Capítulo 4

2598 Words
Llegue a casa montado en mi nuevo auto. Tuve que parar para comprar llantas nuevas y luego llenarle un poco más el tanque para no quedarme varado a medio camino. Lauren en vez de acompañarme se fue directa a casa a robarse otro pastelito, por lo que tuve que hacer estas cosas yo solo lo cual no me molesto. Creí que era una buena idea pasar por la casa de Carter para sorprenderlo y que me dijera su opinión sobre el auto el cual estaba pensando en pintar ya que en algunas partes la pintura está muy desgastada y por otras partes estaba caída. Con el dinero que había ahorrado en los últimos años me irá bien y quizás me sobria para comprarme algo de ropa y quizás unos libros. Conduje por las calles de la ciudad a una velocidad muy lenta, ya que no estaba muy familiarizado con el auto y no quería ocasionar una catástrofe a unos minutos de comprarlo. Las nubes encapotan el cielo dándome a entender que llovería pronto pero de igual manera no tenía ninguna prisa y no me preocupaba mucho el tema del clima, ya estaba a punto de llegar a casa de Carter y sonreí de solo pensar en su cara aunque no sabía si reaccionaria bien ya que él es muy engreído y dirá que si esto fue lo mejor que pude conseguir pero me bastaba con saber que yo estaba satisfecho y a gusto con mi nuevo auto. Tenia claro que no era el más bonito de todos pero a mí me gustaba, no quería llamar para nada la atención si llegará con un flamante auto descapotable rojo o un deportivo y que las personas se me acerquen solo por interés, odiaría por completo eso. Aparque frente a la casa de Carter. Presioné el centro del volante varias veces para que sonara el claxon. Lo vi asomarse por la ventana y mirar mi auto confundido hasta que me asomé por la ventana y me sonrió, me hizo una seña con la mano de que esperara. Retire las llaves del contacto y salí del auto. Carter parecía tan entusiasmado como yo por el nuevo auto. Lo analizó con detenimiento como si fuera una pieza de laboratorio que hay que investigar a fondo, yo me reí de las expresiones que hacia mi amigo mientras caminaba al rededor del coche y con las yemas de los dedos tocó la suave pintura que estaba un tanto sucia. Llena de lo que parecía una fina capa de tierra. - ¿Qué te parece? - pregunté cruzándome de brazos y apoyándome en una lateral del coche. Carter alzó la vista y me dedico una media sonrisa. - No está para nada mal. Me resulta extraño que hubieras escogido este auto, dada tu falta de conocimiento sobre autos. - Lo vi y me pareció bonito - respondí ofendido - además era el que mejor funcionaba de ese lugar. - Ya. Por cierto me gustaría dar una vuelta contigo pero mamá está obsesionada con que limpie mi habitación y hoy por fin me obligó. - Ya era hora – repliqué en tono burlón -siempre está muy desordenado. - Ni se te ocurra darme un sermón - me advirtió. - Nos vemos mañana entonces – le dije a modo de despedida. - Por supuesto. Nos despedimos con un abrazo y volví a mi querido auto. En cuanto llegue a casa me tocaría lavarlo ya que estaba lleno de tierra y llevarlo así a la universidad sería algo muy vergonzoso además de que la gente pensaría que soy muy sucio o desordenado como Carter. Me metí en el tráfico conduciendo con precaución y muy despacio lo que provocó que me mantenga al alcance de la orilla para dejar pasar a los demás autos y no me empezaran a pitar. Aproveche para pasar por una tienda y comprar las cosas necesarias para limpiar el auto, porque viéndolo bien necesitaba una limpieza a fondo ¿Cómo podía algo estar tan sucio? sonreí y pensé en que la limpieza me servirá para mantenerme distraído y alejado de pasar más tiempo con Lauren. Cuando llegue a casa, el sol ya estaba puesto entre las montañas y falta muy poco para que empezara a oscurecer y por tanto a hacer frío. No me gustaría enfermarme solo por encargarme de mi auto en plena noche pero no podía posponerlo ya que mañana tenia clases. Entre en la casa, salude a Lauren y a Lou que ya había llegado de la escuela y ahora estaba haciendo sus deberes y me lance directo al cuarto de lavado dónde saque dos baldes de agua y a uno le eche jabón. Me quite la chaqueta y me recogí las mangas de la camisa para no mojarlas. Me puse manos a la obra echando baldados de agua sobre el auto y después restregando con la esponja. Me alegre mucho haber logrado mi cometido: mantenerme distraído y alejado de la compañía de Lauren. No pensé en absolutamente nada en ese tiempo, ni siquiera en la universidad o en el chico de la parada del autobús ¿Cómo es que se llamaba? ¿Burton? Benjamín, su nombre se coló de inmediato en mi mente. Quizás lo vería mañana aunque tenía por seguro de que no hablaríamos por mucho que sea fácil conversar con él. Tenía miedo de encontrármelo mañana en la universidad y de que me hablara de nuevo y que yo dijera o hiciera alguna estupideces típica de mí. Debería esconderme en todo el día por si acaso, podría ser una idea genial para no cometer errores. Respire hondo y me tranquilice, debía pensar en que no me iba a volver hablar, ayer fue solo por cortesía y quizás por aburrimiento. Nada más. Mañana con mala suerte y me lo encontraría. Aparte con rapidez esa imagen de mi mente como si fuera una plaga molesta, evite pensar en el pero mi corazón latía con fuerza sin entender porque. Quizás tendría que ir al médico, esto era algo irracional y que nunca me había pasado ¿Porque me estaba pasando ahora? Fruncí el ceño frustrado. Observe mi obra de arte con admiración. Mi auto había quedado diferente. Paso de ser una monstruosidad de tierra a un auto impecable y bonito, sonreí orgulloso de mí mismo por mi buen trabajo y decidí entrar en la casa antes de que oscureciera más, además estaba haciendo un frío de mil demonios ya estaba oscureciendo rápidamente. El fin de semana podría seguir con la tapicería del coche que también estaba sucia pero no tanto como lo estaba la carrocería. Cuando entre en la casa Lauren me ofreció algo de comer y lo acepte a gusto, era muy raro que comiera tanto en los últimos días a excepción del desayuno. A los pocos minutos llegó Cristopher y me dijo que el auto era precioso, yo sonreí agradecido por el cumplido. Cuando ya hube terminado la comida subí a mi habitación. Cerré la puerta y me aseguré de si tenía algún deber entre mis cuadernos. No tenía ninguno por lo que me distraje en mi teléfono mirando mis r************* . Aún no me explicaba porque las tenía dada mi escasa vida social. Ahora que lo recordaba fue a causa de Carter y su insistencia en que yo debía tener r************* . Tenía muy pocas fotos ya que odiaba hacerme fotografías y tampoco era que hiciera uso excesivo de esas aplicaciones, era un total desperdicio que yo tuviera eso además está también el hecho tener un teléfono tan moderno, por mí, estaría conforme con un celular de solo llamadas y mensajes de texto. Hablando de mensajes de texto, tenía que hablar con Stephan y avisarle de que pasaría mañana por el, justo como el plan de Carter. Le mande un mensaje avisándole y el parecía contento con la noticia. También le mande un mensaje a Carter diciéndole que desde mañana se seguirá el plan que el sugirió y parecía estar de acuerdo. Al día siguiente me regañe a mí mismo por andar buscando a Benjamín mientras aparcaba el auto. Anoche soñé con nuestra conversación en la tienda y en la parada del autobús. Mientras buscaba una plaza libre para aparcar, mis ojos revoloteaban de un lado a otro buscándolo, incluso Stephan pareció notarlo pero no dijo nada. Cuando entre en el salón de clases, se me paro el corazón al verlo sentado en uno de los asientos de adelante conversando con otros tres chicos. Fui hasta mi asiento sin parar de mirarlo pero me obligue a mirar para otro lado para que no notara que lo habida estado observando como un maniaco. Eso sería muy vergonzoso. Durante toda la clase fui incapaz de mantenerme concentrado con él a unos asientos por delante de mí, observe su pelo alborotado y me preguntó distraídamente una vez más como sería pasar las manos por él. Me ruborice por el rumbo de mis pensamientos y baje la mirada a mi cuaderno a hacer garabatos ¿Era normal pensar en pasar mis manos por su cabello? Suspire exasperado y trate de tranquilizarme y prestar atención a la clase. No quería después estar matándome estudiando toda la noche como la vez pasada, fije mi vista al frente y presté la mayor atención posible, con mis ojos viajando constantemente del pelo alborotado al tablero. Saliendo de clase, mis amigos y yo nos precipitamos en ir a la cafetería. Yo fui el primero en hacer la fila por lo que recibí mi almuerzo rápido y salí de la fila para buscar una mesa para todos nosotros. Puse la bandeja en la mesa que se me hizo mejor y me agaché un poco para poner la mochila en el suelo, cuando me enderece me percaté de que había alguien que está a mi lado, di un respingo en la silla ¡Santo cielo! ¡Era Benjamín! Me quede mirándolo horrorizado por una fracción de segundos y espere a que el ritmo de mi corazón volviera a la normalidad después de tremendo susto ¿Cómo podía ser tan silencioso? Además no entendía porque se había sentado aquí. - Perdón por asustarte, no fue mi intención - me aseguró dándole una mordida a una manzana que llevaba en la mano. - No importa - repuse muy bajo - ¿Porque te sientas conmigo? -Trato de que mi voz sonara amable pero fracase estrepitosamente. - Puedo irme si quieres – replico al parecer un poco ofendido por mi elección de palabras. - No quiero que te vayas - le asegure - es solo que me sorprende que te sientes conmigo. Me dedico una amplia sonrisa blancuzca y brillante que me dejo sin aliento y atolondrado ¿Cómo podía hacer eso? Me había deslumbrado sin si quiera haberme dado cuenta. Creí que era como una especie de don. Me miré las manos que tenía puestas en el regazo y luego lo observe a él. - En todo caso. Hola – musitó. - Hola- le conteste. - ¿Ya compraste tu auto? - me preguntó recargando todo su peso en el respaldo de la silla. En una posición despreocupada. Iba vestido con una camiseta negra con mangas cortas que dejaba ver lo musculoso que era, no tanto pero se veía que se cuidaba y hacia ejercicio. Todo lo contrario a mí. Jamás en la vida podría levantar una pesa aunque quisiera o ir a un gimnasio. - Ayer fui a comprarlo – admití con voz temblorosa. - Me gustaría verlo. - Cuando quieras - le prometí y sonrió. - Me resultas interesante – dejo caer de repente, dejándome descolocado - no eres igual a los de por aquí, todos parecen sonrientes y todo eso como si este pueblo fuera la mayor emoción para vivir. pero luego estás tú y no puedo verte sonreír ni hacer tonterías ¿Sufres depresión o algo? Su pregunta me ofendió y me confundió un poco lo cual me hizo fruncir el ceño ¿Porque no sonrió significa que tengo depresión? El al ver que mi actitud cambio se apresuró a decir: - Perdóname. Estoy siendo grosero. - Ya lo noté - repliqué mordaz. - Entonces dime ¿Cómo es que eres tan diferente? - No lo sé. Creo que nunca me detuve a pensar que era diferente por no andar carcajeándome ¿Eso contesta tu pregunta? - No del todo - admitió - ¿Vas a ir a la fiesta? - Creo que sí. Me resulta increíble que no llevas casi nada en la universidad y ya estás invitado a una fiesta. - Conozco a muchos de aquí desde hace mucho por lo que me resultó fácil. ¿Ya conocía a algunos de aquí? Estaba bastante confundido, quizás era de esos chicos populares de la preparatoria y por eso conocía a la gente de esta universidad. Me di cuenta de que mis amigos estaban sentados a unas cuántas mesas por delante de mí y me observaban con atención al igual que a Benjamín. - ¿De dónde vienes? - le pregunté. - Soy de aquí pero mis padres tuvieron que salir hace unos meses por complicaciones y ahora estoy devuelta aquí para empezar con mis estudios. Había aplazados las clases y… ¿Tu de dónde vienes? - He vivido toda mi vida aquí - murmuré. - Y aún sigo creyendo que no lo pareces. Siento que eres muy maduro y me gusta eso, debería haber más personas como tú en esta ciudad, la mayoría que conozco son todos iguales. - ¿Tan diferente soy? ¿Y no habías dicho que esto era un pueblo? - quise saber. - ¿Nunca te lo han dicho? Y sí. es un pueblo o eso parece – dijo con diversión. Quizás lo escuche un par de veces pero no de esa forma tan directa o siempre creí que eran preguntas en broma. Nunca había notado que era “diferente" supuse yo que era igual al resto, solo que no quería destacar solo por miedo de que por el más mínimo detalle que haga mal las personas hablaran de mi o algo parecido, prefería estar en las sombras y que mis acciones quedaran ocultas a la vista de las demás personas. Benjamín parecía expectante y me estudiaba cómo si fuera una criatura mítica lo que me hacía poner nervioso. - Es solo que no quiero que la gente me noté – me expliqué - Quizás por eso no hago lo que todos los demás. - Eso explica mucho - dijo satisfecho - pero creo que todos merecemos un poco de atención, nuestras buenas acciones merecen ser aplaudidas. ¿Has hecho algo muy bueno y la gente no te lo ha reconocido solo porque no quieres que lo noten? – me preguntó. - Puede - repliqué - prefiero que las cosas sean así en mi caso. - Me dijiste hace rato que la gente no quiere que te noté ¿Verdad? - Asentí con la cabeza ¿A qué quería llegar con este cuestionario? - Pues yo sí te noté. Se levantó de la silla dejándome con las mejillas rojas como un tomate y la mandíbula colgando por el suelo. Mi respiración se volvió irregular y mi pulso se aceleró, sus palabras tuvieron un impacto impresionante en mi ¿Cómo lo hace? Mi mente se quedó en blanco en especial cuando vi que mis amigos venían hacia mí y sabía que se aproxima un nuevo cuestionario del que no podría salvarme a menos de que se me ocurriera un buen plan. - ¿De que hablaron? – preguntaron los tres al unísono. Oh, no.
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