Brenda. —¿Qué te pasa? —Pensando en cosas amargas, pero te veo y es como si todo tuviera balance. —Deja de decirme esas coas. —le molesta y su madre ríe. Los dos terminan de cenar poco después y Brenda lava los paltos, acomoda la cocina y se va a acostar para empresa a buscar trabajo tan temprano como se abran los negocios. Rodrigo escucha desde buena mañana el teléfono de su hija sonar y toma la llamada. —Brenda, soy Cinthia, que dicha que contestaste, quería disculparme, yo… no tengo excusa y sé que no querrás limpiar para mí, pero al menos déjame cancelar lo que debía y una liquidación. Me pasé y aclaré todo con la empresa de limpieza. Mis hijos me explicaron que sí te han ayudado antes porque les ayudas con clases de portugués y mi hijo tiene más hormonas que nada, lo siento tanto… de verdad que lo siento. —Tanto Cinthia como Rodrigo se quedan en silencio. — ¿Estás escuchándome? —Mi hija va a ir por el dinero que le debe, porque lo necesita, y no va a seguir trabajando para usted. Rodrigo preparó el desayuno para que su hija desayunara bien y cargara energía. La joven se había quedado dormida un poco más de lo normal. Y la dejó descansa. Sabía que su hija limpiaba casa, no que tenía que soportarse a mujeres locas mintiendo al respecto. Él le escribió una nota a su hija deseándole un buen día y pidiéndole que la llamara. Brenda le asustó cuando vio la hora, eran la ocho de la mañana, fue corriendo a bañarse y arreglarse y cuando salió encontró un sándwich de huevo, le dio un mordisco y realizó una llamada a su padre. —Papi, te estoy devolviendo la llamada, ¿qué pasa? —Brendita, Rodrigo tuvo un accidente aquí en la obra, ya lo llevan al hospital central, lo están atendiendo pero va grave. —¿Qué le pasó? Nadie podía explicarle cómo su padre se había accidentado, la única buena noticia era que había un seguro médico para trabajadores. Clara está sentada al lado de Brenda y Mina entró con vasos de café. —Yo sé que no crees en esas cosas. —Si le vas a hablar de prostituirse es un pésimo momento. —No era eso Clara, sé que te molesta mi profesión, pero, a mí no me adoptó nadie de media clase con un negocio ni mi papá vino arrepentido a rescatarme. Yo me quedé ahí, mientras ustedes hicieron sus vidas, a mí me violaron, me pegaron y me tiraron la calle y entre todo lo malo que me ha pasado, tener sexo por dinero no es tan trágico como suena, porque muchas veces otra gente ha tenido sexo conmigo sin darme nada a cambio más que dolor y vergüenza. ¿Recuerdas cómo fue la primera vez que me violaron? —preguntó la joven y su amiga se limpió las lágrimas. —Fue para que no te hicieran nada a ti. No me lo agradezcas ni sientas. Lástima, solo no me lo reproches. —¿Por qué no le dijeron a nadie? —preguntó Brenda. —Fue Abel, el director de la casa hogar. ¿Quién podría ayudarnos? —preguntó Clara. —Yo me refería a una limpia energética, porque algo traes desequilibrado o tal vez sea brujería. —Ay, Mina, no tengo ni para irme a mi casa, ¿crees que voy a gastar lo poco que me queda en alguien echándome agua con sal? —La mujer suspiró. —Gracias, pero tú tienes que ir a trabajar y tú también. Déjenme sola, quiero estar sola—les pidió y las dos mujeres se miraron en silencio antes de tomar sus cosas y darle a Brenda el espacio que tanto estaba pidiendo.
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