Capítulo 3

2582 Words
Se me paralizó el corazón por una fracción de segundos cuando lo vi allí parado frente a un mostrador de cristal repleto de mercancía, observándome con ojos insondables. Retiré la mirada lo más rápido que puede y fingí no haberlo visto. Cuando mi cerebro reconecto con mis piernas y mi corazón volvió a la normalidad, me acerque al mostrador y miré que podía escoger pero era imposible concentrarme cuando ese chico estaba a unos pocos centímetros a mi lado. Me di cuenta de que estaba bastante indeciso mirando unas barras de chocolate y unas gomas de sabores. El señor que atendía la tienda lo miraba con impaciencia, como si quisiera que se retirara rápido de la tienda. Me acerque un poco más a él y le sugerí con voz temblorosa e insegura: - La barra que tiene almendras tiene un buen sabor. Él se giró para verme y me dedicó una sonrisa de medio lado. Luego se giró para mirar la barrita más detenidamente y luego volvió la vista de nuevo a mí. - Confiaré en ti - replicó con voz amable. Yo también sonreí y observé como le pidió tres barritas al vendedor. Se las dio y él le da el dinero por las barras de chocolate. Luego deslizo una de ellas en mi dirección. Lo miré confundido. - Te regalo una por ayudarme a escoger. - No te preocupes, no tienes por qué hacerlo. - Entonces déjame hacerlo - su rostro fue iluminado por una sonrisa perfecta que me dejó anonadado. - Gracias - musité con la voz quebrada. Acepté la barra de chocolate, se despidió de mí y salió de la tienda con paso firme y casi elegante, algo que me resultaría difícil de hacer en mi caso y mis pies torpes. Decidí comprar otros dulces pero en su mayoría chocolate a pesar de que no fuera mi dulce favorito. Pagué y salo de la tienda tropezándome con una piedra invisible. Suspire y mire el cielo. Estaba despejado y el sol iluminaba con intensidad el cielo azulado, sería un día perfecto para ir por mi auto y de solo pensar en eso me puse bastante feliz, dentro de unas horas lo estaría conduciendo y sabía que sería magnífico. Solo esperaba que el auto no necesitara tanta reparación, quizás una pintada no le iría mal. Llegue a la parada del autobús y casi me caí al darme cuenta de que él estaba sentado en uno de los asientos metálicos. Mi respiración se aceleró al igual que mi pulso cuando mis pies sin control avanzaron hacia donde él estaba. Me senté junto a él dejando un espacio considerable entre nosotros, agaché la cabeza y me metí a fondo en mis pensamientos para no decir o hacer algo estúpido. No entendía porque esa reacción, no tenía ni la menor idea de porque no quería parecer torpe frente a él. Quizás sea porque me resultaba fascinante y curioso, principalmente esos ojos de colore que extraño. Jamás lo había visto en la universidad y parecía que en su primer día ya hizo varios amigos cosa que a mí me llevo años hacerlo en el instituto. - Ingeniería es genial ¿No crees? – dijo de repente, sacándome de golpe de mis pensamientos. Gire la cabeza hacia él. Tenía la cara apoyada en un puño y la boca entre abierta, el pelo revuelto le caía hacia un lado haciendo que se viera bien. - Si, creo que es genial - aseguré mirándolo, evaluando su expresión. - Oh, soy un poco grosero. No me he presentado. Mi nombre es Benjamín Gray, tú debes ser... - Jude Reed. - ¿Tomás el autobús? Su pregunta me hizo reír ¿Entonces porque estaba yo aquí? Cayendo en cuenta, de seguro me lo estaba preguntando por qué cree que lo estaba siguiendo o algo parecido ¡Mierda! Debía parecer un poco maniático mirándolo fijamente en clase, después encontrándonos en la tienda. Debía verme como un acosador. La sola idea me hizo avergonzar por lo cual el calor de inmediato se apodero de mi rostro. - Sí. Hoy mi amigo saldrá tarde así que no pudo llevarme a casa. - Ya veo - respondió - bueno en ese caso... Sería bueno que tú amigo saliera tarde todos los días para poder hablar aquí después de la universidad. Sentí que el corazón se me iba a salir del pecho ¿Por qué decía algo así tan de repente? Estaba confundido y Me regañé a mí mismo por prestarle más atención de la necesaria. Solo quería ser amable conmigo, no era para tanto. - No creo que sea posible. Hoy iré a comprar un auto - le dije con voz queda. - Entonces solo podremos hablar en la universidad. Estamos en la misma aula. - Por mí está bien – respondí con despreocupación. Mi autobús estaba doblando la esquina. Maldije para mis adentros y me puse de pie a regañadientes. Tambaleándome como era costumbre. - Ahí viene mi autobús. - Está bien. Nos vemos después - me tendió la mano y la estreche sintiendo una electricidad que recorrió todo mi cuerpo. El autobús paró justo frente a nosotros. Perdimos el contacto cuando separe mi mano de la suya con rapidez como si el solo hecho de tocarlo me quemara. Me subí al autobús y este arrancó de golpe haciéndome dar un traspié y caer en uno de los asiento. Gruñí disgustado y me acomodé bien en el asiento viendo por la ventana como dejé la parada del autobús atrás y también a Benjamín. Llegue a casa y vi a Lauren sentada en el sofá viendo la televisión. Se me hacía extraño ya que ella trabajaba todo el día y volvía hasta la noche, la miré confundido. Cuando la saludé le di un beso en la mejilla. - ¿Porque no fuiste a trabajar hoy? - inquirí dirigiéndome a la cocina por algo de beber. - ¿Recuerdas que hoy pasaríamos el día juntos? Películas, autos. La última palabra me hizo vibrar de completa felicidad aunque lo otro me disgusta un poco. Creía que Lauren y yo, nunca hemos estado en un lugar nosotros dos solos por más de cinco minutos. Ella siempre estaba con Cristopher o con Lou y yo en mi habitación como era costumbre o quizás haciendo algo con Carter. Me serví un poco de agua, dejé la mochila a un lado y fui al sofá a sentarme con Lauren pero un poco lejos. Ella le dio una palmada al sitio más cercano a su lado así que me acerque refunfuñando por dentro ¿Desde cuándo se preocupaba de lo mucho que me quedaba solo? Necesitaba encontrar la manera de hacerle entender de qué disfrutaba estar solo. Lauren me enseñó unas películas que compró el día de hoy en el centro comercial. Algunas son comedias románticas cosa que me fastidiaba porque sabía con seguridad que me empezaría a preguntar si estaba interesado en alguien de la universidad y no había nada más incómodo que una madre preguntara por eso, la conocía lo bastante bien para saber que la charla iría para largo rato hasta que termináramos hablando de las relaciones sexuales o algo parecido por lo que le dije que prefería una de acción cosa que hizo que hiciera una mueca. - Es hora de disfrutar el tiempo madre e hijo – proclamó. Le sonreí y nos pusimos a mirar la película en la cual todo giraba en torno de balas en la cabeza de alguien y bombas explotando por doquier, cosa que no me resultaba muy entretenida ya que mis pensamientos no me permitían concentrarme. Benjamín invadía cada espacio de mi mente no de una manera romántica solo era que tenía una mirada tan intensa y enigmática que me atraía a averiguar qué era lo que se traía entre manos. Aunque no trajera nada, parecía un chico interesante y por alguna razón me parecía curioso y fascinante en especial por esos ojos. Me gustaría conocerlo más pero no sabría cómo acercarme a él como hoy, dado que relacionarme socialmente con otras persona suponía para mí un gran reto, siempre son las personas las que se acercan a mí y no podría hablarle ni porque hiciera mi mayor esfuerzo. Creí que el encuentro de hoy había ido bien de lo que esperaba aunque debía admitirlo, no esperaba nada ya que no pretendía encontrarlo en la tienda así que me había tomado por sorpresa y tuve que improvisar. Debí de verme bastante bien o al menos eso creía, no tartamudeé en ningún momento, es creo. Ni me caí en plena tienda haciendo un desastre que me hiciera cambiar de universidad o al menos de carrera. Mañana tendría que volver a verlo pero la posibilidad de que me hablara era muy mínima ya que por lo visto ya tiene algunos amigos. Creía que él era todo lo contrario a mí, se veía bastante sociable y alegre cosa que yo no. Bueno, solo lo social. Me consideraba una persona feliz a pesar del tiempo que pasaba solo. Agradecí que Lauren se haya mantenido callada durante la película y me resultó raro, ella era la que siempre comentaba cada cosa de una película y creo que para ella suponía un gran esfuerzo no decir nada o puede que haya dicho algo pero estaba tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera la oí. Ni siquiera sabía de qué trataba la película y me dio miedo de que me preguntara cuál fue mi parte favorita para cuando se acabara. - Estuvo muy buena la peli ¿Te gustó? - Coincido contigo - mentí - ¿Que íbamos a hacer ahora? - Vamos a hacer pastelitos como cuando éramos niños. Pero no estás obligado a hacerlo. - Si quiero - murmuré y ella me dedico una sonrisa - como los viejos tiempos. Solo faltaría papá. - Pero hoy es tiempo solo para los dos. Así que manos a la obra. Se puso de pie de un salto, digno de una gimnasta olímpica y corrió entusiasmada a la cocina mientras yo la seguí arrastrando los pies. Lauren, Christopher y yo siempre sacábamos un tiempo el fin de semana para hacer alguna actividad en la cocina, nuestra preferida era hornear pastelitos para luego decorarlos como quisiéramos, fueron buenos tiempos pero después Cristopher consiguió un trabajo que lo ocupaba mucho al igual que Lauren y no volvimos a hacer nada de eso, ni siquiera cuando nació Lou. Lauren sacó de una bolsa los materiales para hacer los pastelitos, debió haberlos comprado mientras yo estaba en la universidad. Comencé a hacer todo el proceso de la masa mientras que Lauren hacia el de la crema que iba encima de los pastelitos, me sorprendió encontrarme a mí mismo sonriendo. Debía ser sincero, me la estaba pasando más o menos bien justo como en los viejos tiempos, aunque sería más bonito si Cristopher estuviera aquí y no trabajando. Cuando terminé de hacer la masa, la vertí en los moldes y antes de meterlos puse a recalentar el horno. Lauren se estaba divierten al igual que yo, pusimos un poco de música y la cantamos – ella más que yo - mientras yo metía los moldes en el horno y la ayudaba a hacer cremas de otros colores para decorarlos como solíamos hacerlo. - ¿Te gusta esto cariño? Asentí con la cabeza. Sabía perfectamente que me la estaba pasando bien aunque creía que no debería pasar muy a menudo, más bien en momentos en los que me sintiera aburrido y Lauren estuviera cerca. En cuanto los pastelitos estuvieron listos, los dejé sobre la encimera para que se enfriaran y mientras tanto yo revise mi teléfono en busca de mensajes o lo que fuera que me mantuviera entretenido. Tenía unos cuantos de Carter preguntándome si ya estaba en casa y le respondí que si para que pocos segundos después me pidiera la tarea. Puse los ojos en blanco y dejé el teléfono en la mesa del comedor. Volví con los pastelitos y como ya estaban casi tibios, los saque de sus moldes y los puse en una bandeja y junto a Lauren los decoramos con lo que se nos ocurría pero en ese momento no me sentía inspirado así que busque diseños fáciles en internet y me puse a imitarlos. Una vez terminada la tarea, Lauren le toma una foto a los pastelitos y nos comimos unos cuantos teniendo precaución de dejarle unos cuantos a mi hermana y a Cristopher. - ¿Qué te parece si vamos ya por el auto? - Me parece una gran idea - musite con entusiasmo, más del esperado. - Voy por el dinero y te espero afuera. Me puse una chaqueta ya que no me gustaba salir sin una nunca. Guardo mi teléfono en el bolsillo y salí de la casa a la espera de que Lauren bajara. Hacía un sol terrible que me hizo fruncir el ceño y pareciera enojado, Lauren llegó a reunirse conmigo y nos montamos en el auto de ella. - ¿Sabes? Esto no sería necesario si me prestarás tu auto - masculle burlón - soy buen conductor. - No dejaré que le hagas ningún rasguño a mi auto como el de tu padre - dijo con frialdad. Arrancó el auto y nos movimos despacio por la calle mientras mi emoción iba en aumento. Dentro de unos minutos seria el dueño de un auto, cosa que había querido desde que aprendí a conducir. - No fue mi culpa que el buzón estuviera ahí. Ambos nos reímos. No conversamos mucho durante el trayecto ya que ninguno de los dos era muy hablador y aunque quisiera hablar con ella, no creía que se tome muy bien las cosas que hacía con mis amigos por muy aburridas que fueran. Me di cuenta de que llegamos al lugar cuando el motor del auto de Lauren se apagó. Miró al frente y miré lo que pareciera ser el basurero de la ciudad. Recordé que cuando vine la primera vez, no me creía muy bien que aquí vendieran buenos autos ¡Todo parecía estar dañado! Me baje del auto de un salto y de inmediato un hombre con poco pelo, regordete y con un overol gris sucio nos recibió con una sonrisa, aunque le faltaban algunos dientes. - Muy buenas tardes ¿En qué les puedo ser útil? - Buscamos un auto - respondió Lauren por mí - es un Chevrolet plateado. - Claro señora. Pase por aquí. Lo seguimos hasta donde estaban estacionados unos cuantos autos en perfecto orden haciendo que desentonen por completo con el desorden que los rodeaba, mis ojos se posaron en el alero plateado que había visto la primera vez que vine aquí. Estuve visitando muchos lugares donde vendieran autos de segunda mano y sin mentir este fue el lugar más decente que encontré y que ofrecía autos que si servían a la perfección. Me percaté de que gracias a Dios seguía al mismo precio y en buen estado. - Queremos el plateado por favor – indicó Lauren con su habitual dureza. - Muy buena elección, vamos a mi oficina y hacemos el papeleo. Seguimos al señor hacia la oficina. Nos hizo firmar unos cuantos papeles y me entregó las llaves ¡Por fin es mío! Grité para mis adentros saltando en un solo pie. Corrí lo más rápido que pude fijándome de que no me tropiece y genere un accidente. Alcance mi nuevo auto y con gran emoción me monté en él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD