En ese momento, la puerta del despacho se abrió de nuevo y Juliette entró, cargando dos maletas. Al ver a Nashla y a Dominic juntos, se detuvo en seco, sus ojos ampliándose en sorpresa. —¿Qué está pasando aquí?— preguntó, mirando a Nashla con incredulidad. Dominic se giró hacia ella, su expresión endurecida por la ira. —¿Por qué no me lo dijiste, Juliette?— Su voz era baja, pero llena de veneno. —¿Por qué no me dijiste que tú y mi abuelo amenazaron a Nashla para que me dejara?— Juliette frunció el ceño, mirando entre Dominic y Nashla. —¿De qué estás hablando? Yo nunca…— Nashla dio un paso adelante, interrumpiéndola. —¡No mientas! Sabes lo que hiciste. Tu abuelo me amenazó, y tú lo apoyaste. No quería hacer esto, pero no tenía otra opción. Mi familia estaba en peligro.— Juliette miró