ITALIA.
Punto de vista de Dorien.
—¿Qué te dijo? —me pregunta mi hermana después de colgar la llamada.
—Esta histérica creo que me odia.
—Es lógico, ¿Qué esperabas?
—¡Osito!, ¡osito! —repito imitando la voz de esa rubia malcriada—. Cuando está melosa, ¡ah!, pero cuando está de loca me dice ¡Doris! ¡Doris! ¡Doris!
—Ja, ja, ja, ja —Gala-tea se ríe de mí y la fulmino con la mirada.
—Búrlate bastante de tu hermano.
—Eres Doris, Doris, ja, ja, ja.
—Perfecto, gracias —le digo con tono sarcástico.
—Eres bello —se acerca y me aprieta mis cachetes—. Ríe, la vida es bella, te volverás viejo si no lo haces.
—Sabes que también odio que me hagan eso.
—Ja, ja, ja, eres un viejito prematuro.
—¿Por qué será?, de los tres alguien tiene que tener la cabeza en la tierra y no en las galaxias.
—Pero cuéntame, Dalia, ¿vendrá? —mi hermana ignora lo último que le dije, es que el mono sabe dónde se rasca.
Suspiré ante su pregunta, odio esto, si todo dependiera de mí, Dalia no tendría que regresar, quiero que ella esté feliz, y sé que regresar a Italia, no es su felicidad.
—Sí, vendrá, pero no está feliz.
—No pienses tanto, son cosas que tienen que pasar, ella lo entenderá con el tiempo.
—Eso espero, esa niña quiere volverme loco.
—Pero sí, loco ya eres, ja, ja, ja.
—Por lo visto hoy estás de bastante ánimo, ¿no? —, fije mi mirada en mi hermana, ella cuando quiere sacarme canas verdes lo hace.
—No seas amargado, nos vemos más tarde, iré a limpiar la casa, para que Dalia encuentre todo en orden.
—Ok, yo terminaré con algunos pendientes.
—Por cierto, ¿cuándo se viene?
—Lo escuchaste, ¿lo olvidaste? —Fruncí mi ceño, no puedo creer que me esté preguntando eso.
—¡Oh!, tienes razón Doris.
—Deja de llamarme así, Gala, por favor.
—¡Eres tan adorable! Adiós, Dorien —me dice con una sonrisa mientras sale de la oficina—. Nos vemos al rato.
Me quedé unos segundos más pensando en la conversación con mi hermana antes de volver a mi trabajo. Los pendientes que tengo son muchos, pero mi mente sigue divagando en los problemas familiares que nos aquejan últimamente.
Finalmente, decidí concentrarme en lo que estoy haciendo y terminar lo más urgente. Necesito tener todo listo para cuando Dalia regrese, quiero asegurarme de que las cosas estén en orden para recibirla de la mejor manera posible.
Mientras trabajo, una sensación de preocupación sigue rondando mi cabeza. Sé que las cosas entre Dalia y yo no están bien, después de decirle sobre regresar a Italia, pero espero poder poner todo en su lugar cuando ella regrese o al menos una parte.
La armonía familiar es fundamental para mí, y haré todo lo posible por restaurarla, ¿cómo?, ni idea, pero tengo la seguridad de que no me rendiré tan fácil.
Dalia es una niña muy consentida, siempre ha sido mimada desde niña, algunas veces caprichosa, pero nunca ha llegado al límite de su hermana Leticia, ella siempre ha mantenido su corazón puro, no ha dejado que se infecte con los virus negativos que matan a la sociedad.
Después de terminar mis pendientes, me preparé para encontrarme con mi hermana y planear juntos la bienvenida para Dalia. Espero que todo salga bien y que podamos resolver los problemas que nos separan La vida nos ha llevado por un camino complicado, pero confiaba en que juntos podemos superarlo.
****
Venezuela, Barquisimeto.
Punto de vista de Dalia.
—¿Qué te pasa? —me interroga mi fastidiosa amiga.
—Nada, ¿tiene que pasarme algo? —le pregunté solo para evitar responder a su pregunta.
—Te conozco, así que no me engañas tarada.
Suspiré con pesadez, ¿cómo le digo que debo irme de Barquisimeto?
—Todo está bien —le respondo, cuando ni siquiera yo misma me lo creo.
—¿Bien?, ¿me estás tomando del pelo?, ¿crees que soy una idiota?, ¿ah?
Mi expresión cambio a una de sorpresa, primera vez que la veo tan molesta, porque siempre es señorita sonrisa.
—Estas fotografías son una porquería, tú no trabajas así, algo te pasa, pero bien, si no te da la gana de contarlo, no lo cuentes, pero tampoco vengas a dañar el trabajo, de lo contrario tendrás que trabajar el doble —me dice cruzándose de brazos y en un tono de voz claramente furiosa.
Desvíe mi mirada a las fotografías que están en la pantalla y me di cuenta de que tiene razón, mi trabajo está lejos de ser el mejor. La falta de concentración y mi preocupación por lo que ocurre en mi familia se han reflejado en mi desempeño laboral de hoy.
—Lo siento, es solo que tengo algunas cosas en la cabeza en este momento —le dije con sinceridad a mi amiga.
Ella me miró por un momento, y, note como su expresión se suavizó un poco.
—Dalia, sé que no soy la mejor persona para dar consejos, pero a veces es mejor enfrentar los problemas en lugar de huir de ellos. Habla con tu familia, resuelve las cosas, y verás cómo todo mejora. Y, por favor, no dejes que esto afecte tu trabajo.
Asentí con la cabeza, agradecida por su consejo, al parecer se ha dado cuenta de que mi familia está implicada en mis emociones de este día. Me levanté de mi silla y me dispuse a salir del estudio para pensar y ver cómo afrontar lo que he estado evitando, por tantos años.
Mientras camino por las calles de Barquisimeto, las palabras de mi amiga resuenan en mi cabeza. Sé que nada va a ser fácil, pero es necesario. Tengo que reunir el coraje y la determinación para hacer frente a lo que vendrá.
Cuando regrese al estudio, ahí está mi amiga, y ya había terminado el trabajo que no logré hacerlo.
—Me iré en tres días.
Ella detiene sus movimientos, en cuanto mis palabras llegan a sus oidos, el silencio reina por unos minutos, hasta que se gira y me mira con asombro.
—¿Te vas? ¿A dónde? ¿Con tu familia?
Asentí, no podía expresarlo en palabras.
Milagros se levanta y me abraza, cierro mis ojos e intento detener mis lágrimas, pero es imposible cuando escucho sus palabras.
—Llora nena, no te detengas, sé que amas vivir aquí, sin embargo, Italia es tu hogar y ahora te está esperando con los brazos abiertos.