Fin de semana... un día donde todo el mundo debería estar feliz, Engla y Nancy están tristes, frustradas y con mucho resentimiento. Dos semanas siendo víctimas de la mirada gélida, fulminante y poco amable de Einar. Ser víctima de la indiferencia de ese hombre es lo más duro que puede haber para alguien, pero de alguna manera los papeles se cambian y es él quien queda perdedor de su propio juego. Agradecido por tener que viajar, vio el castigo perfecto. Dejarlas solas y encerradas. Risas, travesuras y mucha inocencia, eso se ha vuelto la oscura y silenciosa mansión. Engla de alguna manera le da luz a ese hogar y nadie más que Nancy agradece tenerla junto a ella. Engla ha aprendido cosas nuevas todos los días y Nancy, cómo la lianta que es, se ocupó de mostrarle todo lo malo. Engla en s