Capítulo 14. Rey vs Pirata

1647 Words
El rey Zuberi llegó al lugar en compañía de lord Aries, el príncipe Abiel y el ejército de la reina. El sitio que habían intervenido hacia meses se veía muy desolado: las casas estaban destruidas, los saqueadores recorrían las zonas y los pocos sobrevivientes no paraban de pedir clemencia. El monarca se preguntó de dónde salieron tantos piratas y pensó que esto parecía más bien una guerra que un simple asalto a un pueblo aislado. - Los piratas tienen rehenes – le informó un guardia al rey Zuberi – no podemos atacarlos de este modo. - Habría que llegar a un trato con ellos – dijo Zuberi – detectar quién es su capitán y, ahí, capturarlo para llevárselo ante la reina. Las tropas rodearon el lugar y los soldados llevaron a los pobladores que lograron escapar de los piratas a un sitio seguro. En una de esas, un niño salió disparado de un grupo de cuatro piratas, quienes comenzaron a dispararle. Lord Aries, al ver esto, tomó un rifle y disparó desde la distancia, acertando a uno de ellos. De esa forma, el niño logró llegar hasta el ejército de la reina y ser protegido por los guardias. - Llevemos a los refugiados al campamento – ordenó Zuberi – en cuanto a ese niño, llévenlo a mi tienda para que pueda brindarme su testimonio. - Sí, señor – dijo lord Aries. Zuberi dio un suspiro. Aunque lograron salvar a varias personas, todavía no consiguieron suprimir a los piratas, rescatar a los rehenes y capturar a su capitán con vida. A lo lejos, vio que el príncipe Abiel arrastraba a dos de los piratas que su pequeña tropa consiguió capturar. Se acercó a él y le dijo: - Necesito que vayas al lugar donde tienen a los rehenes. Te cederé algunos de mis soldados para que lo protejan, pero ten cuidado. Solo apunta hacia el capitán. - Entendido, su alteza. Así lo haré. Cuando llegaron al campamento, Zuberi y Aries se metieron en la tienda del rey. El niño que consiguieron auxiliar estaba siendo atendido por un grupo de enfermeros, quienes se aseguraban que no hubiese recibido disparo alguno. El chico, al ver al monarca, inclinó su cabeza y le dijo: - Majestad, tengo información que revelarle. - Te escucho – dijo Zuberi. - El capitán Oro es quien está liderando a los piratas – dijo el niño – Tiene cabellos largos y barba negra con canas. Secuestran a la gente para forzarlos a fabricar naves voladoras con los diamantes que robaron de los mercaderes. Yo casi fui metido en una avioneta rumbo a la isla de los piratas, pero logré escaparme a tiempo. - ¡Por la Diosa! ¡Es el colmo! – dijo un furioso lord Aries - ¡Esa duquesa se ha pasado! - Hemos subestimado a esos piratas – dijo Zuberi – pensé que solo se limitaban a robar diamantes y vender a los comerciantes capturados como esclavos en los continentes del “Viejo Mundo”. Pero por lo visto planean invadir este reino con esas avionetas hechas con nuestros propios diamantes. - ¿Pero esto no sería una declaración de guerra? – cuestionó lord Aries, cuyo rostro palideció ante la idea. - Puede ser – lamentó Zuberi – como nos atacan con naves voladoras, podemos tomarlo como una señal de guerra. Pero… El rey Zuberi se debatió si sería bueno o no anunciar al pueblo que estaban en situación de guerra. Recordó que, durante el mandato de la madre de Brida, ésta se vio envuelta en un conflicto bélico con el reino del Sur. Y si bien ese país perdió, los del reino del Oeste pasaron por muchas dificultades económicas y sociales debido a que destinaron todos los recursos en la mejora de las tropas, desatendiendo las necesidades básicas del pueblo. “La gente no querría una nueva guerra”, pensó Zuberi. “Pero los piratas no están dispuestos a tener compasión. Y mientras la duquesa Sonia esté al mando, no habrá de otra que destinar el presupuesto de la reina para mejorar las defensas contra ataques aéreos e invadir esa isla con toda la artillería”. Y mientras hacía su debate interno, un sargento entró a la tienda y dio el siguiente anuncio: - ¡Majestad! ¡El príncipe Abiel está siendo atacado por los piratas! - ¿Qué? – dijo lord Aries. - ¡Sí! ¡El príncipe quiso infiltrarse en la base para liberar a los rehenes, pero lo acorralaron! ¡Me pidió que se lo informara de inmediato! - ¡Lord Aries! ¡Selecciona a veinte de tus mejores hombres y vayamos a ayudarlo! – ordenó Zuberi. - ¡Sí, su majestad! Mientras lord Aries hacía su selección, Zuberi se colocó su armadura azul oscuro propio del reino del Oeste, tomó una espada y un par de pistolas para atacar y defenderse. Luego, agarró su dispositivo comunicador y le envió un mensaje de voz con imagen proyectada a la reina Brida, diciéndole: - Esposa mía, ya tenemos el nombre del capitán de los piratas. Se llama “Oro” y está capturando a personas que puedan fabricarles naves voladoras para atacarnos. A mi percepción, esto es una declaración de guerra, pero apelaré a tus decisiones para saber si seguimos con el protocolo propio de esta clase de conflictos. Cuando terminó de enviar el mensaje, su capitán se acercó a él y le dijo: - Ya tengo seleccionado a los soldados para esta operación. - ¡Bien! – dijo Zuberi, procediendo a salir de la tienda – Ya informé a la reina de la situación. Ahora, vayamos a salvar al príncipe. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Abiel era reconocido por ser uno de los príncipes más fuertes de su reino. Pero aún con eso, nada podía hacer si un grupo de cinco piratas lo apuntaban con sus pistolas, dispuestos a dispararle en algún punto vital si hacía un movimiento en falso. El avión estaba a tan solo unos metros y, ahí, vio a un grupo de diez personas, hombres y mujeres, apunto de ser llevados a la isla donde los forzarían a trabajar como esclavos. El capitán Oro, quien observó al príncipe, se acercó a él y le dijo a los piratas: - ¡Este hombre luce muy fuerte! Y parece que es alguien de “buena cuna”. ¿Será un conde? ¿O un duque? Bueno, no importa. Todos terminan siendo dóciles al final. - No creo que les convengan meterse con gente de otros reinos, capitán – le dijo Abiel, sin perder la compostura – el reino del Oeste se alió con mi nación para combatirlos a ustedes. Y, al contrario que este país, nosotros contamos con mejores infraestructuras para derribarlos de una buena vez. El semblante de Abiel se tornó frío y, por un instante, el capitán Oro palideció. Y estuvo a punto de decir algo, cuando uno de los piratas gritó: - ¡El capitán Real está atacándonos con su tropa! De inmediato, los soldados de lord Aries derribaron a los piratas que acorralaron al príncipe y éste logró acercarse a su pequeño ejército. Juntos, fueron a liberar a los rehenes y evitar que se lo llevaran por los cielos. El rey Zuberi también hizo su aparición, procediendo a disparar a cada pirata que se le acercaba. Cuando se le acabaron las balas, tomó su espada y atacó directo al capitán Oro quien, justo a tiempo, logró defenderse con su sable. - ¡Déjame adivinar! ¿Eres el rey Zuberi? ¿No? – le preguntó Oro, chocando su arma con la del rey. - Así es, vil pirata – dijo Zuberi – he venido aquí para proteger a mi gente de toda amenaza externa. Ambos, rey y capitán, comenzaron a pelear frenéticamente, mientras los piratas y soldados corrían a su alrededor, con la intención de someter a sus contrincantes. Aunque llevaba varios años sin entrenar, el rey Zuberi todavía era bueno con el combate de espadas. Además, era mucho más joven que el capitán Oro, por lo que a éste le resultaba difícil de derribarlo. En un momento, Zuberi consiguió rozarle la cara. Oro dio media vuelta y trató de darle una patada, el cual el monarca lo esquivó de un salto. Después, ambos dieron otros dos o tres choques de espadas más y, pronto, el sable del pirata se le resbaló de las manos. - ¡Ríndete, capitán! ¡Si valoras tu vida, entrégate y deja de atacar a mi reino! – le advirtió Zuberi, apuntándolo con su espada. Pero apenas dijo eso, un pirata disparó al rey desde la distancia. Por suerte llevaba puesta la armadura, por lo que evitó salir herido. Lo malo fue que el rebote de la bala hizo que se distrajera por unos instantes, el cual fue aprovechado por el capitán Oro para sacar un cuchillo oculto en sus ropas y apuñalarlo hacia un costado, justo en una abertura de la armadura donde no contaba con protección. Zuberi sintió la punta del cuchillo atravesarle la piel y cayó al suelo. De inmediato, los soldados de lord Aries fueron a protegerlo. El capitán Oro regresó a la avioneta con sus hombres y, al ver que el príncipe Abiel consiguió liberar a los rehenes, dio un grito de rabia. Sin embargo, su premio de consolación fue el de haber herido al rey, por lo que sintió que eso sería más que suficiente para satisfacer a la duquesa Sonia. - ¡Que no escape! – dijo Zuberi quien, aún herido, todavía quería seguir con esa operación. Lamentablemente, ninguno pudo acercarse porque los piratas comenzaron a disparar. Y, en esos momentos, decidieron priorizar a las víctimas del atraco y al rey. Mientras los trasladaban al sanatorio más cercano, Zuberi sintió que iba perdiendo el conocimiento. Y antes de que su visión se oscureciera, solo atinó a decir: - Perdón, Brida. Te he fallado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD