La recepcionista vió a Enith por un momento, le dedicó una sonrisa para volver por unos segundos al tecleo de la computadora, para después finalmente atenderla. —Buen día ¿señorita Caley cierto? —preguntó la recepcionista, Enith asintió— por aquí por favor— la condujo a través del elevador— en el quinto piso Fátima está esperando por ti, mucha suerte. — Muchas gracias —dijo Enith. La puerta de metal se cerró, Enith observó el contenedor de metal por dentro, lucía tan sofisticado, pues tenía proyecciones en todo el lugar que imitaban la playa, el bosque y el universo mismo. Llegó al séptimo piso donde una señora de edad avanzada la esperaba con una enorme y radiante sonrisa que combinaba con su traje sastre color rosa chillante. — ¡Finalmente llegas Enith un placer Fátima Montenegro! —l