El día mas melancólico de mi vida, un catorce de febrero, viajé a la playa para meditar y me detuve a observar la alegría de la gente. Mi pecho se oprimió al sentirme ajeno a todas esas emociones. No sentía encajar en ninguna de las situaciones de euforia en la que mucha de la gente estaba en esos momentos; pensaba que ir al mar me alejaría de ese sentimiento, pero no estaba siendo así. De pronto divisé a una chica, se veía destrozada y sollozaba sentada a la orilla. Me identifiqué con su estado emocional y sentí el impulso de acercarme para saber qué le ocurría, pero… ¿Acaso sería correcto? Me detuve a analizar la situación, no quería parecer un acosador ni nada por el estilo. Pero se veía tan frágil, que sentí una punzada en mi corazón solo de verla. Fue una sensación diferente