Luca Bianchi.
Dos años atrás.
Punto de vista de Luca.
Me siento inquieto mientras el avión desciende hacia la ciudad de Nueva York. Mi corazón late con fuerza, recordando la traición de mi esposa Leticia. Hace un año que me abandonó sin una explicación, dejándome con el corazón destrozado.
Bajo del avión y camino por el aeropuerto con paso firme. Mi rostro frío y calculador asusta a los transeúntes que se cruzan en mi camino.
Y para ser sincero cuando la gente me ve, sus miradas son con recelo y desconfianza. Me catalogan como una persona villana, un magnate sin escrúpulos que solo busca el beneficio propio.
En parte ellos tienen razón, porque no hay lugar para la compasión en mi corazón, solo ansias de venganza.
Al llegar al hotel ni siquiera me tomo un descanso, porque mi única misión en este viaje es encontrar a esa maldita mujer que me traicionó y hacerle pagar por sus acciones. No puedo permitir que escape sin enfrentar las consecuencias de sus actos.
Así que no puedo darme el lujo de perder tiempo, no estoy de vacaciones, algo que saben muy bien mis dos mejores guardaespaldas.
Nos dirigimos a la dirección donde se supone que Leticia se ha establecido. Al llegar, la mansión está vacía. No hay rastro de ella ni de sus pertenencias. La rabia ardiente se apodera de mí, y mis puños se cierran con fuerza.
—¿Dónde demonios está, Giovanni? —gruño con furia.
—No lo sabemos, Luca. Parece que se ha ido sin dejar rastro —responde Giovanni, con preocupación en su voz.
Y así pasaron varios meses, cada vez que teníamos una pista, nos íbamos directo, pero al parecer es como si ella estuviera jugando con mi paciencia.
Caminar por las calles de Nueva York me hace sentir como una aguja en un pajar. Las luces brillantes de Times Square solo añaden más confusión a mi mente ya atormentada por un año sin Leticia a mi lado.
Mis guardaespaldas, Giovanni y Matteo, me siguen de cerca, observando cada paso que doy con atención.
—¿Alguna pista, señor? —pregunta Giovanni, con su voz grave y serena.
Niego con la cabeza, sintiendo la frustración crecer dentro de mí.
—No hay nada. Solo falsas alarmas y rumores sin fundamento. Leticia se ha esfumado por completo.
Matteo se acerca a mi lado, con una mirada calculadora en sus ojos oscuros.
—Quizás sea hora de volver a Italia, señor. No estamos obteniendo resultados aquí y su empresa necesita de su atención.
Respiro hondo, sabiendo que Matteo tiene razón. Mi imperio no puede mantenerse solo por mucho más tiempo sin mi presencia constante.
Soy el CEO de la compañía Bianchi Fashion Group, una de las empresas más importantes en el mundo textil y de la moda. Mi empresa se dedica a crear diseños innovadores y exclusivos que marcan tendencia en la industria.
Mi objetivo es llevar esta empresa a lo más alto, innovando constantemente y superando los límites de lo posible en el mundo de la moda. Pero para alcanzar ese sueño, debo enfrentar constantes desafíos y tomar decisiones difíciles que muchas veces van en contra de lo establecido.
Lo cierto es que para llegar a donde estoy hoy, si he tenido que tomar decisiones que no son nada fáciles y poner mi empresa por encima de todo, como en este caso, no puedo dejar que Leticia se interponga por mucho tiempo.
—Tienen razón. Nos vamos mañana. No quiero perder más tiempo en esta ciudad.
En este mundo tan implacable, no puedo permitirme mostrar debilidad. Así que debo seguir adelante, con la cabeza en alto y con la determinación de alcanzar el éxito a cualquier costo.
Al llegar al hotel, me siento en la cama, observando la ciudad a través de la ventana. Giovanni y Matteo se sientan frente a mí, esperando mis órdenes.
—Regresaremos a Italia mañana, está decidido —les digo con frialdad—. Pero no olviden que encontraré a Leticia. Y cuando lo haga, la haré pagar por todo lo que me ha hecho sufrir. No descansaré hasta que esté frente a mí, pidiendo perdón de rodillas si es posible.
Giovanni asiente solemnemente, mientras Matteo me mira con admiración. Saben que soy un hombre frío, despiadado cuando se trata de proteger lo que es mío. Y Leticia pertenece a mí, de una forma u otra.
Regresamos a Milán, la capital de la moda en Italia, después de varios meses de búsqueda infructuosa. La traición de Leticia sigue ardiendo en mi interior, consumiéndome por dentro. Y aún sigo sin poder creer que una mujer haya tenido el descaro de abandonarme de esa manera.
El vuelo de regreso a Italia es silencioso, con la promesa tácita de que esta no será la última vez que pise tierras extranjeras en busca de respuestas. Mi corazón está endurecido, mi determinación es firme. Y Leticia pagará por la afrenta que cometió al dejarme solo, sin mirar atrás. No habrá piedad cuando la encuentre.
Me sumiré en las sombras del submundo si es necesario, rastreando cada rincón y recoveco hasta encontrarla. Porque en mi mundo, la traición no se perdona. Y Leticia no ha visto aún la magnitud de la tormenta que se avecina.
Mi mente está fija en un solo objetivo, en una obsesión que consume mis pensamientos y despierta una sed de venganza que arde en mi interior. No habrá tregua, no habrá descanso hasta que ella se arrodille ante mí y ruegue por su perdón, por una segunda oportunidad que, tal vez, ni siquiera merezca.
El reloj sigue su marcha implacable, marcando los días que pasan sin noticias de ella. Mi empresa prospera, mis negocios avanzan, pero mi corazón sigue anclado en el recuerdo de lo que una vez tuvimos. Pero ahora, todo eso es solo un recuerdo lejano, una sombra que se desvanece ante la urgencia de la caza que se aproxima.
Y mi determinación es inquebrantable, mi sed de justicia insaciable. Leticia ha despertado al monstruo que habita en lo más profundo de mi ser, y pronto descubrirá que no hay salvación para aquellos que me traicionan. Porque cuando un Bianchi jura venganza, no hay fuerza en el mundo que pueda detenerlo. Y Leticia lo descubrirá muy pronto.
Aunque ella haya escapado esta vez, la encontraré y haré que pague por lo que me ha hecho. No hay perdón para la traición, y yo, Luca Bianchi, no tengo corazón para perdonar.
A pesar de que muchos me vean como un ser sin emociones, en realidad sí tengo un corazón que late fuerte, porque mi venganza es quien ahora lo mantiene vivo y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para lograrlo. Incluso si eso significa seguir siendo visto como el villano en esta historia.