Quizá por eso quise trabajar en la Cocina de Albahaca hace dos meses. No soy exactamente una chica de negocios. Pero mis padres confiaron en mí lo suficiente como para dirigir un imperio empresarial de la construcción, algo que no me entusiasma precisamente.
No sé. Quizá debería hablarlo con mis padres. El fin de semana que viene vuelvo a casa y espero ver a mis padres antes de que se vayan a trabajar.
Me río para mis adentros. Me imagino cómo sería esa conversación.
Hablando de conversaciones, esta semana he conseguido evitar otro enfrentamiento con Demian. No ha sido fácil, os lo aseguro. Para empezar, es mi vecino. Y también está en la misma clase que yo. Así que tengo que estar alerta en todo momento, prácticamente de puntillas cada vez que salgo del apartamento.
Aunque, hubo varia
