Dentro del despacho, Dominic se dejó caer todo el peso de su cuerpo en su silla de ruedas, con su mirada fija en la botella de whisky. Tomó un largo trago, tratando de ahogar su dolor y su rabia. Recordó a Nashla, la mujer que había amado con todo su ser, la que le había dado un propósito y una razón para vivir. Ahora, todo lo que le quedaba era el vacío y la amargura. —Nashla... —murmuró, su voz apenas un susurro—. ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué me hiciste esto? Pero no había respuesta, solo el silencio de la habitación y el eco de su desesperación. Tomó otro trago, sintiendo cómo el alcohol comenzaba a entumecer sus sentidos. Sabía que estaba en un camino autodestructivo, pero en ese momento, no le importaba. Lo único que quería era olvidar, aunque fuera por un rato. Mientras Domin