Michel.
Camino hacia el hospital con un ramo de flores y un oso de peluche grande pensando en las palabras que voy a usar para poder pedirle disculpas a Marina, Ara tiene razón, se debe haber sentido muy mal cuando le dije que no me acordaba de que me haya dicho de sus días de trabajo y horas, sin contar en donde es que trabaja, obvio que en el centro de jubilados sabia donde quedaba donde fui con mi abuela pero nada mas recordaba, tengo que tener más sentido en el romanticismo o la voy a cagar tanto que después no va a ver qué reparar, no van a ver disculpas ni regalos que valgan, y lo que menos quiero es desperdiciar esto que estamos formando, recién vamos saliendo un día pero quiero algo serio, serio de verdad, no de eso que si te peleas busca otra para enojarla más o demostrarle que no te duele ni que te importaba la relación, no, sino lucharla porque me veo con una familia con ella, quiero hijos y espero ella los quiera también así estamos en la misma página en sentido de que vamos hacia el mismo lado, que pensamos en construir un futuro, porque siempre pensé en hijos, nietos, una familia, una casa con mi familia ahí.
—Hola... Busco la...
—Las visitas ya terminaron.
—Busco la farmacia. —mira las flores y el oso en mis brazos como cada persona que pasa—. ¿En dónde esta?.
—Al final del pasillo, vas a ver una fila enorme de ancianos, ahí es, pero ya en diez minutos cierra. —voy y veo dos filas, una enorme que es de ancianos y la otra con cinco personas—. Disculpe, ¿usted es el último de la fila?.
—Si. —me paro atrás de él nervioso a cada paso que avanzo, ahora si recuerdo que me dijo que en la farmacia atendía a personas mayores o con discapacidades donde las demás no tiene paciencia—. ¿Para una enamorada? ¿O enamorado?.
—Enamorada, es un presente para la chica de la farmacia, la que atiende a los ancianos, por eso me paro acá.
—¿Marina?. —asiento sonriendo orgulloso de que la conozcan, pero lo hacen por lo buena que es—. Ey, es el novio de Marina.
—¿De verdad?. —veo como pasan la información entre ellos, miro atrás mío avergonzado pero gracias a Dios no hay nadie, hay personas sentadas pero la fila se redujo bastante—. Dejémoslo pasar así le hace la propuesta.
—Si, dejémoslo pasar.
—No no, que los atiendas porque van a quedar sin sus cosas porque le entrego esto pero me la llevo conmigo. —miro la hora y ya son las tres y cuarto de la tarde, la otra caja ya cerró hace mas de media hora pero Mari sigue atendiendo aún cuando ya pasó su hora de salida.
—Siguiente. —estamos haciendo fila contra una pared menos mal, así no me ve y es sorpresa—. ¿Cómo esta don Ambrosio?.
—Muy bien querida.
—¿Quedan muchos mas en la fila? No veo nada de acá.
—Queda una persona no mas.
—Aaa bien, tengo mucha hambre, quiero ir a comer urgente. —escucho las teclas de la compu y como se mueve buscando las cosas.
—¿Qué vas a hacer ahora cuando salgas de trabajar?. —la verdad que este hombre me esta asiendo transpirar de lo lindo.
—Me voy a mi casa y me voy a dormir una siesta que me voy a levantar cuando no de más se lo juro.
—Tenemos el mismo plan, pero a diferencia mía es que soy como un bebé ya que son necesarias las siestas.
—Bueno, pero lo ayudan a renovarse. —veo medio de reojo como le da un montón de cajas—. Acá esta todo y no se haga el loco, tome todo a horario que si el médico se lo recetó es por algo.
—Cada vez que vengo me retas Marina. —guarda todo en un bolso de esos de tela que se usan para las compras en los súper mercados—. Te pareces a mi nieta ya.
—Por algo nos parecemos, es usted el renegado y nosotras lo queremos cuidar nada más. —niega mirándome y le sonríe.
—Me voy así te vas a descansar.
—Nos vemos señor cuídese. —se me acerca y susurra.
—Quiero ver al igual que todos. —me giro viendo que hay mucha gente esperando a que le dé las cosas.
—Siguiente. —muevo los hombros de los nervios que cargo ya que venia a pedirle disculpas no a proponerle matrimonio como todos creen—. ¿Hay alguien?. —estiro las flores así las ve, me acerco sonriendo.
—Yo sigo. —se para enseguida de la silla sin saber que hacer.
—¿Que...
—¿Puedes salir de ahí atrás?. —veo a las compañeras que están buscando unos medicamentos detrás de ella, bueno, eso creo que son, pero se miran entre ellas, si me arrodillo van a pensar que le propongo matrimonio así que me quedo de pie porque esta muy lejos aún de que le quiera pedir matrimonio.
—Michel. —mira a todos los que esperan a que haga algo—. Todos nos miran.
—Si, pero vengo por tres cosas... La primera es que me perdones, se me pasó Mari no quise hacerte sentir mal lo juro, realmente me olvidé de los días y horarios de trabajo, no fue a propósito. —no dice nada que llego a transpirar de que no me perdone y quedar humillado delante de tanta gente—. Di algo por favor, siento que me voy a morir.
—¿La segunda?. —se acaricia los brazos poniéndose roja como un tomate.
—Que seas mi novia. —no quiere sonreír pero lo hace mirando hacia el suelo unos segundos—. Novios oficiales, presentarte a mi familia como mi novia y juro ser un novio atento que te va a respetar y escucharte cuando hablas.
—¿Y la tercera?.
—Que nos vayamos porque ya no puedo controlarme de no ponerte la mano encima... Estas toda preciosa que es un sufrimiento para mi verte sin poder hacerte nada de lo que se me viene a la cabeza. —tengo la boca seca y tengo miedo de que se note el que me estoy poniendo duro, hay muchas personas y yo cachondo.
—Bien. —agarra las flores y el oso apretándolo—. A todo digo que si. —empiezo a sonreír cuando se acerca—. Si, te perdono. —hace punta de pies dándome un beso en la mejilla derecha que me hace tanto escalofríos que lo siento que me recorre todo el cuerpo—. Si acepto ser tu novia. —me da un beso en la mejilla izquierda—. Y si quiero que me saques de acá, y vayamos a mi casa o la tuya y me hagas delirar entre tus brazos. —todo eso lo susurra en mis labios.
—Firma la salida y vámonos que no doy más. —se gira para ir retirarse pero la agarro del brazo—. Te faltó un tercer beso.
—No creo que quieras que te lo dé acá en medio de todos y que vean lo que hago con mi boca.
—¿Es promesa ese beso?. —sacudo los brazos donde si que me encantaría tener su boca allá abajo—. ¿O después no vas a hacer nada dejándome con las ganas?.
—Me vas a tener que enseñar a besar. —le doy una nalgada y todos se ríen.
—Ve por tus cosas dale. —entra a la sala de donde salió y todos me miran.
—¿Qué dijo?.
—Que si... —alzo los brazos riendo y libre de tensión—. Dijo que si, ufff ahora puedo respirar lo juro.
—Fuerza hombre. —el hombre que estaba delante mío se acerca sonriendo—. Es una buena muchacha joven, cuídela que si la pierde se va arrepentir toda su vida.
—No prometo nada que no pueda, pero si prometo intentarlo.
—Eres sincero y eso vale mas que promesas que se las lleva el viento, estuve casado cuarenta años hasta que mi Melinda se fue a descansar, pero cada día de mi vida me arrepiento de cada lágrima que la hice derramar, no seas un necio en tus propias necesidades sin importar en las de ella.
—¿Ambrosio? ¿Aun no se va? Debería estar descansando ya.
—Estaba mirando la propuesta que el muchacho te hizo, no me lo quería perder. —la envuelvo por el cuello agarrando el oso que es bastante grande—. ¿Qué muchacho hace estas cosas? En mis tiempos se veía mas.
—Lo hace alguien que sabe que se las mandó y quiere que lo perdonen. —la miro con los ojos gigantes por lo que dice.
—Pero amiga, estoy siendo romántico y no lo recibes.
—Lo recibo claro que si, pero también quiero que seas romántico en otras ocasiones en donde no te olvides algo no más.
—Este día lo voy a recordar siempre vas a ver.
—Eso espero.
Salimos los tres del hospital, nosotros abrazados y el señor que va escuchando todos los retos que Marina le va dando respecto a su salud, la verdad que estoy de acuerdo con ella en que los ancianos se ponen como unos nenes caprichosos que hay que andar controlándolos a mas no poder porque sino se las re mandan, lo sé por mi abuelo que pasamos muchas rabias con él donde se ha puesto muy testarudo la verdad, debemos negociar para que tome la medicación y cuando debe ir al médico ni hablar, no hay forma de hacerlo entender que debe ir y al final lo debemos llevar a la fuerza y en la consulta es un nene encaprichado que no quiere estar ahí, sino irse a su casa.
Cuando subimos al auto no sé para donde ir, si a mi casa o la suya pero de que vamos rápido eso sí, porque las pelotas las tengo en la garganta y ni hablar de la inmensa erección que cargo, pero fue al subir al auto, porque mientras veníamos no sentía nada más que desesperación, pero al subir al auto me embargó su aroma, verle como la pollera se le subió hasta medio muslo me paralizó la circulación de la sangre.
—¿Y? ¿No vas a arrancar?.
—Que no sé a donde vamos. —frunce las cejas sin entender—. ¿Tú casa o la mía?.
—Oh... No lo había pensado, mi casa, así después te vas y no me tienes que estar llevando. —sonríe mostrándome todos sus dientes.
—¿Me voy? ¿A dónde me voy a ir?. —arranco porque juro que hasta me cuesta manejar—. Yo me quedo... No me voy a ningún lado.
—¿Y a quién le pediste permiso de quedarte en mi casa?.
—Vamos a la mia entonces.
—No no... A la mía.
—Listo, solucionado el problema, aunque mejor vamos a la mia ahora así busco algo de ropa y ahí no vamos a dormir esa siesta que le dijiste a ese señor.
—Bien... Vamos porque la verdad que si quiero dormir y no despertarme hasta la noche.
—Bueno, juro que voy hacerte dormir como un bebé pero antes te dejo súper agotada cosa que no puedas ni ir al baño.
—¿Promesa?.
—Ooojjjj mami. —se rie donde debo acomodarse en el asiento—. Te voy a partir como un queso vas a ver.
*****
Marina.
Voy muy incómoda donde a cada que puede pone la mano en mis piernas, pero no es que la apoya dejándola en el lugar, o que me toca por arribita no, mete la mano entre mis piernas que las llevaba cruzadas hasta que me cansó con su mano que tuve que dejarlas estiradas así mover mejor su mano sobre mi pierna, la lleva hasta mis muslos internos pasando las yemas de los dedos muy suavemente, y antes de sacarla me da un apretón como diciendo, esto es mío y sólo mío, lo dice mas para si o no sé la verdad porque suena muy raro.
—Llegamos. —lo miro haciéndome la tonta.
—Bueno, ve rapidito así vamos a mi casa.
—¿No vas a subir conmigo?.
—Bueno dale, te acompaño si quieres.
—Obvio que quiero o no te lo pediría. —camino al ascensor apretando mi carterita sin saber porque, pero me da un sensación de seguridad irreal—. ¿Viste la película cincuenta sombras de Gray?.
—Mmm nop ¿De qué va?.
—Es de un tipo que le gusta el sadomasoquismo y...
—A mi no me pidas eso porque desde ya te digo que no. —entramos al ascensor que esta vacío por eso hablamos de estas cosas.
—Déjame terminar. —se hace el inocente por como me mira—. No te voy a pedir eso, no me va.
—¿Entonces?.
—Te iba a decir que hay una parte en donde están en un ascensor con gente y él mete le mano a la chica debajo de la pollera.
—¿Quieres hacer eso?. —viene hacia mi poniéndose detrás de mi cuando suben personas.
—Buenas.
—¿Cómo va Michel?. —se dan la mano con el hombre que me sonríe y yo miro para otro lado sintiendo como Michel me abraza con fuerza envolviendo un brazo por mi tórax que quedo con su brazo casi en la cara y el otro brazo por el vientre.
—Todo bien gracias. —se pone del lado contrario y me pone incómoda sus miradas, no tiene respeto alguno por que es un desubicado mirándome de arriba abajo mordiéndose los labios—. ¿Preferiste subir todo el edificio a esperar el otro?.
—No hay problema para mi.
—Mira que locura... Para mi tampoco hay problema de que mires a mi novia, pero baja un poco con las miraditas porque ya es demasiado, ya me estoy cansado.
—No la miraba de mala manera, es que me parece conocida nada mas.
—Bueno pero ya, porque se me están pelando los cables.
—Si, disculpa tienes razón, fui un irrespetuoso. —se gira dándonos la espalda.
—Baja. —va atrás mío renegando para él solo—. Míralo al Huguito, de mirón el tipo.
—¿Amigo tuyo?.
—¿Esa lacra que va a ser mi amigo?, Un amigo no mira la mujer de otro. —entramos al departamento y me deja sola yendo a la habitación por sus cosas—. Sírvete lo que quieras ya voy.
—Esta bien.
Decido sentarme en el sillón y mirar todo este lugar, es enorme y hermoso, unos ventanales de lujo, los pisos parecen de mármol y como si fuera una sola pieza porque no hay recortes ni nada, la mesada de la cocina es como del mismo material, voy al comedor viendo una mesa como para diez personas y el living es un sueño, unos sillones enormes que te atraen a sentarte y no pararte nunca mas de ahí, lo que me sorprende es que no hay fotos de ningún tipo, solo unos cuadros sombríos que a su vez queda bien con el lugar y la onda que tiene, me encantaría poder tener aunque sea el piso de este material, o un buen juego de ollas al menos, con lo que gano se me hace imposible, por eso voy de a poco, primero quiero terminar con los arreglos que necesita la casa y cuando salga de las deudas comprarme los muebles que me gustan y mejorarla un poco mas y así sea mas moderna.
—Ya estoy.
—Estaba mirando tu casa, es hermosa.
—Es el departamento de mi tio Joshua, me lo prestó porque me compré una casa y la estoy remodelando. —mira todo sonriendo—. Tenia un departamento chico pero lo vendí y creí que la remodelación no iba a tardar tanto pero ya vamos para dos años.
—¿Tanto?.
—En realidad es mi culpa porque soy re indeciso, siempre salen cosas nuevas que pido que pongan y no termino mas. —apunto su bolso mediano de viaje que lleva.
—¿Vamos? Tengo mucho sueño.
—Si... Vamos, llevo mi compu así trabajo un poco mas.
—No tengo internet en mi casa, es muy caro así que solo los datos del celu.
—Bueno, uso los míos no hay problema. —ya no parece fogoso como cuando veníamos y estaba dispuesta a hacer algo antes de dormir, y si que deseo una siesta porque lo de anoche me dejó frita—. Mari.
—¿Qué?.
—Ya llegamos, ¿estabas durmiendo con los ojos abiertos?.
—Pensaba. —bajo mientras busco la llave de la casa en mi cartera.
—¿En?.
—¿Vas a entrar el auto?.
—No, así después vamos a comprar para comer y ahí lo entro.
—Dale. —a penas abro Fredy se pone loco donde no lo veo de ayer en la tarde—. Hola mi corazón mas hermoso ¿Me extrañaste mi amor?.
—Mari, ¿en qué pensabas?.
—En que pensé que íbamos a tener relaciones pero como que te enfriaste.
—¿Yo enfriarme? Si estoy hirviendo mami. —se saca la remera y se abre el pantalón bajándolo un poco mostrando la base de su pene, mi corazón se pone loco al verlo—. Me prometiste un beso y lo quiero.
—Bien... Vamos a la habitación. —me sigue en silencio mientras me voy sacando mis prendas, me siento en la cama porque creo que voy a estar mas cómoda así.
—Átate el pelo o te va a incomodar.
—Bien. —tengo tan largo mi pelo que me hago un rodete y me lo ato con mi mismo pelo, no dejo de ver como se desnuda completo parándose delante mío con las piernas abiertas—. Bueno... Lo hago como creo y al final o en el proceso si no te gusta me lo dices.
—Nada de ti no me puede no gustar Mari.
—Digo no sé, por ahí lo hago tan mal que nunca mas en la vida me vas a dejar hacerlo.
—Eso vamos a verlo ahora.
Sabia que se hacia sexo oral, las chicas en la secundaria y en la universidad lo decían siempre y ahí supe que se hacia esto, las escuchaba que lo contaban con mucha naturalidad, y no las escuchaba por morbo, sino que si ellas decían que era normal quería saber como se llegaba a eso, obvio que a medida que fuí creciendo fuí averiguando del tema, y todo eso que fui recolectando para el día que tenga novio poder compartir momentos así con él y no ser la que se queda en la cama como una muñeca sin saber que hacer, tampoco tuve a nadie que me diga nada, pobre de mi abuelo que cuando me vino el periodo por primera vez le dijo a la preceptora del secundario si me podía decir como usar toallitas higiénicas porque él no tenia idea de como enseñarme a usarlas y no sabia como se usaban, así que menos que menos me iba a hablar de sexo, solo que debía comportarme como una dama nada mas, y ahora no soy una dama, soy una mujer que tiene a un hombre casi comiendo de su mano porque esta temblando mientras recorro su pene con mi lengua, gime cuando muevo mi mano sobre él, tira la cabeza hacia atrás cuando me lo llevo a la boca moviéndome usando mis labios para proteger mis dientes porque es una zona muy sensible que duele mucho si se raspa o lastima, no hace falta que tenga experiencia en el sexo oral para saber esto.
—Ooggg. —me alejo pasándome la lengua por los labios sin dejar de verlo a los ojos—. Dios Marina, lo hiciste de maravilla mujer.
—Bueno, merezco una recompensa.
—Y bien merecida... Acuéstate y abre bien las piernas. —ufff, de esto también escuché y mucho mas que lo otro, espero que pueda estar de acuerdo con las chicas sobre esto—. Si quieres usa una almohada así puedes ver mejor.
—Obvio que quiero ver que es lo que haces, porque siempre quise que me lo hagan.
—¿Soñabas con esto?.
—Que vaya a la iglesia no quiere decir que no tenga deseos sexuales Michel.
—Y yo los voy a satisfacer a todos, y a todo lo que imaginabas. —me muerdo los labios cuando me besa el interior de los muslos—. ¿Puedes intentar quédate quieta? O me vas a dar un rodillazo en la cabeza.
—Perdón perdón voy a intentarlo. —abro mas las piernas viendo como al fin va a donde lo necesito, a mi v****a mas que necesitada, pego un grito llevándome las manos a la boca cuando siento su lengua en mi intimidad.
—Sabes muy rico.
—No digas eso.
Me tiro a la cama tirando la almohada a no tengo idea donde pero lo que sé es que me incomodaba mucho, llevo las manos a la cara como que no soporto lo que me esta haciendo entre las piernas, siento los labios y la lengua que es algo suave, nada de que me quiere comer mi intimidad, pero los ruidos que hace mi v****a y su boca me hacen sentir muy perversa.
Me gira de un golpe dejándome boca abajo, pero alza mis caderas dejándome arrodillada y cargada en mis manos, lo miro por sobre mi hombro que con cara de un loco mira hacia abajo, se guía dentro de mi que me llego a sacudirme de lo que siento. Cierro los ojos como si fuera doloroso pero hay un punto en que si lo es, porque me dejó tan sensible con su boca que siento que ya es mucho, da el primer empujón que me tira hacia adelante y desprevenida que me sale la risa por la situación.
—Firme Mari.
—Fue de sorpresa. —me acomodo pero me vuelve a dar un empujón pero esta vez me sostiene o caigo de nuevo—. OOJJJJ.
—Yo te sostengo. —tengo que estirar los brazos para sostenerme de la cama o me manda a volar contra la ventana—. MMJJJJJJ.
—Dios santo... Agggg Dios santo Michel me duele. —para de golpe pero esta hasta el fondo dentro mío que me vengo de nuevo y él me aprieto aún mas.
—Aaagg. —se aleja y ahí caigo a la cama temblando—. Perdón. —se sube arriba mío dándome besos en los hombros—. No va a volver a pasar.
—No me estabas lastimando.
—¿Entonces?. —lo miro sonriendo.
—Es que me vine tantas veces que ya no soportaba mas... Me llegó a doler.
—Bueno. —se rie liberándome del calor sofocante que me daba—. Eso habla bien de mi.
—Muy bien.
.
.