—¡Amara! ¡Amara!— La chica loca viene corriendo por el pasillo del colegio hacia mí.
La chica loca resulta ser mi mejor amiga, Zoey. Hoy lleva sus habituales vaqueros con cremallera y camiseta de la banda. Su pelo tiene un mechón rosa y otro azul a cada lado de su melena rubia.
Tenemos estilos parecidos, aunque yo prefiero llevar vaqueros normales y no sus vaqueros rotos y atrevidos, y tampoco me pongo colores al azar en el pelo. Prefiero pasar desapercibida.
—¡Adivina qué! Adivina qué—. Grita cuando se acerca a mí.
—Hmm... déjame adivinar. ¿Harry Styles se ha rapado el resto del pelo?
Me mira horrorizada.
—¡Dios, espero que no! ¡Adivina otra vez!
—Solo dímelo—digo monótonamente.
—¡Mason rompió con Aubrey!— Chilla.
Déjame ponerte al día. Mason Conway es el deportista más popular de la escuela, y su novia -ahora ex novia- es la chica más bonita y perra de la escuela. Son la pareja perfecta.
—Vaya—, digo con una sonrisa sarcástica.
—Todo el mundo habla de ello. Al parecer la pilló engañando con Lewis.
—Eso es una mierda—. Saco mi libro de matemáticas de la taquilla y luego la cierro.
—¿Qué te pasa hoy?
—Nada, solo estoy cansada. Anoche estuve de canguro hasta tarde.
Me pregunto si debería contarle a Zoey que cuidé a Zayn. Probablemente, se emocionaría demasiado, además no quiero que Zayn me haga la vida imposible.
—Pobre de ti. Al menos puedes dormir un poco en matemáticas.
Empezamos a caminar hacia clase, ya que los dos tenemos matemáticas juntos.
—No, gracias. No tengo ganas de que me castiguen hoy. Ni ningún día.
—Oh, por favor. El Sr. Harrison no te pillará. Los chicos básicamente ciegos.
—¿Estás bromeando? Atrapa gente todo el...
Me corto cuando mi hombro golpea contra algo. Con alguien.
—Cuidado, empollona—. Dice el gilipollas.
Me doy la vuelta y ahí está. El diablo en persona. Zayn.
Sin pensarlo, las palabras salen de mi boca.
—¡Oh hey, Zayn! ¡Qué bueno verte de nuevo! Me divertí mucho cuidándote anoche.
Él y sus dos amigos se giran para mirarme. Cole e Isaac están de pie a ambos lados de él, los tres sin querer parecen supermodelos. Zayn es el más alto de los tres. Cole está a su derecha, tiene el pelo oscuro y unos preciosos ojos azules que probablemente podrían verse desde el otro extremo del pasillo.
Isaac está a su izquierda. Parece como si acabara de salir de la cama y su pelo rubio está desordenado sobre su cabeza, pero aun así tiene un aspecto impecable.
—¿Qué?— dice Cole, mirando entre Zayn y yo.
—¿Haciendo de canguro?— Isaac dice con voz ronca.
Zayn me mira como si pudiera matarme, pero rápidamente se retrae y hace una risa falsa.
—¿Qué? Ni siquiera te conozco—. Sonríe satisfecho.
Esto me molesta más de lo que debería, así que ahora necesito avergonzarlo.
—Oh, por favor. Eres un actor terrible.
—¿Qué quieres decir con que lo estabas cuidando?— Zoey pregunta. Me mira nerviosa.
Quién puede culparla, no todos los días hablamos con los chicos más guapos del instituto. De hecho, creo que nunca he hablado con ellos. Excepto Cole, cuando tuvimos que trabajar juntos en un proyecto de física. Pero terminé haciendo todo el trabajo mientras él enviaba mensajes en su teléfono.
—Zayn se portó mal, así que tuve que cuidarlo anoche—. Le sonrío con suficiencia.
—Cállate—, sisea.
Isaac se ríe.
—Tío, ¿habla en serio?
—No.— Zayn le responde con un chasquido.
—Oye, no seas tan gruñón. Anoche te portaste muy bien. No querrás que se lo cuente a tu madre, ¿verdad?
Da un paso hacia mí.
—Te advertí que no se lo dijeras.
—¿En serio? No me acuerdo de eso.
Cole le rodea con el brazo.
—Hermano, ¿por qué demonios necesitabas una niñera?—. Se ríe.
—Te lo explicaré más tarde—, dice en voz baja, sin dejar de mirarme. —Será mejor que no le cuentes esto a nadie más, Amara.
Me odio por las mariposas que siento en el estómago por la forma en que ha dicho mi nombre. Soy tan patética.
Me sorprende que siquiera se acordara.
Oigo un grito ahogado de Zoey, probablemente estaba pensando lo mismo, pero lo disimula rápidamente con una tos.
—Lo pensaré—, sonrío y luego me doy la vuelta y me alejo, arrastrando a Zoey conmigo.
Cuando doblamos la esquina y los chicos se pierden de vista, Zoey me agarra y me hace parar. Me mira horrorizada.
—¿Qué demonios, Amara?— Grita. Algunos de los estudiantes que pasaban nos miran así que ella baja la voz. —¿Por qué no me dijiste que estabas cuidando al maldito Zayn Blake? ¿Y por qué demonios necesitaba que lo cuidaras? Deberías habérmelo dicho enseguida. Esto es grande. Realmente grande. ¡Y él sabía tu nombre! Lo dijo. Y él...
Le tapé la boca con la mano para que se callara.
Por eso no se lo dije.
—¡Shhh! La gente te oirá, y j***r, haces muchas preguntas.
—¡Me debes una explicación!
—Te la contaré más tarde.
—No, cuéntamelo ahora...
Suena el timbre, salvándome del interrogatorio de Zoey.
—Te lo contaré en la comida—. Empiezo a caminar hacia matemáticas de nuevo y Zoey me sigue.
—No, me lo dirás durante matemáticas—, decide y luego entra en la clase antes de que pueda objetar.
*
Por fin era el almuerzo y yo estaba en la cola con Zoey, a punto de comprar algo de comida.
En matemáticas le había contado toda la historia de cómo había llegado a ser la niñera de Zayn. Como esperaba, estaba muy emocionada y el señor Harrison se enfadó mucho por la cantidad de chillidos que soltaba.
Después de coger un sándwich y una manzana junto con una botella de agua, p**o y sigo a Zoey mientras cruza la cafetería para llegar a nuestra mesa habitual en la que siempre nos sentamos. Normalmente, solo estamos los dos sentados aquí, ya que en nuestro instituto todos son unas zorras falsas a las que no soportamos.
—¿Cómo es la casa de Zayn?—. Zoey pregunta después de terminar un bocado de su pasta.
—Bonita.
—¿Bonita? ¿Eso es todo lo que puedes decir?
—Sí.
—Más te vale que mañana ya no estés de mal humor.
—No estoy de humor—, le doy un mordisco a mi manzana.
—Sí que lo estás, Amara. ¿Tienes la regla o algo?
Pongo los ojos en blanco.
—No.
—Sí, lo está—, dice Zayn.
Giro la cabeza y lo veo de pie junto a nuestra mesa con una sonrisa de satisfacción en su atractivo rostro.
—¿Y cómo lo sabes?— le digo mientras lo fulmino con la mirada.
—Me doy cuenta. Es un don que tengo—. Me acerca la silla y se sienta.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?
—Sentarme. ¿No te das cuenta?
No le soporto.
—Vete—, resoplo y aparto la mirada de él.
Me doy cuenta de que algunas personas nos miran. ¿Por qué ha tenido que venir aquí y llamar la atención sobre nosotros? Odio que la gente me mire o se dé cuenta de que existo. Soy bastante feliz siendo invisible.
—j***r, alguien está irritable—, mira a Zoey. —Definitivamente, es su época del mes.
Zoey me mira con los ojos muy abiertos.
—Um...
—¿Cómo te llamas?— le pregunta Zayn.
—Zoey.
—Me presentaría, pero probablemente ya sepas quién soy.
—¿Muy engreída?— Murmuro.
—¿Qué fue eso, Lucifer?
—¿Lucifer?
—Así es como te llamaré mientras tengas sangre saliendo de tu...
—¡Cállate! No lo digas... Dios mío, vete. ¿Por qué has venido aquí?
Se ríe.
—Oh, claro. Vine porque quería preguntarte si saldrías conmigo esta noche.
Se me cae la manzana de las manos y rueda por el suelo.
¿QUÉ?
Zayn estalla en carcajadas. Se agarra el estómago mientras me señala a la cara.
—Solo te estoy jodiendo—, dice una vez que ha calmado su risa. —¡j***r, deberías verte la cara!
Me doy cuenta de que tengo la boca abierta. La cierro rápidamente y me aclaro la garganta. Espero que no vea lo sonrojada que estoy.
—Lo siento, princesa. Odio decirte esto, pero no eres mi tipo.
—No creía que tuvieras un tipo, teniendo en cuenta que eres tan cutre como para acostarte con la mitad de las chicas de este instituto—, le digo bruscamente.
Levanta las cejas, obviamente sorprendido por mi respuesta.
—Lo dejaré pasar porque estamos en la época de Lucifer.
—No es la época de Lucifer... ¡Quiero decir que no es esa época del mes!
—Claro que no—guiña el ojo. —En fin, he venido a preguntarte si le habías contado a alguien más lo de... la cosa.
Por la cosa supongo que se refiere a la niñera.
—No lo he hecho.
—Bien. Pero que sepas que no te perdono que hayas intentado avergonzarme así delante de mis amigos. Menos mal que no se lo dirán a nadie, si no esta situación sería mucho peor para ti.
—¿Para mí?
—Sí. Para ti.
Se levanta de la silla.
—Nos vemos, Lucifer.
—¡Me debes una manzana nueva!— le digo mientras se dirige a donde están sentados sus amigos. Se le escapa una carcajada, pero no mira atrás.