Tras la reclusión por el ataque en la ciudad, Mara notó que tanto los nobles como el personal del palacio actuaron de forma mucho más amable y condescendiente con ella. No sabía si fue porque sentían pena o por influencia de los monarcas, pero todos y cada uno de ellos se mostraban genuinamente preocupados por su salud y bienestar.
- Si necesitas algo, puedes pedírmelo, señorita Mara.
- Escuché que le gusta el helado. ¿Quiere que se lo prepare como postre?
- Ese vestido le queda muy bien.
Aunque Mara agradecía la gentileza de las personas, aun se sentía muy preocupada. Ya iban tres veces que la atacaban desde que residió en el reino y, dos de ellas, eran a causa de los conspiradores a la corona. Los bandidos capturados recientemente no dijeron ninguna palabra, pero por el símbolo de la carabela que llevaban en sus pañoletas, dedujeron que se trataban de piratas infiltrados en la ciudad. Así es que no quedaba de otra que aumentar la vigilancia extrema en las calles de todos los poblados.
Pero todo eso quedó atrás a medida que se acercaba una nueva reunión del consejo. Y, esta vez, el debate giraría en torno a dos temas: la guerra contra los piratas y el destino de Mara.
La joven sabía que, hace algún tiempo, su madre intentó persuadir a la Corte de que la reconocieran como princesa, recibiendo una negativa por parte de los nobles. Sin embargo, la monarca no pensaba desistir, porque sabía que era la última de su linaje y quien reunía las condiciones necesarias para ganarse ese título. Aunque las probabilidades de heredar el trono eran prácticamente nulas, al menos podría otorgarle un mejor porvenir autorizando su nombramiento como princesa. Y, quizás, en un futuro, su descendencia si podría acceder a la línea de sucesión al trono si la Corte así lo requería.
El solo hecho de pensar en eso la agobiaba.
Un día antes de la reunión del Consejo, tuvo una conversación con su madre sobre el tema. En un momento, Brida le dijo:
- Si todavía sigo sin traer otros hijos al mundo, la Corte no tendrá otra opción más que aceptar tu nombramiento. Y es muy probable que reconsideren el incluirte en la línea de sucesión.
- No lo sé, madre – dijo Mara – ya has hecho mucho por mí al dejarme vivir en el palacio y protegiéndome. He estado encerrada por bastante tiempo, y por eso, comienzo a extrañar mi vida campestre.
- ¿Acaso vivías en el campo, hija?
Mara suspiró. Generalmente, no solía hablar de su infancia y su madre tampoco se preocupó en saber a detalle sobre su pasado. Al principio, pensaba que era porque no le importaba pero, con el tiempo, se percató de que simplemente era una distraída
Al final, aclaró su garganta y dijo:
- Tengo una residencia en el reino del Norte. Queda al límite con nuestro reino, por eso es una zona bastante cálida en comparación al resto de las regiones de ese país. ¿Sabes? Tuve una infancia feliz, pero mi tutora enfermó y falleció. Y me insistió a que te visitara pensando que, así, podría estar al fin con mi verdadera familia.
La muchacha desvió la mirada. Brida hizo amago de tocarla al hombro, pero cuando quedó a mitad de camino, Mara continuó:
- Cuando termine mi reclusión, me gustaría volver ahí. Sea o no nombrada princesa, siento que debo despedirme de ese lugar como se debe. Por eso, madre, prométeme que dejarás que me marche para elegir yo misma mi destino. Y una vez que lo encuentre, prometo ser leal a este reino y a la corona por siempre.
Brida tragó saliva. Como reina, sabía que nunca tendría ese tipo de elecciones en su vida. Y deseaba que su hija tuviese más libertad de escoger su propio destino. Así es que sonrió y le dijo:
- Está bien. Dejaré que decidas. Pero, primero, me aseguraré de que la Corte reconozca tu lugar en el palacio y aprenda a respetarte por lo que eres, una hija de la reina.
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Y así llegó el día de la reunión. Todos estaban ansiosos por los temas candentes que afectaban al reino. Brida se sentía muy nerviosa y temerosa de que volvieran a renegar de su propuesta. Pero, esta vez, la acompañaban el rey Zuberi y la duquesa Mila, quienes serían su apoyo para reconocer a Mara como una auténtica princesa.
Una vez reunidos todos, la reina se puso de pie y dijo:
- Ha pasado casi un año desde que mi hija se presentó ante el trono y todavía sigo firme en mi propuesta de nombrarla como princesa y próxima sucesora. Ella ha estado estudiando, apoyándome desde la distancia y, más de una vez, llegó a dejarse su piel para protegerme contra mis enemigos. Con todo eso, decreto que la señorita Mara será una perfecta heredera.
- Pero majestad, reconsidérelo – dijo uno de los nobles de la Corte – Mara no ha sido concebida por el fruto de su matrimonio. Además, tanto usted como el rey Zuberi todavía son muy jóvenes para arrojar la toalla. ¿Quién les dice que, en los próximos meses, tendrán a la legítima heredera al trono en sus brazos?
- ¡Cierto! – continuó otro noble – la medicina ha avanzado bastante en estos últimos años desde que La Doctrina cayó. Hoy en día, es posible hacer tratamientos de fertilidad para concebir una nueva vida.
- ¿Y qué pasará si nace un varón? – intervino la duquesa Mila.
Todos quedaron callados ante esa pregunta. La mujer dio un ligero suspiro y continuó:
- Sé que están disconformes con el hecho de que sea la señorita Mara quien herede el trono. pero suponiendo que la reina Brida logre embarazarse a futuro, pero tuviese a un hijo varón, ¿serían capaces de considerarlo como el próximo sucesor y legítimo heredero al trono del reino del Oeste?
Todos los nobles se miraron entre sí, confundidos. Brida notó en sus ojos su desconcierto ante la teoría de Mila. Si bien varios de ellos no tendrían problemas en ser liderados por un hombre, sabía que el pueblo no le agradaría ver a un rey sentado en el trono. Sin embargo, tras ver como Zuberi se desempeñó como un consorte al punto de ganarse el respeto y la admiración del ejército real, estaba más que segura de que un chico podría sostener un país entero, sin dejarse llevar por sus instintos.
Aun así, también sabía que varios nobles preferían ver a Mara con la corona que a un varón, por más que éste fuese un hijo legítimo. Y mientras divagaba en su mente, un m*****o de la Corte se levantó y dijo:
- Bueno, la reina Brida puede tener más hijos con el rey Zuberi. ¿No es así? Y en caso de que todos salgan varones…
- La señorita Mara tiene el carácter suficiente para ser una princesa – intervino, esta vez, el rey Zuberi – a excepción del altercado en esa fiesta, ella ha demostrado ser prudente e ingeniosa en varias ocasiones. Incluso me atrevería a decir que es muchísimo más astuta que mi esposa en su juventud.
Brida alzó una ceja y Zuberi no evitó soltar una pequeña risita pícara por lograr provocarla en plena reunión del Consejo. Luego, se dirigió a los nobles y continuó:
- Como hombre, pienso que las mujeres son y serán perfectas líderes para todos los pueblos. Pero creo que, de engendrar a un varón, nos gustaría que lo aceptasen como un digno sucesor al trono, lo respetasen y admirasen con la misma pleitesía que lo hacen con una reina. Y aun con todo eso, considero que la señorita Mara, de desearlo, también podría ser incluida dentro de la línea de sucesión. Si, no es mi hija, pero no por eso debemos despreciarla. Y si bien no la recibí con los brazos abiertos en su llegada, ahora estoy dispuesto a remendar ese error y darle un espacio a Mara en mi corazón.
Todos se quedaron sorprendidos ante las palabras del rey Zuberi. Incluso Brida abrió la boca de la sorpresa, ya que era la primera vez que lo veía defendiendo a Mara delante de toda la Corte. Poco a poco, sus mejillas se colorearon y sintió que su corazón se agitaba con intensidad.
La duquesa Mila también intervino:
- La señorita Mara es y será perfecta como princesa. Aunque no la he tratado directamente, sé que mi hermano y cuñada le tienen mucho aprecio. Por eso, apoyo el nombramiento de la señorita Mara como princesa y posterior sucesora al trono, en caso de que no existiese nadie más en la línea de herederos.
Los nobles comenzaron a hacer sus anotaciones, donde cada uno daba un dictamen sobre cómo debería procederse ante dicha iniciativa. Tras unir los papeles, todos miraron a la reina y la portavoz del Consejo dijo:
- Hemos decidido autorizar el nombramiento de la señorita Mara como princesa. Sin embargo, todavía pensamos que no es idónea para ser la sucesora al trono. Por eso, queremos definir un periodo de un año para esperar a que conciban a la próxima princesa heredera. De no nacer niña alguna o si naciese un varón, dictaminaremos que la hija de la reina sea quien ostente la corona cuando llegue el momento.
Brida y Zuberi se tomaron de las manos. si bien consiguieron que Mara fuera nombrada princesa, aún estaban muy lejos de que la aceptaran como una posible futura reina. Automáticamente, la monarca se llevó una mano al vientre y, por primera vez en su vida, tuvo un fuerte deseo egoísta:
“Ojalá mi próximo hijo sea un varón y así logre detener a Mara de forma indefinida”.
- Estoy conforme con eso – dijo el rey Zuberi – sin embargo, quien tiene la última palabra es la reina – en eso, miró a su esposa y, apoyando sus labios por el dorso de su mano, continuó – esposa querida, ¿aceptarías que probáramos engendrar a una niña en el lapso establecido? ¿O seguirá insistiendo en lo suyo?
Brida se agobió. Todavía recordaba las palabras de su hija y la promesa que le hizo de dejarla marcharse cuando terminara su reclusión. Así es que, al final, dio por finalizada la reunión con las siguientes palabras:
- Yo, la reina Brida del reino del Oeste, autorizo el nombramiento de la señorita Mara como princesa de nuestra nación. Con eso, se le otorgará todos los derechos concernientes a su puesto, excepto el de princesa heredera. En cuanto al plazo de un año, decreto que si no logro concebir a una niña durante ese periodo, tendrán que aceptar a mi única hija como mi próxima heredera. Doy fe de lo que digo y que quede registrado ante los ojos de la Diosa.
Una vez terminada la reunión, Brida y Zuberi se encerraron en su dormitorio compartido y procedieron a besarse. Poco a poco, se sentaron en la cama y se mantuvieron abrazados por largo rato, en silencio.
Un poco después, el rey Zuberi le palpó el vientre a Brida y le dijo:
- Si después de esto solo logro darte un chico, ¿seguirás apreciándome?
Brida le dio un beso en la mejilla y le respondió:
- No hay nada más que quiera en este mundo.
Y, juntos, procedieron a cumplir con sus deberes de esposos.