Sandrita había movido su cama, en busca de la preciada sortija de ópalo que pertenecía a su madre. Poco a poco movió la cama, la separó de la pared y justo en el suelo vio algo que jamás habría podido notar en su habitación. Cómo podía ser eso, era bastante extraño ya que a Sandrita no se le pasaba nada por algo cuando se trataba de la estructura de la casa en la que había vivido toda su vida. Sandrita hizo una pausa para poner en orden sus ideas, ya que todo pintaba inusual para ella, cosa que la había descolocado por completo. «¿Qué tenemos aquí?». Se dijo a si misma mientras despabilaba y observaba el piso de madera. Pronto divisó una porción de madera que formaba un rectángulo y parecía muy separado de las demás tablas de madera del piso y sobre este se encontraba la sorti