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Quiero Tu Sumisión, Mi Ángel

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Blurb

Einar es amante de volver todo lo inocente perverso, él solo puede imponer respeto y el arte de la sumisión es su más fiel pasatiempo. No hay mujer que no quede a sus pies, pero... ella es distinta a las demás, ella es su mayor reto.¿Podrá él cumplir su cometido cómo está acostumbrado?

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Episodio 1
El bullicio de la ciudad se contrarresta por los ventanales de cristales blindados. Einar con las manos metidas en los bolsillos mira desde el último piso de su edificio algunas de sus creaciones. Su cabello negr0, su altura y su postura dejó anonadada a su nueva secretaria como siempre que se ve frente a él. Ver a ese hombre de ojos azules, nariz perfilada y gesto osco es un sueño hecho realidad. —¿Se quedará ahí parada o me dirá lo que ha venido a decir? —La mujer se sobresaltó al escuchar aquella voz de un Dios griego. Sus labios parecieron sellarse y fue incapaz de reaccionar a su pregunta. Einar quien la miraba desde el reflejo del ventanal, giró sobre sus talones y la miró de frente. La mujer con mejillas sonrojadas bajó la mirada inmediatamente. —Lo... lo siento señor. —Murmuró incapaz de esconder el nivel de intimidación que él tiene sobre ella. —Solo venía a decirle que su socio está esperando por usted en la sala de juntas. —Einar no hizo gesto alguno y la tensión acrecentó en la mujer. ¿Por qué tiene que verla de esa manera tan intensa aun cuando no la ve más allá de una simple secretaria? —Iré en breve. —Se giró nuevamente y la mujer pudo respirar un poco más tranquila. Solo ser observado por él es algo realmente acojonante. —Bien, señor. —Tras hacer una reverencia, salió lo más rápido que pudo del despacho y respiró hondo una vez estuvo afuera. Las secretarías de piso la miraron con envidia. Einar Dankworth nunca mantiene a una secretaria más de un mes, muchos dicen que su amargura y crueldad termina con la estabilidad emocional de cualquier persona. Todos se movilizaron al ver la puerta abrirse, la secretaría que apenas se estaba recuperando de aquel encontrón, intentó huir cuanto antes. —Señorita, acompáñeme. —La joven mujer tembló de pies a cabeza, ¿Cómo fue que su mayor sueño se ha vuelto una pesadilla? ¿Por qué no hizo caso cuando le dijeron que trabajar para ese hombre sería lo más estresante que podía haber en la vida? —Por supuesto, señor. —Incapaz de verlo a la cara, se colocó tras de él y lo siguió hasta el elevador ante la mirada de todos. —Madre mía, si trabajar solo a unos cuantos metros de él es acojonante, no quiero ni saber lo que pasa la pobre mujer. —Cuchicheó, una de las recepcionistas de piso. —¿Te enteraste de lo que pasó con su antigua secretaria? —Las secretarías que estaban pasando por el lugar, se detuvieron para escuchar el cotilleo. —Dicen que solo le gritó una vez y la mujer se hizo un mar de lágrimas. —¿Cómo puede existir alguien tan intimidante y cruel? —Preguntó una de las secretarías más antiguas. —Debo decir que, si a mí me piden trabajar directamente con él, renuncio. —Las más jóvenes la miraron con asombro. —¿Qué dices? —Una de ellas negó incrédula. —Llevas muchos años aquí, no debería perderlo todo solo por evitar trabajar con el demonio. —La mujer se encogió de hombros. —He vivido y visto cosas que no puedo ni siquiera explicar con palabras. Ese hombre lleva muy bien su nombre, es un demonio y al parecer los sentimientos no están en él y el pecho lo tiene vacío. —Nadie la cuestionó, jamás se le ha visto en una relación y la que sonríe al salir con él, llora al terminar. Einar entró a la enorme sala de juntas, los tres hombres que lo esperaban se levantaron torpemente para saludarlo debidamente. Él con un simple gesto de cabeza correspondió el saludo y se sentó a la cabeza de la mesa. —Me han dicho que uno de mis hoteles tuvo una mala calificación por uno de los políticos más importante del país. —Los hombres nerviosamente asintieron, el solo gesto inexpresivo de Einar los acojonó a todos. —Pero debo decir que el personal no ha tenido la culpa. —El socio intentó evitar alguna desgracia. —El señor Black quiso propasarse con una de las empleadas y no podíamos permitir aquel acto infame. —La mirada fría de Einar atemorizó a los presentes, ¿Es tan cruel como para importarle más su negocio que la integridad de una mujer? —Bien, entonces el señor Black tendrá rotundamente prohibido la entrada a cualquiera de mis hoteles, no importa el país donde estén. —Miró a su socio a los ojos. —Si hay problemas con el señor Black, me lo hacen saber. —Sin más se puso en pie y estiró su sacó de vestir. —Me iré por un par de semanas, Campbell, confío mi negocio en ti, espero que todo sea de mi agrado una vez vuelva. —Les dio la espalda. —Despide a todo el personal de New Garden y contrata a nuevos empleados. Para cuando vuelva todo debe estar hecho. —Todos lo miraron salir del lugar con la boca abierta. —¿Lo ha vuelto a hacer? —Preguntó uno de los hombres con desconcierto. —Sí, al parecer la noticia llegó a sus oídos. —Campbell, el socio más antiguo de Einar suspiró. —Hay trabajo que hacer, y como siempre, hagan correr la noticia, así evitaremos más despidos masivos. —Negó con cansancio. —No entiendo cómo las personas pueden ser tan estúpid4s. ¿Hacer una fiesta en el salón social a escondidas de los superiores? Eso es algo realmente estúpid0. —Los hombres se sentaron y se pusieron a trabajar, Einar puede llamar incluso dentro de media hora y si aún no hay un despedido, serán ellos los primeros. —Quiero que llames a Roy y le digas que me espere en el auto, necesito que envíes a alguien a mi casa cada miércoles a limpiar... —Se detuvo al verse hablando solo, al girar la chica corría hacia él. —Lo siento, señor, camina muy rápido. —Bajo la mirada, es alto y sus pasos son de un gigante. —Tú. —Señaló a un chico que venía caminando a su lado. —Repite lo que le dije. —El chico lo miró y no supo que decir, él estaba tratando de alejarse lo más posible de él. —Estás despedido, tú. —Señaló al otro —Repítele lo que le he dicho. —Quiere que llames a Roy y le digas que lo espere en el auto, debes contratar a una mujer de limpieza y enviarla cada miércoles a sus casas. —Generalizó ya que no dijo a cuál casa y no quiere meter la pata. Einar se sintió satisfecho, le gusta que sean adelantados. —¿Por qué no está escribiendo? —La chica rápidamente sacó su libreta e inició a apuntar. —Ve a recursos humanos y diles que te asciendan. —El chico lo miró impresionado, pero rápidamente actuó. —Gracias, señor. —Sin más se marchó, esas oportunidades no se ven dos veces y él no la va a desaprovechar. —Sigamos. —Inició a caminar nuevamente. —Necesito que me envíes un resumen de todo lo que pase con mi empresa. Cada documento que sea enviado a mi despacho, lo quiero en mi correo personal... —Lo siento señor. —Lo interrumpió aún en contra de su voluntad, es mejor eso a desobedecer la orden que le dio hace dos días. —Usted fue muy claro cuando dijo que se iba de vacaciones y que no quería trabajar. —Einar se detuvo y la chica se estrelló contra su fuerte cuerpo, haciéndola gemir por el impacto. Al alzar la mirada, esos ojos azules intensos la miran sin parpadear y sin expresar absolutamente nada. Los nervios de la mujer crecieron mucho más de lo que ya estaban, algo le dijo a gritos que debió quedarse callada aun cuando él mismo le dio esa orden. Einar giró e inició a caminar nuevamente, eso es lo que quiere, que le den lo que necesita y no lo que pide. —Bien, no envíes nada, pero en cuanto llegue quiero la información detallada. —Entrando a su despacho se acercó a su escritorio y tras revisar algunos correos la apagó. Su móvil sonó y al ver el número que ni siquiera estaba registrado, decidió ignorarlo. No desea ver a nadie antes de su viaje, mucho menos a esas mujeres que se lo dejan demasiado fácil. Todo hombre desea que las mujeres se entreguen a ellos con facilidad, pero es bastante tedioso cuando no suponen un reto. Todo es más fácil cuando ellas son difíciles, de esa manera podría emplear todo su poder en ellas, pero, en cambio, solo basta una mirada y quedan rendidas a sus pies. Roy, el hombre de confianza y mejor amigo de Einar, se apoyó a la puerta del conductor y encendió un cigarrillo. Él al contrario de su jefe y amigo, es relajado y divertido, aunque eso no le quita lo peligroso. Su cabello rojo intenso y sus ojos verdes son dos atracciones de su físico que llaman mucho la atención. Aparte su altura, sus músculos y esos tatuajes en su piel tan blanca son cosas que no le pasan desapercibidas a una mujer. Tiene un atractivo demasiado exquisito a la vista. —Finalmente, el jet ya está listo. —Rápidamente, se colocó en la puerta del pasajero y le abrió la puerta. Es muy profesional y aun cuando Einar es su mejor amigo, cuando trabaja es el hombre que debe mantenerlo a salvo. —Entonces hay que apresurarnos. —Einar subió al auto y Roy cerró la puerta para rápidamente acomodarse tras el volante. —¿Lo has dejado todo preparado? —El señor Black recibirá una visita y en cuanto al viaje y nuestra estadía, todo listo. Tendrás a tu disposición a todas las escandinavas que quieras. —Verlo tan satisfecho lo hizo sonreír, aún no comprende como es que ese hombre es tan frío y poco expresivo. Aun cuando tiene lo que más desea en el mundo, nunca demuestra su felicidad y gratitud con la vida. —¿Has investigado Undredal? ¿Es tan hermoso como lo pintan en el internet? —Roy agrandó su sonrisa para no descomponer su gesto. —Es hermoso, realmente hermoso... —Einar enarcó una ceja y lo miró por el retrovisor, lo conoce y sabe que algo no le gusta. —Suéltalo, siempre te jactas de que tú sí expresas lo que sientes. Es momento para eso. —Roy suspiró y también lo miró por el retrovisor. —Ahora mismo es mi jefe, prefiero quedarme con mi opinión y una vez deje de ser el jefe de seguridad, diré todo lo que tenga para decir. —Einar no dijo nada, Roy es demasiado profesional. Una vez llegaron al hangar, Roy bajó para reunirse con sus hombres. La seguridad de Dankworth es su prioridad y por ello a donde sea que vayan ya hay un equipo estratégico peinando el lugar y esperándolos. —Todo está en orden, señor. —Uno de los hombres se acercó a Roy. —El jet está listo para despegar, no es necesario presentar el pasaporte. Lo he arreglado todo. —Roy asintió en agradecimiento. —No dejes de supervisar cada una de sus casas y departamentos. Si pasa cualquier cosa me pones al tanto, me estaré conectando cada dos días. A dónde vamos no habrá señal. —Con un gesto de mano, ordenó a los demás sacar del auto a Einar. Cuando ambos estuvieron en el jet y este inició a despegar, Roy se sintió aliviado. No recuerda el momento en el que su mejor amigo de infancia se volvió un hombre tan importante que debe proteger su cul0 todo el tiempo. —Rayos. —Gruñó apagando su móvil, Roy enarcó una ceja y lo miró fijamente. —¿Estephania? —Su sonrisa se ladeó al ver los ojos de su amigo oscurecerse. —Apenas llevas saliendo con ella una semana, ¿Tan rápido te has cansado? —Einar miró a la azafata más allá y se encogió de hombros. —Solo saciaba mis deseos más bajos con ella, nunca tuvimos una relación. —Roy giró la cabeza y miró en la dirección que él mira, al ver a la azafata sonrió. La mujer no sabe que la mira, pero se nota que siente esa mirada. —Ya, ¿Qué ha sido esta vez? ¿Mucha complacencia? —Einar miró a su amigo con seriedad. —Lo siento, señor, no volverá a pasar. —Llamó a la azafata, estar con Einar es bastante difícil y agotador. —Tráeme un dos rocas y un vodka con hielo al señor. —De inmediato, señor. —La joven mujer, de cuerpo delgado y pocas curvas, se apresuró a servir las bebidas. Su profesión no le permite el nerviosismo, pero es bastante difícil cuando el jefe es Einar Dankworth. —Que me lo lleve a la recámara. —Roy le miró marcharse. —Puedes llevárselo a la recámara, te está esperando. —La mujer bastante nerviosa le entregó la copa y continuó de largo para llevarle la bebida a Einar. —Señor, he traído su bebida. —Tocó suavemente la pequeña puerta. —Pase. —La mujer respiró profundamente y entró a la habitación que no es tan pequeña como lo parece desde afuera. —Puede dejarla en la mesita de noche. —Le pidió sin mirarle. Ella, al contrario, no puede despegar su vista de esa espalda ancha y musculosa. —¿Me ha escuchado? Puede dejar la copa en la mesita. —La mujer apenada salió de sus pensamientos pocos puros y obedeció la orden de su jefe. —Lo... lo siento mucho. —Bajó la cabeza cuando él la miró de frente. ¿Por qué hace eso? ¿Por qué darse la vuelta cuando está sin camisa? —La veo muy nerviosa, señorita. —Se acercó a ella y levantó su cara una vez la tomó por el mentón. La chica se tensó completamente y sus piernas iniciaron a temblar en cuanto el olor de la colonia profundizó sus fosas nasales. Huele tan varonil que la está debilitando como un veneno. —Yo... yo... —No supo qué decir, realmente está muy nerviosa y ahora más con su cercanía. —Abre los ojos. —Le ordenó y ella obedeció. La mirada de Einar bajó de sus ojos a sus labios y eso le hizo pasar saliva, su boca se hizo agua por el deseo de sentir aquellos labios posarse en los suyos. —Vete. —Se separó de ella, no supone un reto para él, ella ni siquiera se ha quitado cuando él la tocó. —No me llamen si no es para desbordar. —Descolocada y sin saber qué pasó, retrocedió y golpeándose con algunas cosas, salió de la recámara y cerró la puerta tras de ella. Su cuerpo no dejó de temblar y sentir ese calor que ni siquiera sabe de dónde salió. Sus labios se sintieron ansiosos y resecos. El vuelo llegó a su destino y emprendieron su camino por todo el condado de Vestland, Noruega. El malhumor de Roy se hizo presente, aquellas calles no son transitables y aun así Einar quiso tomar el camino menos conocido para llegar a su destino. —No lo entiendo, ¿Por qué vacacionar en medio de la nada? Pudimos quedarnos en el pueblo de Undredal. —Einar no le hizo caso, se limitó a ver el bonito paisaje. El pueblo es muy majo y maravilloso, pero desea desconectarse del mundo. —¡Para el auto! —Roy lo detuvo en el acto y rápidamente tomó su arma, pero al verlo pegado a la ventana como un niño se extrañó y miró hacia afuera. El corazón de Einar por primera vez lució desconcertado. Jamás había visto una belleza tan natural en ninguna mujer. Aquel cabello tan amarillo que se asemeja al sol lo dejó anonadado, el baile que hace con el viento pareciese que estuviera bajando del cielo, esa bata blanca y larga se asemeja a la túnica de un ángel, pero nada se comparó a esa mirada tan azul que lo pierde como si estuviera mirando un mar tan azul y tan tendido que se une con el cielo allá en el horizonte. Su piel tan pálida igual a la nube más pura del cielo llamó fuertemente su atención por su suave apariencia. —Madre mía... —Roy la miró con la boca abierta, aquella chica tiene un aura tan pura que los animales se le acercan de todas las direcciones y ella solo corre y ríe jugando con las criaturas que parecen amarla. —¿Qué hace esa chica tan lejos del pueblo y en medio de la nada? —Einar no contestó, está embelesado viendo a esa mujer tan única en el mundo. —Hija, ¿Qué haces aquí? —El hombre bastante mayor se acercó a la joven que mira con curiosidad el objeto enorme de la carretera. —Vamos, ve a casa. —Engla pudo observar a las dos personas dentro del objeto. —Son como nosotros. —Ladeó la cabeza, es primera vez que ve a otra persona además de su padre. —¿Están en peligro? —El hombre sonrió ante la inocencia de su hija. —Eso es un auto. —Engla frunció el ceño, los coches que vio en sus viejos libros no son como esos. —Ya te explicaré después, ve a casa, corre y no te detengas. —Engla como la buena niña que es, miró al hombre de pelo n***o por última vez y corrió internándose al denso bosque. —¡Qué caraj0s! —Exclamó Roy al verla meterse en el bosque. —¿A dónde la ha enviado ese maldit0 loco? —Antes de que pudiera bajarse, ya Einar estaba fuera del auto mirando el lugar por donde se había ido la chica. —¿Están bien, jóvenes?

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