Avergonzada por la reciente escena, Julia pidió disculpas a Kevin, este se sentó frente a ella y preguntó— ¿En serio vas a divorciarte? Lo pregunto por cómo reaccionó tu aun esposo.
Apretando los labios, y soltando un suspiro, Julia musitó—. ¿Por qué no hablamos de otra cosa? Mi divorcio es un tema que solo tocaré con mi esposo.
Kevin se disculpó, pensando que su pregunta había incomodado a Julia, pero ella dejó claro que no era incomodidad, solo que los asuntos de su matrimonio los solucionaba con su esposo.
Se quedó con la mirada perdida, pensado en los miles de ideas que se estaría formando en la cabeza, Julio. Si cuando la vio abrazada a Patricio lo creyó, que no tenía para creerlo ahora que veía que un hombre le traía flores. Eso podría dificultar el divorcio, porque Julio herido se empeñaría en hacerlo difícil. Luego recordó que no tenía nada con el hombre en frente y que, quien había fallado era Julio, se serenó.
—¿Venías a algo?
—Ha dejarte flores.
Julia agradeció la amabilidad de Kevin, esperaba que después de eso se fuera, pero se quedó ahí mirándola fijamente como si estuviera leyendo dentro de su alma.
Agradeció cuando un cliente se acercó y preguntó si podía atenderlo, fue ahí cuando Kevin se dio cuenta de que estaba interrumpiendo a Julia. Se disculpó y se alejó.
Ya sola con el cliente, Julia se centró en su trabajo, olvidando a Julio y los problemas que tenía con este.
Tuvo su hora de descanso como cada día, lo aprovechó para hablar con su abogado, comer y relajarse un momento.
Su cabeza parecía un volcán, echaba humo ante todo lo que le abrumaba. Julia hizo un masaje con la yema de sus dedos en los sentidos mientras tenía los ojos cerrados. La imagen de Car era lo que aparecía en sus ojos. Su pequeño bebé sonriendo, sentado en la silla de comer, esperando ansioso por su papilla.
A Julia le dolió el corazón, su nariz empezó a sonar mientras respiraba, era la señal de que estaba conteniendo las lágrimas.
En cuanto a Julio, se adentró a un despacho de abogados, le asignaron una abogada, quien lo recibió amablemente y le invitó a sentarse.
Al momento de contar los motivos que lo llevaban a divorciarse, Julio perdió la mirada en la nada. Pensaba en esos motivos, y no encontraba uno que fuera lo suficientemente fuerte para destruir su hogar.
A pesar de que Julia no respondió en el restaurante cuando le preguntó si aún lo amaba, se quedó con las palabras que le dijo antes de abandonar la casa, sobre todo, con lo que vio en el banco, y fue eso lo que dijo.
—Mi esposa ya no me ama.
¿Cómo era posible que no se amara a ese hombre? Se preguntó a sí misma la abogada, pues Julio era demasiado atractivo. Luego su ella cuerda le recordó que un rostro bonito no refleja lo que sea por dentro ese hombre.
Julio se sintió extraño contándole sus problemas a una desconocida. No pensó que divorciarse fuera más complicado de lo que parecía.
No solo tuvo que dar un relato corto de lo que ha sido su vida privada, también un balance de lo que consiguió con su esposa y lo que tenía antes de ella.
Julio no tenía nada antes que Julia, solo un corazón lleno de amor para ella, el cual le entregó sin restricciones ni preámbulo, porque era la mujer de su vida, a quien quería tener hasta el último día de su vida, pero ella había decidido romper con su promesa de amor y estar juntos hasta la vejez.
Julio no quería pelear propiedades ni mucho menos tener una guerra mientras se divorciaba, él solo quería que se diera de la mejor manera, dónde la paz entre Julia y el prevaleciera, por el bien de su hija, ellos dos debían terminar en buenos términos.
Salió del despacho de abogados, se sentó en su coche y pensó en que ya no había marcha atrás, en que ese era el final de la torre que había construido junto a Julia.
Julio manejó con dirección a la escuela de su hija, cuando la niña salió, la maestra le pidió a Julio hablar un momento. Este abandonó el coche, dejando a Val dentro, se alejó junto a la maestra quien le comentó.
—Val no trajo ninguna de sus tareas. Olvidó todos los cuadernos que correspondían a la clase de hoy. Estuvo distraída, incluso lloró —la maestra suspiró—. Sé que el divorcio es un tema muy complicado, dónde los más afectados son los niños. Y a Val le está afectando demasiado este tema. Me preocupa que baje su rendimiento escolar, ya que es una de las mejores estudiantes.
Julio agradeció la preocupación de la licenciada, se despidió y cuando estuvo en el auto cuestionó.
—¿Por qué no trajiste las tareas si las hicimos ayer?
—Mamá olvidó poner alarma, se levantó cuando el autobús ya estaba pitando, guardó lo que encontró y no me dio desayuno.
Julio no dijo nada, solo pensó que era la poca costumbre ya que quien se encargaba de arreglarla para la escuela, era él.
—Debes dejar todo guardado en la noche y no esperar que mamá te levante. A tu edad, me levantaba a solo, incluso preparaba el desayuno para mí y mis hermanos.
—¿La Abu no te lo preparaba?
—Llegaba muy agotada, por eso prefería no levantarla —se mantuvieron unos segundos en silencio—. Val, quiero que no dejes de ser la niña feliz, adorable y buena estudiante por esto. Voy a divorciarme de tu madre, pero no de ti, ni ella de ti. Tú serás nuestra hija, a quien cuidaremos y amaremos por siempre, aunque no estemos juntos.
—¿Por qué tuvo que existir el divorcio? —Era una respuesta que Julio no podía dar—. Quién lo creó no se dio cuenta de cómo destruía a los niños —expresó llorando.
Esa tarde Julio llevó a Val a casa de su madre, tras almorzar salió para reunirse con Sebastián, hermano de Julia.
Sebastián había Sido amigo de Julio desde siempre, su niñez y adolescencia la pasaron juntos, tenían muchos recuerdos y anécdotas guardadas.
—¿Qué es lo que realmente está pasando? ¿Por qué van a divorciarse?
—No estamos bien desde la muerte de Car. Dejé de insistir, según yo, empecé a darme valor ya que el rechazo era constante.
—¿Traicionaste a mi hermana? —Julio bajó la mirada, eso dio entender a Sebastián que sí.
—La verdad es que no lo sé.
—¿Cómo no lo sabes?
—Joder, es muy complicado.
—Broo, más que ser tu cuñado, soy tu pana, puedes confiar en mí.
—Estaba en el bar de Lorenzo, bebí, no mucho, pero igual me emborraché. Sabes que soy malo para el trago y me emborracho muy rápido —tragó gruesa saliva y forzó una minúscula sonrisa—. Amanecí en la habitación de Lorenzo, con…
—¿Un hombre? —Ambos sonrieron. Julio se puso serio y al soltar un suspiro dijo.
—Katy —Aquello dejó anonado a Sebastián—. Amanecí con Katy, tu sobrina —el silencio perduró, Sebastián estaba tratando de procesar lo que escuchaba, y recordaba la pelea de Julia y su sobrina—. No recuerdo que haya pasado algo en verdad. Joder, no sé cómo pasó, yo no lo planee…
—¿Esto lo sabe Julia? —Asintió.
—Estábamos a punto de solucionar nuestras diferencias cuando Katy llegó y se lo dijo.
—Carajo Julio, esto complica las cosas. No solo engañaste a Julia, si no que, lo hiciste con mi sobrina, quien es sobrina de tu esposa también —le miró fijamente—. Debería golpearte.
—Estás en tu derecho.
—¿Sabes que es algo que Julia nunca perdonará? —Asintió, eso lo tenía más que claro—. ¿Por qué dices que no sabes si en verdad sucedió?
—Estaba muy borracho, tanto que no podía ni pararme. Tengo vagos recuerdos de Lorenzo llevándome a la habitación, pero no de haber estado con ella —hizo una pausa y miró a sus amigos—. Además, Lorenzo me está pidiendo dinero a cambio de unas pruebas sobre lo que pasó aquella noche.
Sebastián bebió de su refresco, miró a la mujer parada en la caja, detalló esas piernas gruesas y su mente quiso mirar más de lo que veía.
—Conociendo a tu hermano, debe tener una cámara en esa habitación —expuso mientras le regalaba una sonrisa a aquella dama que había capturado su atención. Ya había encontrado con quien divertirse en las semanas que estaría de descanso, antes de empezar un nuevo viaje de náufrago.
—Una cámara —musitó Julio.
—Si, una cámara, seguramente tiene la grabación de lo que pasó esa noche. Tienes que conseguirla, y si no pasó nada con Katy, tienes la oportunidad de recuperarla, de lo contrario, ni Dios podrá ayudarte —Se levantó—. Hablamos después, ahora tengo una cita clandestina.
Julio también se levantó, se despidió de su cuñado y fue por Valeria para llevarla a casa, estuvo unas horas más ahí, esperando que llegara Julia. Al momento que llegó, se despidió de su hija y le pidió que se portara bien, pues sabía que Julia no tenía mucha paciencia como él.
Al salir, se miraron por un segundo, cuando Julio se propuso a hablar, Julia refutó.
—No quiero discutir, estoy muy cansada.
—No pretendo discutir, solo hacerte saber lo que la maestra me dijo al momento que retiré a Val. Olvidaste enviarle los cuadernos, la enviaste sin desayuno, despeinada y quien sabe cuántas cosas más.
—Lo siento, olvidé cambiar la hora del despertador.
—Pues no lo olvides nuevamente, porque el desayuno es necesario para el desarrollo del cerebro y crecimiento de nuestra hija. Su rendimiento escolar está bajando a base de esto que estamos pasando.
—Eso, no detendrá el divorcio.
—No lo digo para que lo detengas, simplemente para que seas un poco más consiente y llevemos esto de la mejor manera, una que no afecte a nuestra hija.
—Es lo que quiero, pero te empeñas en seguir insistiendo cuando ya te he dicho que no hay vuelta atrás. Insistes en cada momento que me vez, incluso te atreves a ir a mi trabajo ¿Qué viene después?
—No viene nada, Ju. Ten por seguro que no insistiré. Ya comprendí que no soy nada importante en tu vida, acabo de contratar una abogada, ella se comunicará con el tuyo, y así llevaremos nuestro divorcio de la mejor manera —hizo una pausa sin desconectar la mirada—. Y no fui a verte al trabajo, sabes perfectamente que no soy el tipo de hombre que hace apariciones sorpresas en horas laborables, salvo que sea a la salida. Las razones por la que fui, no te las diré.
—No es necesario que me las digas, basta con saber que estabas en mi área de trabajo para saber cuáles eran esas razones. ¿Ibas por otro préstamo?
—Eso, ya no es problema tuyo. Nos vemos mañana. Ju —Sin más salió.
En la noche, cuando Sebastián llegó a la casa de su hermana, fue recibido por su sobrina con mucha alegría. Jugaron un rato, hasta que Julia le ordenó a Val fuera a la cama.
Estando solos, Sebastián expuso.
—Ya sé el motivo por el que te peleaste con Katy.
—¿Quién te lo dijo? ¿Él? —Asintió—. Sabrás que no puedo perdonar eso.
—Pero eso no era lo que te había hecho tomar esta decisión ¿O sí?
—Tienes razón, no fue eso.
—¿Y qué es?
Julia no supo que decir, ni ella misma sabía que era eso que le impulsaba a divorciarse. Sacó los temas de la agresividad de Julio, de las constantes discusiones y los celos absurdos, los cuales a Sebastián no le parecían nada absurdo, ya que, si él estuviera en la situación de Julio, se formaría las mismas películas, incluso le pidió que se pusiera en lugar de Julio a ver que sentiría ella.
—Los problemas financieros hay en todos los hogares. Es lo que sucede si ambos quieren progresar. Si, que la mamá, que el hermano, que la hermana, son unos abusivos, es cierto, y Julio lo sabe. Pasa que tu esposo tiene un gran corazón, y no puede decir, no a todos. Pero te aseguro, que no habrá una segunda oportunidad en la que puedan aprovecharse. Ju, estos son temas en los que se puede solucionar las cosas, no esperes verlo con alguien más para darte cuenta de que nunca quisiste dejarlo ir.
Con ese consejo, Sebastián abandonó la casa de Julia, llegó a las de sus padres y le pidió a Katy que aclarara si verdaderamente estuvo con Julio.
Aquello causó un revuelto en los Peralta, todos miraron con indignación a Katy, lo que provocó que Bethany se alterara.
—Al único que tienen que cuestionar y reclamar, es a Julio, ese maldito aprovechado que seguramente abusó de mi niña. Porque mi hija es una niña.