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1754 Words
La probabilidad de que un pastelillo sea destruido mientras intento estar mentalmente estable delante de ti es muy alta. Aquel día me había levantado con ganas de morir, literalmente quería pensar que mi mundo se iba a terminar, aunque pensé que tal vez todo fue un mal sueño, pero cuando vi en mi cuenta bancaria todos esos ceros al revisar mi teléfono supe que no fue así. Me bañé y me dirigí a mi trabajo donde Brando nos comentó que para ese día estaríamos algo libres además de que Nickolas no iría por el restaurante ese día, así que si queríamos podríamos practicar. Adoraba los momentos libres pues era el único rato donde podía estar en la cocina practicando sin que me miraran raro. Usualmente Manolo siempre estaba mirándome, comentando sobre mis platos y sus ideas a lo que muchas veces le corregía algo que me parecía incorrecto. —Por fin seré libre—comente para mis adentro de manera alegre. Tenía una enorme sonrisa mientras revisaba que materiales extras en la cocina que podia utilizar. Aquel día quería intentar ser un pastelillo o como Manolo le decía, madalenas, tenía pensando incluso innovar en la decoración pues había tenido una idea para el día de la independencia que no me dejaba. Era muy creativa, por eso adoraba ser pastelera pues podía decorar los pasteles como quisiera. —¿Qué haces? —Una voz curiosa me saco de mi pequeña burbuja de pensamientos creativos. —Hola Manolo, hoy quiero intentar hacer un pastelillo con dulce de leche, coco, anis y tal vez un poco de jengibre quiero innovar un poco en sabores. —Eso suena rico—se froto la panza mientras se relamía los labios. Al verlo simplemente rei—¿Verdad que si? Tal vez se pueda vender en la tienda —comentaba un poco pensativa aun mirando los ingredientes. Siempre que se me prendía el foco quería darle mis ideas a Brandon pero siempre terminaba retrocediendo en mis ideas. —Es posible, solo tienes decirle a Brandon. —Manolo sonaba seguro mientras me agitaba un poco por los hombros para que despabilara. —Pero el no sabe que soy pastelera—susurraba de manera tan derrotada que cualquiera sentiría lastima. —Entonces díselo. Sonaba como el motivador que quisieras tener cuando entrenabas en el gimnasio, su tono tan alegre con ganas de motivarme pero eso solo hacía que me decayera más al recordar las veces fallidas que lo intente. —El piensa que solo lavo platos y cuando intente decirle si podía cocinar solo me ignoro. —Es que debes de hablar con autoridad— Rio levemente al verlo fingir inflar su pecho. —¿Tu crees? — sone un poco pensativa. «Si tal vez me tomo un par de tragos tendré el valor de decirle….el es buena gente y todo, pero nunca me escucha con esos temas» Suspire perdida en mis pensamientos por unos momentos. —Claro, no quisiera presentar otra idea tuya, me hace sentir mal— su voz tenía un ligero tono de amargura e incomodidad. —A mi no me molesta, con que mis pasteles se vendan yo me siento feliz. Sonreí levemente a este el cual comenzó a buscar sus utensilios, el quería practicar de nuevo el fondant que Nickolas le critico tan fuertemente. Mientras buscaba mis materiales veía un mensaje de Nickolas el cual apode como “Loco cazador de esposa” en mi teléfono. En su mensaje que parecía un robot solo escribió *Tu, yo, a las tres de la tarde en esta corte de Manhattan, enviar identificación para adelantar papeles* notaba que me enviaba una dirección la cual imagine que era la de la corte. «Pero este hombre será sacado de los infiernos» Lo bueno era que aquella corte estaba cerca del restaurante por lo que podía ir en mi hora de descanso. No quería vestirme pues no sería nada especial, solo un contrato. Le envíe mi identificación y después este me respondía *Envíe el contrato online, mi abogado lo preparo, léelo si te gusta fírmalo online* «Bueno, creo que todo lo de nosotros dos será una conversación así. Mejor, asi no tengo que preocuparme por el» Leí aquel contracto con lentitud asegurándome de entender todo, estaba todas las cláusulas donde claramente decía que lo único estipulado que yo podría exigir era los cinco millones de dólares, una propiedad de mi elección y un auto si eso quería, no podía exigir más nada. A mí no me interesaba nada más pues solo quería pagar mis deudas por lo que simplemente firme online. A los minutos recibía un correo diciendo que el contracto había sido firmado por ambas partes, es decir por Nickolas y yo. —Mejor me distraigo o voy a estar de muy mal humor. Comencé a mezclar la masa de mantequilla y el azúcar con todos los ingredientes requeridos para aquellos pastelillos colocándolo al horno. Los primeros tres pastelillos salieron perfectos los cuales al enfriarse le di uno a Manolo el cual me miro con cara de sorpresa. —Whao, que rico esta, se me derrite en mi boca—Comentaba mientras cerraba los ojos intentando dejarse llevar por los sabores. Como reposteros nosotros debíamos priorizar el sabor, por eso era esencial concentrarse en cada bocado. Reía por el alago probando el segundo, estaban rico sí, pero sabía que podía hacerlo mejor. Sabía que si le agregaba un poco más de anís el sabor sería explosivo, una mezcla de sabores que podría hacer que el paladar saltara de emoción. —Tal vez podría agregarle algo más—susurre levemente algo insegura. —Qué tal si le agregas un poco de canela. —Oh, no pensé en eso. —Tal vez puedas agregar crema agria también, así quedaran más suave. —¡Manolo te amo! No pensé en eso. Comencé a concentrarme en la mezcla mientras esta era la tercera masa de fondant que Manolo hacia pues no le salía la terminación que Nickolas le exigió. Tras terminar la mezcla la metí en el horno y mientras ponía la temperatura. Aquellos pastelillos se veían delicioso, ya los estaba a punto de sacar cuando escuchaba a la distancia aquel acento francés, ese maldito acento francés que me hizo bajar mi corazón de golpe por los nervios haciendo temblar mi espina dorsal. Que diablos hacia el allí, se suponía que no iría ese día. —Brandon porque diablos no están los hermanos aquí—Un furioso león gritaba con su característico acento francés. —Pidieron libre porque no tenemos casi ordenes hoy. Desde la distancia escuchaba el tono sereno de Brandon, sinceramente ese hombre debía ganarse el premio novel de la paz. —Y quien les dijo que pueden tomar el día libre sin mi permiso. —Disculpa, no pensé que vendrías hoy de tan mal humor Nick. No sé si fue los nervios o que paso, pero mis manos se quedaron totalmente pegada en el agarre del horno mientras mi rostro estaba en el medio de mis brazos. No supe cuánto tiempo estuve allí, mis sentidos quedaron nulos cuando escucho un insulto en francés. Según mi basto diccionario creado por Nickolas se traduciría a “Que demonios estás haciendo tarada de mierda. Acaso te enseñaron a hornear en el país de las mierdas.” o algo así. Manolo susurro suavemente —Leanette suelta el horno, los pastelillos se están quemando. Al escucharlo apague el horno enseguida a lo que Nickolas me tomo por la mano derecha como si la analizara y después miro mi rostro por unos segundos. Miro mis ojos con detenimiento en modo penetrante y luego a mi rostro analizándome como si fuese una barbaridad jalándome con fuerza hacia afuera. Solo pude escuchar a Manolo susurrar. —Oh no, la van a insultar por primera vez. Me sacaba a la puerta trasera del restaurante casi arrastrándome hacia un callejón mirándome a los ojos como si hubiera ido al infierno, visto una atrocidad y vuelto, todo en menos de unos segundos. Este saco su teléfono marcando un número, a los segundos mi teléfono comenzó a sonar, el cerro la llamada mirándome como si quisiera matarme y enterrarme allí mismo después de guardar su teléfono. —¿Qué diablos haces en mi restaurante? —comento de manera tajante con un fuerte acento francés. —Trabajo aquí —Comente de manera cortante. Me molestaba que ni siquiera se hubiera percatado ni un poco de mi presencia. —¡¿Tu trabajas aquí?! Pero que demonios, cual es la probabilidad de que eso pase—Este me soltó comenzando a caminar de un lado a otro algo desesperado como si estuviera pensando. —Eso mismo pensé yo cuando te vi ayer. Eso hizo que se detuviera de manera abrupta mirándome de nuevo a mis ojos —Tu....tu me reconociste y aun así seguiste con este plan— Su mirada incrédula me perforaba el rostro. —A mi no me culpes, yo quería irme y tu comenzaste con que demandarías a Tyesha. Noto a aquel francés caminar de un lado a otro algo desesperado de nuevo, tal vez eso era un tic que este tenía pues se le notaba como si estuviera pensando que hacer. Este parecía que el mundo se le veía encima pues con algo de nervios agarraba con algo de fuerza su cabello castaño. —Quiero decir....pensé que recordaba ese lunar debajo de tu ojo izquierdo de algún lado, pero lo que menos pensé es que trabajaras aquí—un tono pensativo salía de su labio relajándose levemente al detenerse. Me miraba como si se le estuviera encendiendo el cerebro. —Bueno entonces si quieres no nos casamos—Le sugerí eso, pero iba a pelear por el dinero si este quisiera quitármelo. «Por favor no me quites el dinero, ¡No me lo quites! Hare lo que sea por el» —¡No! Necesito casarme para esta semana, además ya le dije a mis padres que no me casaría con Tyesha porque lo haría con la mujer que amaba —en su rostro parecía haber tenido una iluminación del momento mirándome a los ojos me agarraba por los hombros—Espera esto....esto es una muy buena idea, si trabajas conmigo podemos tener una buena excusa—Se escuchaba un ligero tono esperanzado escudriñándome con su mirada griseada mis ojos azules, si alguna persona entrara en ese momento sospecharía que nos querríamos besar. No sabía que estaba planeando aquel hombre, pero sabía que lo mas probablemente era que yo terminaría embarrada hasta el cuello.
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