El silencio en el despacho de Dominic se rompió bruscamente cuando la puerta se abrió de golpe. Su abuelo, Belmont, entró con una expresión de furia contenida en su rostro. Su mirada se fijó en Dominic, y luego en Nashla, que todavía estaba cerca de su nieto. Parecía a punto de explotar. —¡¿Qué demonios está pasando aquí?!— exclamó Belmont, dirigiéndose a Dominic con voz atronadora. —Juliette acaba de marcharse de la casa con las maletas. ¿Qué hiciste?— Dominic lo miró fríamente, su enojo apenas contenido. —No fui yo quien hizo algo, abuelo. Ella decidió irse por su cuenta.— Belmont frunció el ceño, pero antes de que pudiera replicar, su atención se desvió hacia Nashla, que se encontraba a su lado. Sus ojos se agrandaron al reconocerla, y una expresión de sorpresa y desagrado se apo