Los dulces que son más sorpresivos e inesperados son los más deliciosos.
—Debo pensar, esto —tartamudeo levemente con un acento francés— esto es perfecto, si lo es—lo noto pensativo y luego me mirase fijamente como que yo era la oportunidad de oro —Es perfecto, con Tyesha no debía tener excusa porque era arreglado, pero contigo, diré que nos enamoramos durante estos seis meses, que no podía casarme con Tyesha porque te amaba a ti—su mirada segura de sí mismo era impresionante.
Mi mirada algo insegura y ansiosa era latente. El parecía haber recreado una película completa con nosotros dos, donde lo más probable yo terminaría embarrada de mierda.
—Yo no creo que eso funcione—comente de manera cortante y mordaz.
Calculando todo mentalmente sería imposible que se lo creyeran esta historia que el se estaba haciendo en su cabeza. Comenzaba a atar los hilos y aunque Nickolas estuviera mucho en el restaurante donde estaba su excusa se caía pues este se la pasaba viajando demasiado a todos sus otros restaurantes. Además, su personalidad no era la de un hombre enamorado.
—¿Por qué crees que no funcionara? Es perfecto— un tono esperanzador salía de sus labios.
—Usted viaja demasiado — Lo mire de manera indiferente.
—Decimos que nos comunicábamos por redes, ya sabes, también existen las s*x cam y esas cosas —murmuraba de manera tan tranquila que no era normal.
—Pero que mierda —se escapó de mis labios— usted es un pervertido —mis mejillas comenzaron a quemarme intentando escapar de aquel sitio dirigiéndome a la puerta, pero era jalada de nuevo hacia afuera por parte del francés.
—Tu no te vas, me vas a ayudar, tu me metiste en un lio.
—¿Yo? Usted es el que esta loco por casarse como si fuese un acosador —lance mis palabras como si fuera una víbora lanzando su veneno —Además usted insulta más de lo que habla de amor—dispare mis palabras como si hubieran sido escritas en una tabla de piedra.
—Podemos decir que solo lo hacía porque no quería que te trataran diferente en el trabajo.
Aquello tendría sentido, pero sabía que todo iba a irse a bajo cuando tuviésemos que fingir.
—Además, tu no eres una persona dulce, es muy amargado —mordí levemente mi lengua pues aquello no paso por el filtro de mi cerebro sin proceder al pensamiento, solo se fue directo a mi boca.
—Puedo ser una persona dulce—lo mencionaba como si quisiera aclarecer algo.
—¿Oh si? Sea dulce conmigo ahora mismo.
El pareció no entender lo que le decía. Imaginaba en mi creativo cerebro a la cabeza de Nickolas lleno de humo saliendo de su cabeza como si estuviera haciendo corto circuito. No pude evitar reír algo que hizo que él se relajara.
—Sabes, tienes una sonrisa muy bonita—Un muy ligero y muy suave acento escapo de sus labios haciéndome sentir un escalofrió en mi espina dorsal.
«Que diablos…»
Deje escapar un leve suspiro mirándolo a los ojos ligeramente. No sé si fue la manera tan tierna en que lo dijo mientras me tomaba de la mano. Tras esto este con uno de sus brazos me pego hacia él, nuestros labios estaban a punto de tocarse, nuestras respiraciones comenzaron a acompasarse al mismo ritmo. Tal vez fue su mirada diferente tan relajada que me regalo mientras su acento sobresalía, no lo sabía, solo sabía que aquello me hizo sentir débil ante su toque. Usualmente no tenía cercanía sentimental de ningún hombre desde que salí de la universidad, solo los usaba para sexo y más nada, por eso pensé que mis hormonas enloquecieron por unos segundos.
—¿Ves? Puedo ser dulce si me lo propongo—Un suave susurro como si me acariciara la piel con su ligero y tierno acento me arranco otro leve suspiro. Me hablaba en un susurro, como si aquello fuese un secreto entre el y yo.
«Porque me miras así…deja de mirarme asi»
Intentaba esquivar levemente la mirada tormentosa huracanada de Nickolas como si quisiera algo más.
—Ok, te creo, pero creo que deberías soltarme ahora, si alguien viene pensara que nos vamos a besar y….
No terminaba la frase cuando aquel hombre me robo no solo otro suspiro si no un beso. Su invasion en mi boca hacia mis entrepiernas temblar además de mi corazón estremecerse. Había sido un beso tan apasionado que sentía mis piernas querían ceder pues el prometía una noche que me dejaría sin nada que desear. Había salido con chicos, sí, pero con ninguno había sentido aquella emoción que aquel hombre me provoco pues sentía un ardor en mis piernas, era sorprendente. Un jugueteo de lengua invasivo y posesivo se estaba formándose en mi boca mientras podía sentir un apretón en mis caderas haciéndome sentir una ligera dureza en mi entrepierna. No pude evitar lanzar un suave jadeo a lo cual me alejé un poco estando totalmente roja por aquel sorpresivo beso pues mis pantis estaban haciéndose una cascada sin desearlo.
—Bueno tenemos química, eso será bueno pues mis padres caerán redonditos —corroboraba como si aquel beso fue solo un experimento al cual yo me convertí en su ratita de laboratorio.
Mi cabeza tenía miles de emociones en esos momentos ¿Que diablos le pasaba a aquel hombre? Lo mire como si quisiera fulminarlo a lo que este simplemente con una picara sonrisa me miro.
—Deberíamos practicar si vamos a fingir estar casados, si quieres podemos practicar de nuevo — hablaba de manera picara guiñándome uno de sus ojos mientras lanzaba una muy coqueta sonrisa — podemos también practicar en la cama— aquello fue lanzando con un tono tan profundo, ronca, lujurioso, con tantas promesas que parecían que dejarían a cualquiera con expectativa.
—Porque eres asi —susurre suavemente.
—Pero si no quieres lo entiendo, pero si me dejas te juro que no te arrepentirás —aquel lascivo comentario era suficiente para hacer que la mente de cualquier persona volara.
Nos quedamos allí por unos momentos mirándonos fijamente. La puerta trasera del restaurante se abrió notando a un Brandon mirándonos algo confundido. Mi mirada seguía la de el, donde lo noto mirando directamente en nuestro acercamiento además de que podía sentir mi rostro rojo aun, de un golpe separe a Nickolas de mi.
—Disculpen por interrumpir—su tono era pensativo sin dejar de observarnos detenidamente.
—No lo hiciste tranquilo, bueno voy a trabajar—dispare de manera nerviosa como si hubiese sido atrapada en la escena del crimen.
Salia corriendo hacia la cocina para limpiar mi desastre deshaciéndome de los pastelillos quemados, cuando estaba a punto de deshacerme del tercer pastelillo que me había salido bien pues fue antes de que Nickolas apareciera. Sentía como alguien me lo quitándolo de mis manos a lo cual pensé que fue Manolo pues no tratábamos así. Cuando miraba que sera el mismo Nickolas, este le había dado una mordida masticando de manera pausada mirándome fijamente.
—¿Quien hizo esto?—regunto pensativo.
—Yo lo hice—comenté orgullosa, sabía que no era mi mejor trabajo, pero me había quedado muy bueno.
El entrecerró los ojos como si quisiera asegurarse de que no estaba mintiéndole. Tal vez él pensaba que solo servía para quitarle su dinero.
—¿Quién te ayudo? —de manera incrimínate me miraba.
En aquel momento me sentía como si estaba sentada en un interrogatorio antes de caer presa y todos los focos estaban encima de mi.
—Ella lo hizo sola señor—Manolo interrumpió aquella escena
—Una mirada feroz como si se tratara de un león en busca de su presa se dirigió hacia Manolo —Para la próxima, no le pregunte a usted, hablando de eso, este sabor es único, me recuerda a la torta de miel que hicimos hace poco ¿esa receta era tuya? —su mirada se suavizo levemente mirándome a mí.
—Si, es mia.
—Entonces porque Manolo lo presento como de el, sabe que el robo de receta puede hacerle quedar mal—volvió a mirar ferozmente a Manolo como si quisiera desintegrarlo. Mucho lo tenderían de un cretino jefe exigente con aire de grandeza.
—Yo se la di ya que nunca he podido estar en la cocina— comente con suavidad.
—Y eso como por qué—Nickolas miraba a Manolo y luego a mi persona como si estuviera intentando analizar nuestra relación.
—Porque tu ordenaste que los novatos con menos de un año de experiencia no cocinaran Nick ¿lo recuerdas?
Quien comentaba aquello era Brando el cual miraba la escena que Nickolas estaba haciendo de la nada. Brandon se cruzó de sus brazos esperando alguna respuesta de Nickolas.
—No sabía que teníamos a otro pastelero además de Manolo y yo, solo diré buen trabajo —decía este totalmente relajado— si usted no quema los pastelillos como los de hoy puede entrar a la cocina junto con Manolo. Si estas listas para mañana puedes comenzar, tiene algún problema con eso.
Al escuchar eso mis ojos se iluminaron, acaso aquel me iba a dejar por fin entrar a la cocina. No quería evitar emocionarme, pero mi voz salió tan eufórica que Manolo y Brandon rieron levemente al verme.
—¡No! ¡No tengo ningún problema, puedo empezar hoy si quiere!
—No la necesitaremos para hoy, puede irse a casa ahora mismo, imagino que tiene asuntos que hacer más tarde —Comento de manera suspicaz como si supiera un secreto que nadie mas sabia.
—¿Qué? Yo no tengo nada—intente no parecer emocionada, pero era complicado.
—¿Ah no? Lo que diga señorita.
Termino de comer mi madalena guiñándome un ojo saliendo del restaurante. Desde mi posición fui la única que pudo verlo, aquello se sintió algo íntimo, pero sorpresivo haciéndome sentir mi corazón derretirse como mantequilla en el fuego. Manolo me abrazo haciéndome despertar de mi trance.
—¡Puedes creer que Nickolas te dejo entrar a la cocina! ¡Eso es un alago!
«¡Le gusto mi pastelillo! Por fin seré reconocida en el restaurante» pensé con demasiada alegría.
Ser reconocida en aquel lugar era un logro pues significaba que mi nombre comenzaría a sonar en el terreno de repostería.
—En eso tienes razón Manolo, nunca nadie entro antes del año a la cocina pues el dice que los novatos solo saben arruinar las recetas.
—Entonces Si Leanette ya no lava plato significara que necesitaremos un lavaplatos.
Le di un pequeño golpe en la cabeza a Manolo el cual se alejó de mí. A pesar de que solo eran mis compañeros de trabajo esos hombres me habían dado el cariño que mis dos padres nunca pudieron darme. Sufrí cuando a los doces años tuve que dejar la casa de mi abuela por los idiotas de mis padres porque la ley así lo ameritaba. En el poco tiempo que tuvimos ya se veían lo irresponsables que eran. Pasaban varias horas sin darme cuenta de que hora era mi teléfono comenzó a sonar el cual conteste.
—Se que lo nuestro no es por amor, pero pensé que no olvidarías que nos íbamos a casar.
—Oh, j***r, dame unos momentos llegare volando.
—Le envié un mensaje a Brandon para decirle que te había dado el día así que no tienes que volver, pero te necesito en quince minutos aquí.
Cerro la llamada haciendo una leve mueca, en quince minutos solo me daría tiempo para ir a la corte con la ropa que tenía. Me saque el uniforme y el gorro dejándolo en el armario de empleados saliendo disparada a la corte después de tomar el taxi. Llegaba notando afuera a Nickolas junto con una señora algo mayor y un tipo algo joven a su lado.
—Disculpa la tardanza— Con una voz agitada por todo lo que había hecho salía de mi boca.
Nickolas me miraba como si me hubiera escapado del circo, no me sorprendería pues debía de estar despeinada además de que no pude limpiarme pues salí corriendo. Este me entrego una bolsa mientras me miraba—Imaginé que olvidaste lo de la boda así que te traje un vestido blanco sencillo, lo usaremos para las fotos, ella es Rosa mi ama de llaves y el es Braulio mi chofer, nos servirán como testigos.
Tomaba la bolsa mientras miraba a aquellas personas—Un placer— Intente sonreír de una manera amable, pero estaba algo agitada por tener que correr desde mi trabajo hasta aquel lugar.
—Cosita vamos al baño te ayudare a arreglarte—Una calidez se podía notar radiando de aquella mujer.
Rosa tenía una voz tan melodiosa que era la típica nana que muchos niños quisieran tener. La señora me tomaba de la mano la cual se sentía como si hubiese llegado a mi casa. Me traía tan gratos recuerdos que inconscientemente mi corazón se ablando. Ambas caminábamos hacia el baño, sinceramente me alegro sentir esa calidez pues desde mi abuela no lo sentía.