El fin de semana.

1122 Words
Cuando llegó el fin de semana, en la mansión de los Belmont había una pequeña reunión, solo los abuelos de Dominic y los padres de Juliette. —Todo está listo —dijo el juez civil con su libro sobre la mesa. Dominic piensa mucho en acercarse, por lo que su abuelo Belmont aprieta el botón de su silla eléctrica y lo impulsa. Juliette, por su parte, se sentía muy avergonzada, sus mejillas ruborizadas parecían que llevaba maquillaje, pero no era así. Cada paso hacia el altar improvisado en la sala de la mansión le parecía un desafío insuperable. Sus padres, sentados en la primera fila, le sonreían con un orgullo que ella no compartía, todo también era un poco de culpa de ellos. A su lado, los abuelos de Dominic observaban la escena con una mezcla de aprobación y preocupación, Belmont sabía que Dominic podía cometer un error. El juez miró a los pocos presentes y comenzó la ceremonia, sus palabras resonando en la amplia sala decorado con flores blancas y doradas. Juliette apenas podía concentrarse en lo que decía; su mente estaba nublada por la ansiedad y el miedo. Sabía que Dominic la odiaba, pero había aceptado este matrimonio por las amenazas de su abuelo. Dominic permanecía inmóvil a su lado, su expresión indescifrable. Cuando llegó el momento de los votos, él tomó aire y miró directamente a Juliette. Su voz, aunque firme, tenía un filo helado. —Juliette, aunque hoy nos casamos, quiero que tengas claro que mis sentimientos no han cambiado. Te odio. No por estar casados eso cambiará. —Las palabras cayeron como piedras sobre el corazón de Juliette, pero Dominic no había terminado—. Quiero que todos aquí sepan que yo amo a otra mujer, a Nashla, la mujer que me dejó plantado por alguna razón que descubriré. Un murmullo recorrió entre los padres de Juliette, y el juez, incómodo, carraspeó antes de seguir con la ceremonia. Juliette sintió que el suelo se abría bajo sus pies, pero mantuvo la compostura. Sabía que mostrar debilidad solo empeoraría la situación. Con los votos intercambiados y las firmas en los documentos, la ceremonia concluyó. Los pocos invitados aplaudieron con una mezcla de entusiasmo y tensión palpable. Juliette se obligó a sonreír para las fotos, pero su mirada evitaba la de Dominic. Después de la boda, los recién casados fueron llevados al jardín para una pequeña recepción familiar. Sin embargo, apenas llegaron, Dominic se excusó con una excusa vaga y desapareció, dejando a Juliette sola con sus abuelos y sus padres. —No te preocupes Juliette, mi nieto cambiará, estoy seguro de eso— Dijo Belmont con frialdad. Una vez que la recepción terminó, Juliette subió las escaleras lentamente, cada paso resonando en el vacío de la mansión. Se detuvo frente a la puerta del despacho de Dominic, escuchando los sonidos apagados que venían desde dentro. Finalmente, decidió entrar. Dominic estaba sentado detrás de su escritorio, una botella de whisky casi vacía frente a él. Su mirada estaba fija en un punto invisible del horizonte, perdido en sus pensamientos. Cuando Juliette entró, él levantó la vista y sus ojos se entrecerraron. —¿Qué quieres? —preguntó, su voz arrastrándose con el peso del alcohol. —Solo quería ver cómo estabas —respondió Juliette, acercándose con cautela—. No ha sido un día fácil para ninguno de los dos. Dominic soltó una carcajada amarga. —¿Ver cómo estoy? No finjas que te importa, Juliette. Sabes muy bien que esto es solo una farsa. Tú y yo no tenemos nada. Juliette sintió que sus palabras la herían, pero intentó mantener la calma. —Dominic, no tiene que ser así. Podemos intentar llevarnos bien, al menos convivir en paz. Él golpeó la mesa bruscamente, tambaleándose un poco antes de apoyar sus manos en el escritorio. Sus ojos, llenos de resentimiento, se clavaron en los de Juliette. —¿Convivir en paz? ¿Después de lo que me has obligado a hacer? —La acusación en su tono era evidente—. Yo debería estar con Nashla, no contigo. Ella es la única mujer que he amado. Tú solo eres una carga que tengo que soportar. Juliette sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no quería llorar frente a él. —Dominic, no fue mi intención que las cosas salieran así. Yo tampoco quería este matrimonio, pero estamos aquí ahora. Por favor, no nos hagamos la vida más difícil de lo que ya es. Dominic la miró con una mezcla de desdén y amargura. —Tú no entiendes nada. Tú nunca entenderás lo que es amar a alguien de verdad y perderlo. Nashla era mi vida, y ahora, gracias a ti, estoy atrapado en esta pesadilla. Juliette no pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla. Dio un paso hacia él, con la esperanza de ofrecerle consuelo, pero él la rechazó bruscamente. —No me toques —gruñó—. No necesito tu lástima ni tu compasión. Lo único que quiero de ti es que te mantengas alejada de mí. Ella retrocedió, herida por su rechazo. —Dominic, solo quiero ayudarte. —¿Ayudarme? —rió, sin alegría—. La única manera en que podrías ayudarme es desapareciendo de mi vida. Pero supongo que eso no va a suceder, ¿verdad? Juliette bajó la mirada, sintiéndose impotente. No sabía cómo manejar la situación, cómo llegar a él. La tristeza y la desesperación la envolvían, pero no quería rendirse. Sabía que detrás de todo ese odio y amargura, había un hombre herido, alguien que necesitaba sanar. —Dominic, alguna vez me amaste, sé que lo hiciste, y en nombre de ese amor te pido que llevemos la fiesta en paz— Dijo con un recuerdo que le pareció absurdo. Él la miró fijamente, su expresión suavizándose por un instante antes de endurecerse de nuevo. —Ha. ¿Y crees que recuerdo un amor de secundaria?. Lo único que necesito es que me dejes en paz. ¿No es suficiente claro para ti? No te quiero cerca, no quiero hablar contigo, no quiero verte. Las palabras de Dominic eran como dagas, cada una perforando más profundo en el corazón de Juliette. Ella asintió lentamente, sin fuerzas para seguir discutiendo. —Lo entiendo —susurró, con la voz quebrada—. Me iré. Juliette salió del despacho, cerrando la puerta tras de sí con suavidad. Una vez fuera, se apoyó contra la pared, permitiéndose llorar en silencio. Se sentía sola y perdida, atrapada en un matrimonio sin amor con un hombre que la despreciaba. Pero, a pesar de todo, había una parte de ella que no quería rendirse. Quería encontrar una manera de llegar a Dominic, aún lo amaba.
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