Si le agregas ingredientes caducados a un pastel este terminara dañado tu estómago.
En el baño Rosa se encargó de limpiarme el rostro pues aún tenía algo de polvo de hornear y tras indicarme que me sentara en uno de los inodoros esta saco un cepillo de su bolso para empezar a arreglarme.
—¿Usted siempre viene preparada?—susurre levemente como aquella mujer fuese una hada madrina pintada en mi imaginación.
—Trabajando con Nick te darás cuenta de que mientras más preparada estes será muchísimo mejor—comentaba algo pensativa soltando mi largo cabellera rubia—tienes un hermoso cabello—un ligero tono de ternura se pudo escuchar en las palabras de aquella señora.
Intente no traer recuerdos tan negativos de mi madre. Mi cabello, mi rostro y mi estatura eran todo ella, por mucho tiempo odie mi cabello hasta que mi abuela se afano de hacerme sentir que era hermosa, ahora la segunda persona que lo había reconocido era aquella desconocida para mi. Ella era hábil, con solo mi liga pudo hacerme un moño alto. Después de unos segundos esta toco levemente mi hombro.
—Termine, dime que te parece.
Saque mi teléfono dándome cuenta del peinado que muchos pensarían que fue hecho por un profesional— señora usted es sorprendente ¿acaso tiene más habilidades ocultas además de soportar a Nickolas y hacer estos peinados bonitos?
Una leve sonrisa se escuchó de aquella mujer como si supiera de que hablaba—Antes Nickolas no era así, cambio del cielo a la tierra cuando cumplió veintitrés - un tono muy pensativo era latente—Hace cinco años todo se destruyó dentro de aquel hombre, a pesar de que ya tiene veintiocho-noto a la mujer suspirar como si sus pensamientos fueran lejos
—¿Qué paso?
—Es mejor que no pregunte, no queremos un ave de mala güero en esta boda— saco un aceite de su cartera el cual uso junto al agua de lavamanos para acomodarme el cabello. Tras de esto se retiró unas horquillas colocándomelo en mi cabello—Algo prestado—Aquella señora sonrió con delicadeza mientras miro mi collar—Quédate con eso, eso será algo viejo.
Una mirada totalmente confundida se mantenía en ella sin comprender—¿De que habla señora?
—En la boda debes llevar algunas cosas por tradición, aunque esta boda no sea por amor al menos quiero que tengan un matrimonio feliz—Aquella señora sonaba totalmente sincera como las típicas nanas que querían lo mejor para ti—Ahora, es hora de cambiarte—comento la cual salía del baño donde estábamos.
Me quedaba sola en el cubículo del baño colocándome el vestido que Nickolas me había traído, las medidas eran casi todas perfectas…excepto por el busto el cual me quedaba algo apretada, pero decidí ignorarlo—Bien, una hermosa señal de que este matrimonio no es para mí— murmuraba suavemente mientras terminaba de acomodarme el vestido.
Era un vestido estilo recto sumamente sencillo lo cual no me molestaba pues si por mi fuese me hubiera casado con mi pantalón jean. Me coloque unos zapatos saliendo del cubículo veo a la señora sosteniendo un ramo blanco que estaba enlazado con un lazo azul.
—Vamos ya estamos listas.
Salíamos de aquel baño donde nos esperaban Nickolas y su chofer. Aquel hombre que siempre me miraba como si fuese una diminuta hormiga, pero en ese momento me miro con intensidad abrasadora.
—Nick, se le va a salir la baba—se mofaba de manera ocurrente Rosa siendo algo inesperada.
Me rei levemente notando como el otro chico también sonreía tras aquel comentario el cual provoco que Nickolas mirase hacia otro lado. Como aquel niño que era totalmente reprendido.
—Bueno vayamos adentro ya que tenemos que firmar—Nickolas me acercaba su mano derecha la cual acepte sonriendo un poco. Si tenía que fingir para ganar cinco millones de dólares, ganaría un puto óscar. Pero lo que no imagine fue la sensación de calidez y seguridad en ese agarre. Nos dirigimos al juez mientras este realizaba el típico discurso que se podían ver en las películas.
—Nickolas Bailly acepta a Leanette Herme para amarla en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe.
—Acepto.
— Leanette Herme acepta a Nickolas Bailly para amarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe.
—Acepto.
—Entonces por el poder que me concede el estado los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Intercambiamos los anillos que Braulio nos pasó, era uno muy bonito eso no se podía negar. Firmamos en aquel papel que nos estaría amarrando el uno al otro por los menos por un año seguido por los testigos que certificaban que nuestro amor era legítimo, que falsa. Después de colocarme el anillo que sorprendentemente era mi medida el se acercaba a mi regalándome un muy cálido beso el cual no me di cuenta de que era fotografiado por el fotógrafo de la corte. Tras esto ambos firmamos juntos a Rosa y Braulio como los testigos de nuestro según mágico amor, aunque todos allí sabíamos que sera más falso que el amor que le tenía a mis padre. Después de salir de la corte tenia pensando ir a casa, pero Nickolas me detuvo.
—Vayamos a tomar algo para celebrar—agrego con serenidad Nickolas mientras se quitaba su saco además de soltarse la corbata.
—No puedo, hoy debo hacer algo muy importante—Mentí pues sabía que si me acercaba de más pues sería más complicado.
«Además nuestro contrato no pide que estemos juntos para celebrar» pensé mirando hacia a un lado de la calle como si quisiera hacer aparecer mágicamente un taxi.
—De acuerdo, te llamare si algo pasa.
En mi casa me retire todo lo de la boda escondiéndolo en mi habitación, me duche colocándome un pijama. Eran alrededor de las nueve de la noche y sinceramente estaba lista para comer algo de helado de chocolate para seguir viendo unos dramas de acción que me gustaba mucho, mientras preparaba mis palomitas con la cuchara de helado en mi boca escucho mi teléfono sonó. Me acerque a el contentando el teléfono al ver el nombre el nickname de “Loco cazador de esposa”
—Dime—conteste de manera muy seca. Odiaba ser interrumpida en algo que me gustaba hacer y aquel drama era mi obsesión actualmente.
—Que bueno que contesto señora, su esposo este semi inconsciente en este bar después de tomar tanto, no creo que pueda irse pues ni siquiera puede levantarse.
—¿Disculpe? — Mire de nuevo mi teléfono como si hubiera entendido mal. ¿Acaso se habían equivocado de numero? Hice una leve mueca como si aquello podría reacomodar mis pensamientos.
—¿Usted es la esposa, no? En su teléfono dice esposa por eso le marcamos.
Deje escapar un muy leve suspiro pues al parecer el contrato también equivalía a esto—Si dígame la dirección por favor.
Aquel hombre me dicto la dirección lo cual no era tan lejos de donde me encontraba a lo cual después de cambiarme tomaba un taxi. Entraba encontrando en la barra un muy ebrio Nickolas tirado. Me acerque mientras lo picaba.
—Nickolas despierta, no pienso cargarte—dispare de manera breve, no pensaba hacer más cosas que fuera debida en este matrimonio falso.
Tras hablar Nickolas abrió los ojos mirándome con una mirada que solo se podrían ver en las novelas. Totalmente enamorada e ilusionada, este me sonrió tontamente como si era su todo—Anabelle, si volviste por mi.
Al escuchar el nombre de otra mujer solo puse los ojos en blanco.
«Acaso ella es el ave de mala güero de la que hablo rosa» mordí mis labios
—Creo que te confundes.
—No, tu eres mi bella Anabelle ¿volviste porque me amabas no? Sabía que todos mentían, no es posible que te escaparas con otro hombre— Este se levantó plantándome un beso recostándose en mí sonriendo de manera abobada.
El pesaba por lo que tambalee un poco cuando se recostaba de mí. Intente tragarme aquello pues a pesar de que era un matrimonio arreglado no quería ser el plato de segunda mesa de nadie. Trague psicológicamente aquello sintiendo una acidez en mi estómago
«¡Quién diablos es Anabelle! Si voy a ser plato de segunda mesa al menos debió avisarme antes»
Intentaba no morder tan fuerte mis labios por la rabia, fue imposible pues sentí el ligero sabor de la sangre. No quería sentirme enojada ni celosa pues debía darme igual pero igual lo sentí. Sali de aquel sitio con Nickolas con algo de dificultad, era imposible de creer que ni siquiera sabía dónde vivía.
— Nickolas donde vives.
— ¿Yo? Contigo, eres mi esposa— sonrió de manera juguetona.
Puse los ojos en blanco pues en mi contrato no hablaban de tratar a ningún hombre borracho, suspiré levemente intentando reacomodar mi pregunta.
— Nickolas, hablo en serio ¿dónde vives? — volví a preguntar rogando que ese tonto hombre, ese sexy francés ebrio respondiera.
— Con mi preciosa esposa Leanette.
El hablaba con un fuerte acento francés más una voz totalmente abobada, era tierno pero insoportable. Mientras pensaba que hacer se me ocurrió mirar su identificación, le metía la mano en su bolsillo buscando en su cartera alguna identificación con su nombre encontraba una con una dirección de Miami, hice una leve mueca.
—Leanette, nos amamos ¿no? Por eso te casaste conmigo—sonreía de manera tierna.
«No, solo lo hice porque me estas pagando»
Intentaba patear esa incomodidad de que hubiera mencionado a otra mujer. Me molestaba sin ninguna razón, lo odiaba, literalmente se había casado conmigo porque no tenía otra opción y yo acepte por Conveniencia. Un ligero abrazo como si fuese una serpiente estaba siendo dirigido en mis caderas. Lo ignore, pero este continuo besándome levemente el cuello.
—Dios este hombre solo es cariñoso borracho.
Le quite el teléfono al encontrarlo en su bolsillo tras guardar su cartera.
—Dame tu clave.
—Es la fecha de nuestra boda.
El se rio de manera tonta como si yo le causara algo de risa, estaba a punto de cabrearme y lanzar ese teléfono y aquel hombre a la basura.
—Muy gracioso—desbloque su teléfono colocándolo delante de su rostro lo cual funciono. Sinceramente, adoraba los teléfonos inteligentes. Buscaba entre los números encontrando el número de Rosa el cual marque enseguida.
—Buenas noches, Nick.
—¡Rosa! Que bueno que contestas, me llamaron porque Nickolas estaba ebrio en un bar, pero no se dónde vive para llevarlo ¿puedes darme la dirección?
—Claro, te la enviare en un mensaje.
Aquella señora me daba la dirección donde tomaba un taxi junto con el llegando al sitio. Sali yendo a recesión pues según la mujer debíamos ir al único penthouse de ese sitio, pero las seguridades me detuvieron.
—Señorita a donde va.
—Debo llevar a Nickolas a su apartamento.
—Pero necesitamos su identificación no sabemos si es alguna persona que quiere aprovecharse del señor.
Mientras hablaba con el de recepción Nickolas comenzó a abrazarme besándome el cuello riendo de manera tonta miraba al señor de recepción.
—¿Te he dicho que me he casado con una mujer preciosa? —con algo de torpeza mostraba su anillo—además es la mujer más bella que podrás ver ¡Mírala aquí!
Intentaba no sentirme incomoda, pero aquella escena solo hizo reír un poco a los de recepción pues por lo general aquel hombre siempre estaba serio y nunca tomaba. Uno de ellos me ayudo a llevar a Nickolas a la parte de arriba notando que aquel penthouse de ese señor estaba en una zona demasiado céntrica, si él no había dado como mínimo trescientos millones de dólares no podría ser del. Mordí mi labios mientras pensé que tal ves debí haber perdido más dinero, pero era demasiado tarde. Mientras con dificulta lo lleve a su habitación note un enorme cuadro encima de su cama. Era una mujer rubia de ojos verdes tan intensos como la esmeralda. Aquella mujer era tan hermosa que parecería actriz de novela. Respirando algo agitada tire a Nickolas en la cama.
—Nickolas porque te pones a tomar, esto no estaba incluido en nuestro contrato—susurraba algo enojada preparándome para irme.
El y yo tendríamos vidas completamente separadas, lo único que nos unía era un contrato el cual yo respetaría. No porque quería ganar dinero, sino porque siempre me mantuve alejada, los sentimientos no eran nada bueno. Aprendí por mis padres que una relación se puede tornar toxica tan rápido que no te das cuenta. Levante un muro hacia el amor, solo me interesaba tener amigos, y mas nada.