Cara frunce el ceño cuando cojo mi bolso de la encimera de mármol. Cruza los brazos sobre el pecho y apoya la cadera en la pared.
—¿De verdad tienes que irte?
Levanto la vista y la miro a los ojos.
—Debería—. Me muerdo el labio mientras atravieso la habitación hasta el enchufe que hay junto al televisor para coger el cargador del móvil. Doblo el cable y le ato una pequeña goma elástica para que el cable no se vaya por todas partes cuando lo meta en mi bolso. —Sí, debería. Aunque solo es para el fin de semana.
He decidido pasar este fin de semana en casa de mis padres. Hace casi dos semanas que no los veo y los echo de menos. Las conversaciones cortas por teléfono con mi madre y mi padre empiezan a ponerme de los nervios. No sé por qué, pero creo que algo muy malo le ha pasado a la empr
