Capítulo 18. La base de los piratas

1639 Words
El príncipe Abiel, en conjunto con la duquesa Mila y lord Aries, contrataron a un par de espías para que se infiltraran a la base de los piratas. Éstos debían localizar a la familia de Rubí y a los nobles secuestrados para, luego, sacarlos poco a poco de la isla. - Recuerden, si las cosas salen mal, huyan lo más que puedan – les indicó Abiel – busquen alguna nave que puedan usar para el regreso. - ¿Y cómo sabrá que somos nosotros, majestad? – le preguntó uno de los espías. - Envíenme una señal directo a mi dispositivo comunicador y diríjanse justo en la coordenada indicada. Mis hombres los recibirán, están entrenados para casos como estos. Una vez que los espías se marcharon, el príncipe Abiel recibió una llamada de su madre. Mientras la atendía, la duquesa Mila decidió explicarle lo sucedido a lord Aries y comentó: - Espero que esta operación resulte. Pero me preocupa el palacio. No sabemos si hay más nobles que estén apoyando a esa duquesa desde las sombras. - No se preocupe por eso, señora – le dijo lord Aries – el rey Zuberi y yo nos encargaremos de eso. Usted siga persuadiendo a su esposo para que nos deje seguir sacando cobre de su terreno. - Sí, estoy en eso. Pero ahora, él me dijo que tenía una propuesta interesante para ofrecernos. De todos modos, manténganme informada de todo lo relacionado a mi hermano y su familia, no quiero quedarme al margen solo porque ahora estoy en el territorio de un reino vecino. - Lo entiendo, señora. La tendremos al tanto. Pasaron un par de días y todos se sentían muy ansiosos por la operación. El príncipe Abiel no paraba de mirar su dispositivo comunicador una y otra vez, debido a que los espías contratados pertenecían a su reino. Los convocó porque pensaba que, así, se ganaría el favor de los reyes del reino del Oste y podrían llegar a un importante acuerdo comercial que beneficiaría al reino del Este. Pero, por las noches, cada vez que veía a Mila durmiendo, sentía un pequeño remordimiento de conciencia. Había accedido a casarse con ella por petición de la reina y, aunque sabía que solo tenían interés en seguir manteniendo el control sobre el territorio de cobre, Abiel no evitó despertar sus sentimientos por la duquesa. Quería apoyarla y protegerla, más allá de los intereses. Pero sabía que su madre solo aceptó ese extraño matrimonio debido a que, al ser la hermana de un rey, podrían “detenerla” en caso de que surgiese un conflicto entre ambas naciones. “Es lo malo de pertenecer a la realeza”, pensó Abiel, mientras apretaba los puños. “Las uniones matrimoniales son por pura conveniencia. Por eso, no sé qué haré si mi madre me ordena levantar armas contra el reino del Oeste. ¿Debo obedecer a mi reina? ¿O guiarme por lo que siento?” Luego de cinco días de vigilia, el dispositivo del príncipe sonó. Éste lo atendió y vio el mensaje en clave de sus espías, que le indicaban que ya estaban regresando y dirigiéndose al sitio indicado. - ¡Esposa! – le llamó Abiel a Mila - ¡Han vuelto! ¡Debemos recibirlos! Mila, entendiendo lo que quería decirle su marido, lo acompañó hasta un enorme campo vacío, donde improvisaron una pista de aterrizaje de emergencias. Ahí, vieron que descendía un avión y, de inmediato, los soldados se acercaron para rodear a la nave. De ella bajaron los espías, junto a seis damnificados. Todos lucían delgados y demacrados, con heridas de latigazos en sus cuerpos y las ropas sucias y rotas. Entre ellos se encontraban los padres de Rubí, quienes tenían los ojos vacíos tras todo ese tiempo de terror y tormento, donde hasta la esperanza era capaz de morir por no encontrar ningún método de escapatoria. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. - ¡Mamá! ¡Papá! Rubí corrió directo hacia sus padres a abrazarlos, luego de que éstos y el resto de los cautivos fuesen trasladados al palacio. Ya habían dado su testimonio y todos fueron atendidos por los médicos para ver en qué condiciones se encontraban. Rubí y su familia se dieron un gran abrazo, mientras derramaban lágrimas de felicidad. Mara los contempló desde lejos y, por un instante, sintió envidia por su dama de honor debido a que ella si tenía una familia que la amaba. Aun así, omitió cualquier comentario y la dejó pasar el día con sus padres, para poder ponerse al día. Mientras tanto, el rey Zuberi y la reina Brida comenzaron a leer los testimonios registrados por escrito de las víctimas, junto a los informes que los espías del príncipe Abiel les cedieron para poder avanzar con el caso. Y mientras leían, Zuberi comentó: - Los piratas están bien preparados, más de lo que imaginaba. Dicen que la duquesa Sonia ha sido coronada como “la reina de los piratas”. - Eso quiere decir que una mujer puede incluso domar a los hombres del “Viejo Mundo”. ¡Qué impresionante! – dijo Brida – me pregunto cómo lo logró porque, hasta donde tengo entendido, son todos unos salvajes. - Es todo un misterio, la verdad – dijo Zuberi, pasando algunos de los documentos a su esposa – Según en esta nota, ella está siendo respaldada por el capitán Oro, su mano derecha. Sospecho que es a él a quien lo controla para que interceda por los demás hombres y, así, dominarlos con facilidad. Es lo que han hecho algunas de las reinas de este continente desde hace siglos. - Bueno, yo nunca hice eso – dijo Brida, alzando una ceja – solo estoy aquí porque me lo impusieron. Si fuera por mí, viviría una vida relajada en el campo. - Siempre puedes dejarme que tome tu lugar, esposa querida. Brida comenzó a reír ante las atrevidas palabras de su esposo. Por ella, lo dejaría estar al mando sin problemas. Pero sabía que a la corte les incomodaría ver a su rey consorte sentado en el trono, y más al saber que el pueblo mismo se había acostumbrado a ser liderado por mujeres desde hacia milenios. Aunque algunos documentos antiguos aseguraban que en el “Viejo Mundo” existían reinos gobernados por los chicos, los historiadores dictaminaban que justamente esa fue la causa por la cual la civilización humana entró en decadencia y que, si no fuera por el surgimiento del nuevo continente, la humanidad habría retornado a la prehistoria. La monarca realizó una lectura rápida del documento y encontró un pequeño gráfico, donde se mostraba, a modo de plano, la estructura de la isla. Se lo mostró a su esposo y le dijo: - Han creado toda una ciudad en esa isla. Se dice que la montaron artificialmente, en base a un trozo de tierra y rocas que sobresalían del mar. Hay varios canales artificiales de agua y todos se trasladan en barcos, porque no existen senderos de tierra firme. - Los aviones son fabricados con los restos de diamantes que nos robaron, según este informe – dijo Zuberi, tomando otro par de papeles – todos están en un rincón de esa isla, dentro de un enorme tinglado flotante, donde los rehenes son forzados a fabricarlos a costa de sus vidas. - ¿No era que vendían los diamantes a los demás reinos a un precio bajísimo? – preguntó Brida. - Bueno, no vendieron todos los diamantes – respondió Zuberi – verás, hay ciertas piezas que, a causa de las fisuras propias de las excavaciones en la mina, pierden su valor monetario. De seguro se quedaron con esos retazos de diamantes para usarlos como materia prima de sus naves. - Esa duquesa sí que actúa como toda una reina – dijo Brida - ¡Ay, por la Diosa! ¡Nunca creí que me tocaría luchar contra una monarca cuyo reino se situase al otro lado del océano! ¡Y más tratándose de un familiar cercano! Zuberi dejó los papeles a un lado, se puso de pie, se acercó a su esposa y la rodeó con sus brazos. Se quedaron así por largo rato, debido a que las palabras sobraban cuando sentían que solo se tenían el uno al otro para superar las adversidades de la vida. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………… - Conseguimos llegar al reino, señora. Hasta donde sabemos, la hija de la reina irá este fin de semana a pasear por la ciudad. - Bien. Síganme informándome de todo. Y tengan cuidado, que no pillen que se han infiltrado. La duquesa Sonia se comunicó con uno de los piratas quien, inteligentemente, se hizo pasar por uno de los rehenes para marcharse con el equipo de rescate que se había infiltrado en la isla. Lo que supo más tarde es que el reino del Oeste se había aliado con los del reino del Este. Pero debido a que esa nación se situaba al otro extremo del continente, pensó que lo mejor era usar todas sus energías para desbancar al reinado de Brida desde dentro. Y eso no podía ser prevenido por ninguna alianza. Llamó al capitán Oro, quien en esos momentos se encontraba planeando por entre los aires. Éste atendió enseguida y ella le ordenó: - Manda a tus hombres a que capturen a la hija de la reina en su paseo por la ciudad. Será este fin de semana. Pero asegúrate de que la muchacha no sea lastimada. - Entendido, señora. Pero, ¿por qué quiere capturar a la niña? - Lo sabrás en su momento, capitán. No puedo hablar mucho, porque se han infiltrado espías en esta isla y no quiero que se filtre ninguna información que pueda perjudicarnos. - Está bien. Te entregaré a la chica intacta. Sus deseos son órdenes, señora. - Gracias, capitán – dijo Sonia, mostrando una sonrisa maliciosa.
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