Luego de que los muchachos hayan hecho comer a su patética madre, se marchan, dejando a Esmeralda y a Estela solas en casa. La ex monja ya se ha marchado de la alcoba de la esposa de su amante, ya que, a la verdad, a ella también le cuesta estar cerca de Estela, pues, de algún modo, se siente responsable de lo sucedido. En fin, ahora trata de distraerse mientras trabaja en el lavabo… «Ojalá pudiera lavarme la conciencia como lo estoy haciendo con los platos del desayuno. O tal vez fuera mejor no tener conciencia que lavar…». «Qué romántico y emocionante ha sido enamorarme de un hombre casado, pues he descubierto que Dios también nos dejó un trocito del Paraíso en esta tierra. Sin embargo, nunca me figuré que al pretender ocupar el lugar de una mujer en el corazón de su marido, también t