¿Qué clase de persona le daría un cuchillo a quien apenas va dejando la inocencia de la niñez para acabar con el enemigo? Puede que sólo un psicópata o, bien, una madre amorosa, mi querida madre… Nunca imaginé que yo mismo tendría que salvar a mi familia antes de siquiera adquirir mi documento de identidad, pero es la misión que me ha dado mamá. ¿Y cómo me negaría? Si a ella le debo la vida. Aunque, a decir verdad, me ha resultado una tarea tan grande que ya ni puedo dormir por las noches. En lo único que pienso es cómo hacer pagar a esa zorra, sin volarle los huevos a papá, ya que todo el tiempo están pegados el uno al otro. He heredado de mamá una impetuosa bestia ciega llamada odio; y qué difícil me es controlarla, pues es como un voraz incendio que tal vez me consuma hasta a mí muy