La señora Eliana pasaba su mirada por Enden y después por su hija e inspeccionaba sus gestos, parecía que trataba de encontrar algo que los delatara. —Entonces —comenzó a decir— quieres que deje ir a Daisy a una fiesta —se aclaró la garganta mientras negaba con la cabeza—. Claro que no, ella está castigada. —Mamá —suplicó la joven—, sólo será una noche, yo nunca te he pedido permiso para ir a una fiesta. —Daysi, sabes que yo te doy permiso para salir de día, pero de noche es imposible. Ya sabes cómo se pondrá tu padre si se entera que te dejé ir a una fiesta. —Tía —dijo Enden—, irá conmigo, yo la voy a cuidar, regresaremos muy temprano. De hecho, sólo vamos a ir porque dimos nuestra palabra al amigo de Daysi de no faltar. Daysi miró a Enden y después a su madre: —Sí, es cierto