Creo que estamos con unas copas demás. Todo a mi alrededor da miles de vuelta y todo es risas. Nos movemos al son de la canción de Power de Little Mix. Estamos cantando o más bien gritando como retrasadas. Suelte que mi casa es bien apartada de las demás. Yo me muevo como toda una stripper que soy, mis movimientos son sensuales aun cuando estoy borracha.
- Quiero que me enseñes a bailar así — comenta Ayame tratando de imitarme — mi novio quedará encantado de un bailecito privado — suelto una carcajada y Sango por igual.
—Cuando tenga tiempo de enseño — me sigo moviendo hasta que la canción llega a su final.
—¿Verdad o reto? —Pregunta Sango.
—Verdad — respondo de inmediato.
—¿Eres virgen? —Ayame y esa gran bocota.
—Si — me sonrojo de sobremanera mientras ella abre los ojos.
—Pero ... Pero tú eres stripper. Sin ofender, pero casi te desnudas completamente frente a hombres, ¿cómo es que eres virgen? —Me mira sorprendida.
—Solo es una verdad — me río y doy un trago a mi bebida.
—¿Verdad o reto Sango? —Dice Ayame nuevamente.
—Verdad —responde tranquila.
—¿Te gusta Miroku? —Ella suelta el alcohol que estaba bebiendo y se atraganta. Empieza a toser mientras yo estoy que muero de la risa.
—Si — niego guiñándole un ojo.
—¿Y ese quién es? —Pregunta Ayame mirándonos confundidas.
—El jefe del área de contabilidad. Sango babea cada vez que lo ve pasar frente a su puesto — comento divertida.
—No babeo, ¿o si? —Pregunta horrorizada.
—Sí que lo haces — murmuro para molestarla.
—Pero bueno, ¿verdad o reto Ayame? —Pregunta Sango.
—Reto — dice ella al ver el rumbo que toman las verdades.
—Te reto a enviarle un vídeo a tu novio bailando "sexy" justo ahora—comento.
—Qué mala eres Kagome, sabes que no se bailar—comenta ella indignada.
—Te espera la cámara—murmuró dando leves toquecitos a mi celular.
Sango pone la canción Earned it de The Weend. Sango está en una esquina llorando de la risa mientras que Ayame me mira con cara de asesina y sigue intentado verse sexy, su cuerpo le ayuda porque eso si tiene Ayame. Parece una modelo con ese cuerpo. Lamentablemente baila muy, muy, demasiado malo. Creo que esa palabra no existe en su diccionario. Cuando la canción termina estoy llorando junto a Sango de la risa.
—Te odio—comenta avergonzada.
—Luego me agradeces el detalle para tu novio—ella lo pasa a su celular y delante de nuestros ojos lo envía a su novio.
—¿Verdad o reto Kagome?—pregunta Sango.
—Reto—digo tranquilamente.
—Te reto a llamar a tu jefe y cantarle una canción de amor—la miro horrorizada pero su cara de venganza me dice todo.
—No tengo su número—recuerdo tranquila.
—Pero yo si—Sango me da un papelito y yo la quiero matar.
—No me hagan esto—ruego, pero las sonrisas diabólicas que tienen me hacen ver que no les interesa nada de lo que diga.
—La venganza es dulce—canta Ayame y Sango solo disfruta. Me bebo toda una botella de Whisky y marco el número. Un tono, dos tonos y el maldito responde.
—¿Hola?—su voz se oye soñolienta.
Antes de ti, no
Yo no creía en Romeos, Julietas, muriendo de amor
esos dramas no me robaban la calma, pero la historia cambió,
pero esta historia me cambió.
Creo que el alcohol es quien trabaja porque ni mierda se lo que digo.
—¿Quién habla?—pregunta su voz confundida.
Dicen que sabe si un amor es verdadero, cuando duele tanto como dientes en el alma. Dicen que lo nuestro es tan solo pasajero, pero que sabe la gente lo siento cuando callan.
—Quien sea, que seas no estoy de humor para malditas bromas—Sango y Ayame tienen las manos en la boca conteniendo la risa. Su voz me molesta, ¡me hizo trabajar todo un día!
Rataaa de dos patassss,
Te estoy hablando a tiiiii
Sango cuelga y todas soltamos una carcajada. Dios, me estoy divirtiendo tanto. Cuando ya no damos para más el sueño nos vence y caemos rendidas.
***
Piiii
Piiii
Piiii
Maldición ese estúpido sonido no me deja en paz.
Piii
Piii
Abro los ojos y mi cabeza baila a todos lados.
Piiii
Miro mi celular y lo cojo. 7:50Am, lo dejo caer mientras cierro los ojos y los abro de golpe.
—¡Sango seremos despedidas!—grito y me arrepiento enseguida cuando mi cabeza palpita adolorida. Sango despierta desorientada y mira la hora, abre los ojos y se levanta sujetándose la cabeza. Ambas corremos arriba. Yo me doy una ducha rápida y tuve que lavar mi cabello ya que al parecer el alcohol no terminó en mi sistema del todo. Más bien en todo mi cuerpo.
Cuando salgo me pongo el uniforme de trabajo y mi cabello lo peino y lo dejo mojado. Odio eso. El agua moja poco a poco mi camisa blanca. Bajo corriendo buscando unas malditas pastillas que resuelvan mi problema rápido.
—Voy a ser despedida—veo a Sango la cual me pasa un vaso con café y los chicos bajan corriendo. Manejo más rápido que lo que nunca lo he hecho. Cuando llego al colegio de Sota le doy un beso y sigo mi camino. Miro por el retrovisor a Sango que viene detrás de mí. Cuando llego hay un auto en donde siempre estaciono el mío. Duro 15 minutos buscando donde dejarlo y mi última opción es dejarlo al lado de la chatarra. Bajo y corriendo llego a mi puesto.
—Kagome, el señor dijo que en cuanto llegues te diga que vayas a su oficina—la resaca me tiene una cara de perros y lo último que quiero hacer es verle la cara al señor maldito. No sé, pero siento como si lo que me depara luego de cruzar esa puerta son problemas.
—¿Te dijo para qué?—pregunto sintiendo como mi cabeza palpita del dolor.
—No, solo ve y mira que quiere—asiento a su tono brusco. Si estuviera sobria totalmente ya le habría cantado sus mañanitas por estúpida.
Camino mientras hago una oración en mi mente sobre no matar a mi jefe. Recuerda Kagome, eres muy joven y hermosa para ir a prisión. Además de que tienes un hermano que mantener. Cuando me acerco a la puerta la toco despacio.
—Adelante—entro con una sonrisa amable.
—¿Para qué me necesita señor?—pregunto en mi tono más amable.
—No porque a mi padre le llegaba a las horas que quería lo hará conmigo. ¿Dónde está mi café? ¿Sabe cuántas veces ha sonado su teléfono hoy?—me mantengo en silencio—eso no lo sabe porque no estaba en el puesto que debería. No me interesa que tenga una excusa sobre el porqué de su tardanza. No me interesa. Quiero que usted este a la hora que corresponde, ¿entiende eso o se lo explico con manzanitas?—mis manos se cierran en puños y trato de mantenerme serena para no acabar con él en este instante.
—¿Algo más?—pregunto enojada pero tratando de no transmitirlo en mi voz. Este tipo parece no tener un maldito lado amable.
Y vuelves a maldecir
—Quiero que arregle mi agenda, ya que ni para su trabajo parece servir como es. Este sábado habrá la fiesta de aniversario de la empresa. Espero y tenga todo listo sobre eso. También quiero el informe sobre el estado de cuentas y llame al encargado del área de contabilidad. Ahora espero que trabaje como es y no ande holgazaneando—mis ojos se cristalizan del enfado tan grande que tengo. Quiero un... Recuerda, nada de pensamientos asesinos.
—Con permiso—comento dándome la vuelta.
—Higurashi—doy la vuelta y lo miro—un café también—¿una bomba no quiere señor?
Desde que entré a este empleo jamás, juro, jamás me había sentido tan mal con mi puesto. El señor Inu No Taisho era algo frío, pero jamás fue un maldito como su hijo. Era un gran jefe. Lo extraño tanto, él siempre era comprensivo conmigo, me ayudaba en lo que necesitaba y me apoyaba en mis decisiones. Más que un jefe era como un amigo para mí. Una lágrima baja por mis ojos, pero la seco de manera brusca. Inuyasha quiere joderme, bien, pero yo también lo haré. Tomo el teléfono y marco al área de contabilidad.
—Buenos días, ¿Miroku?—pregunto mientras miro al ascensor como si fuera la cosa más interesante del mundo.
—El habla—contenta el crush de Sango. Una sonrisa se asoma en mi cara al recordarlo.
—El señor Taisho lo espera en su oficina—doy toquecitos sobre el escritorio.
—Voy enseguida, gracias—y cuelga. Al menos tiene educación este.
Voy a la cafetera y preparo el café. Por "equivocación" le hecho mucha sal al café. Camino hasta donde el jefecito y entro.
—Aquí tiene el café señor—mi voz sale con naturalidad, aunque estoy reprimiendo una carcajada.
—Retírese—cierro la puerta despacio dejándola un poco abierta para el show. Inuyasha bebe del café y de inmediato lo escupe y mira hacía la puerta furioso. Corro a mi puesto y hago como si estoy trabajando.
—¡¿Qué diablos te pasa?! ¡¿quieres perder su empleo?!—grita y todas las cabezas se asoman para mirar.
—¿De qué habla señor?—pregunto inocente.
—Del maldito café con sal que me acabas de dar—mi cabeza palpita fuerte y la sostengo.
—¿Puede bajar la voz?—pregunto molesta.
—¡Soy el jefe y hago todo lo que se me dé la maldita gana!—maldito idiota.
—Señor... ¿puedo continuar con mi trabajo?, le recuerdo que usted me dejo mucho que hacer—me da una última mirada y se marcha. Me carcajeo tan fuerte que temo que me escuche.
Kagome 1
Inuyasha 0