Capítulo 2| Reencuentro

1908 Words
—De acuerdo, California —el entrenador me toma por los hombros viéndome preocupado —En cuanto pises allí dentro no olvides que eres el mejor ¿De acuerdo? observo la enorme puerta de madera blanca que divide el pasillo de espera y la oficina del director técnico de los Broncos. Estoy ansioso, es la primera charla informal donde puede salir todo bien o todo muy mal. —Tranquilo Bruney, conquistaremos esto. —Te conviene. Río antes de llamar a la puerta, segundos después una carrasposa voz me invita a pasar. El lugar está repleto de medallas enmarcadas, trofeos, títulos y reconocimientos al equipo local. Sean Payton me recibe sentado en un enorme sofá, sus piernas se mantienen cruzadas una sobre la otra y en su mano derecha sostiene un pequeño vaso con Wiskey. —Dime que eres el joven de Columbia sino moriré de decepción. Tengo que lograr conservar la calma y no empezar a acosar a la persona que está en frente mio. ¡El maldito Sean Payton me está hablando en persona y sabe quien soy! O bueno, al menos reconoce que hay un chico en Columbia que llamó la atención de su cazatalentos. —Un gusto conocerlo al fin, señor Payton. Estoy muy contento de estar aquí —le tiendo mi mano en forma de saludo. Sean la escanea unos segundos antes de recibirla en un fuerte apretón. —Vi potencial en ti, muchacho. Ese touchdown que anotaste antes de que el marcador esté en cero...eres un desquiciado —sonríe. —Muchas gracias, decidí tomar el riesgo con mi equipo ya que queríamos clasificar —confieso vagamente. —Eres uno de los poco que llega a esta oficina con una gran anécdota y también le da créditos a su equipo, la gran mayoría carece de compañerismo —señala antes de dar un último trago a su bebida. —La realidad es que todo lo que logramos lo hicimos juntos, la generación de Leones en la que estoy se formó en base a eso. —¿A que te refieres con "eso"? —Compañerismo. Sean asiente poniéndose de píe, sus manos se esconden rápidamente en los bolsillos de su pantalón. No puedo evitar sentirme emocionado, en cuanto pisé aquí dentro todo rastro de nervios o miedo desapareció, estoy aquí defendiendo mi nombre, glorificando al equipo y buscando mi lugar si es que Sean Payton me cree digno de el. —Cuentame un poco sobre tu camino en el deporte —se sienta en la mesa ratona enfrente de mi, sus dedos se entrelazaron y su cuerpo se inclinó levemente en mi dirección. —La primera vez que sostuve un balón fue a los seis años, mi padre era un fanático de los Chiefs —río con melancolía —, siempre veíamos los partidos juntos y si podíamos asistíamos a los estadios. En primaria no tenía la oportunidad de jugar porque la escuela no tenía equipo, así que empecé jugando en el parque con mi familia. —¿Tú padre? —interroga. —También mi hermano y mi madre. Noté que era bastante bueno, entrando en la secundaria pude postularme para el equipo: los Lobos de West High. Allí conocí a mis mejores amigos, juntos logramos darle buenos puestos a WH y en el último año me consagre como el mariscal con más puntos anotados, más victorias y una medalla de honor. —¿Y en Columbia? Tengo entendido que es difícil ser colegas en un equipo con tanto ego. —Lo fue, realmente lo fue. Los primeros años los mariscales no podían evitar querer ser las estrellas de la temporada, nos dejaban atrás sin pensarlo. Cuando fui elegido como capitán eso cambió en absoluto —confieso. —Según lo que dice mi cazatalentos, logro captar un equipo que funciona como tal. No hay egos, ni estrellas únicas, todo lo hacen juntos. Asiento reconociendo que así se juega, al menos, en esta generación de Leones. Fue un trabajo duro pero gracias a ello tanto el triunfo como la pérdida es de todos por igual. —Bien, seré sincero. Aquí no será fácil, estas dos semanas te veré entrenar y daré mi veredicto el día después del partido. Si estás de acuerdo necesito que tu entrenador a cargo firme unos papeles, tu también y mañana empezarías tu primer entrenamiento. —Por supuesto, él está esperando afuera —le informo. Salgo de la oficina indicándole a Bruney que pase junto conmigo, el se pone de pie inmediatamente casi de un salto y corre en dirección a mi. Antes de ingresar chequea su aliento, quita su gorra y acomoda un poco sus pantalones cortos hasta la rodilla. El tiempo transcurrió tras una charla sobre mis horarios, mi dieta, las horas de gimnasio que debo tener y los estudios médicos que debo hacer antes del partido. —Mientras Bruney firma el consentimiento necesito que bajes al subsuelo, por el pasillo a la derecha encontrarás una sala de administración —me indica Payton —, pídele a la recepcionista que te alcance tu nuevo set de ropa de Los Broncos. De inmediato salgo camino al ascensor, no puedo creerlo aún, jugaré en la reserva de los Denver Broncos ¡No puedo esperar para llamar a mi chica y contarle! estoy muy emocionado. Saliendo del ascensor tomo el pasillo que me indicaron, al llegar hasta la ventana de recepción visualizo a una castaña de espaldas revisando unos papeles, golpeo el cristal para llamar su atención y en cuánto gira a verme me paralizo al instante. ¿Qué hace ella aquí? —¿Noah? —acomoda sus gafas dejando varios papeles sobre un escritorio. —¿A caso eres tú? —una leve sonrisa se escapa de mis labios. Hace años no la veía, desde la secundaria a decir verdad. Los días previos a la graduación su familia pidió retirar su título y certificado de estudios antes que el resto de alumnos, desde entonces no he vuelto a verla. Al principio me enviaba mensajes intentando hablar conmigo pero yo los ignoraba, sentía que no teníamos más nada de que hablar; a parte de sentir que le estaría faltando el respeto a mi novia si contestara mensajes de mi ex para "solucionar" nuestras diferencias. —Oye, los años te sientan bien, Steven —ríe tímida. —A ti también, Dess. No puedo creer ¿Encontrarte aquí? habiendo tantos lugares en el mundo —río. Ella sale de la pequeña oficina apresurada en llegar hasta mi, apenas logra acercarse se cuelga de mi cuello uniéndonos en un fuerte abrazo. Debo de admitir que más allá de la relación tóxica que tuvimos en la adolescencia, al principio, Destiny fue una excelente novia. Compartimos muchas cosas juntos, ella conoce mi historia más que nadie, confieso que me alegra ver una cara conocida aquí. —¿Qué haces aquí? —ella rompe el abrazo tomando cierta distancia, al verme noto que sus ojos están húmedos. —Conseguí una oportunidad en el equipo, de hecho me enviaron aquí para buscar mi uniforme nuevo —comento vagamente. —Okay, déjame buscar uno para ti, creo tener uno de tu talla exacta. Ella camina hasta el final del pasillo pidiéndome que la siga lo cuál hago automáticamente. Tras abrir la puerta enormes estanterías con pantalones, camisetas, protección y cascos deslumbraron mi vista; Dess camina entre los pasillos tomando dos cosas de cada cuál y me las entrega con cuidado. —Siempre es bueno tener un uniforme de más por si acaso. La castaña luce como una joven llena de vida y luz, nada comparado a cuando estábamos en secundaria. Me arriesgaría a decir que noto pequeños cambios en ella, en otro momento de mi vida me sentiría super incómodo con su presencia pero esta vez no, solo me provoca cierta melancolía. —¿Y tú que haces aquí? —pregunto tomando las cosas entre mis manos. —Oh, es una larga historia —corre un mechón de su cabello por detrás de su oreja —, se podría decir que gracias a los contactos de mi padre logré conseguir un puesto aquí. —Dess, eso es genial —reconozco. —Si, supongo que no puedo quejarme, mi paga es buena y mis horarios son cómodos, puedo trabajar y estudiar al mismo tiempo. —Tu familia tiene el dinero suficiente como para pagar tus estudios sin tener que enviarte a trabajar. Recuerdo que la familia Williams siempre han gozado de una lugar privilegiado en la sociedad. —Si bueno, he tenido muchos problemas con mi vida y he tomado muy malas decisiones, papá creyó que enviarme a trabajar aparte de estudiar me ayudaría a poder centrarme —explica jugueteando con sus dedos —¿Qué decirte? Ya lo conoces. Ambos caminamos a paso lento por el pasillo hasta llegar de nuevo a la pequeña oficina, Dess luce bastante tímida y adorable, nada que ver con la chica que me prohibía ser amigo de Tyson, me manipuló e intentó alejarme de mis amigos. Ah...los viejos tiempos. —Es lindo verte por aquí, tener una cara conocida en toda esta locura es reconfortante —suspiro alivianando un poco el ambiente. —¿No estás aquí con los chicos? —pregunta confundida. —No, de hecho trataré de conseguirle una oportunidad a Peter también. Fred está estudiando en M.I.T así que he venido solo con mi entrenador. —¿Sigues en pareja? —suelta de repente. Un extraño silencio se instaló entre nosotros, Dess odiaba con su vida a mi actual novia. No la culpo, en parte fui yo el que se encargó de hacer las cosas demasiado mal. Reconozco que lastimé mucho a Destiny, la engañé con Alai y luego me fui de su vida sin siquiera darle una explicación. —Si, Tyson y yo... —Comprendo —se apresura a hablar —, era obvio que te quedarías con ella después de lo que pasó en aquel bosque. Un escalofrío recorre mi espina dorsal al tener pequeños flashes sobre aquella noche en Santa Bárbara, recuerdo que el loco de las fotografías y medio hermano de Alai había secuestrado a Destiny para chantajearme con amenazas. —Fue una pesadilla que espero no repetir jamás —me mantengo pensativo. —Dímelo a mi, fue traumatico todo lo que pasó y luego tu te fuiste sin siquiera despedirte —ríe un poco triste seguido de sacudir su cabeza —, de todas formas te entiendo. —¿A si? —Reconozco que me comporte como una imbecil contigo y los chicos, estaba muy enamorada de ti, no podía controlar mis celos. Destiny me mira apenada recordando seguramente la etapa más oscura de nuestro amor adolescente. —Eata bien, eramos muy jóvenes ¿Qué íbamos a saber de amar? —apreto un poco su hombro intentando tranquilizarla, ella solo asiente. —Te debo una disculpa. —Y yo a ti, no debí dejarte así sin más. Ambos nos sostuvimos la mirada por unos cortos segundos antes de volver a la realidad. —Debo irme o a Bruney le agarrara un infarto si no me ve volver. —Claro —me alejo lentamente pero su voz vuelve a llamar mi atención —¡Noah! —¿Si? —me giro a verla. —Estoy feliz de verte, si quieres algún día podríamos tomar un café juntos, hay muchas cosas de que hablar. Le sonrío amablemente, no sería una mala idea a decir verdad. —Claro, cuenta con eso.
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